El Ejército detuvo en junio a 16 militares por la masacre, pero la Fiscalía la civil acusa ahora solo a siete. Un vídeo muestra a soldados supuestamente disparando contra civiles desarmados, ya rendidos, junto a un centro comercial
El País.- El caso por la presunta matanza militar de mayo en Nuevo Laredo, en el noreste de México, ha llegado al juzgado. La Fiscalía General de la República (FGR) acusó este lunes a siete militares del asesinato de cinco jóvenes, presuntos integrantes de un grupo criminal. Ocurrido en mayo, los hechos trascendieron hasta junio, cuando EL PAÍS publicó un vídeo de la presunta matanza, recogida por las cámaras de seguridad de un centro comercial.
La acusación afecta solo a siete de los 16 militares detenidos por el caso. En junio, tras la publicación del vídeo, la Fiscalía de Justicia Militar inició su propia investigación y detuvo a los elementos, por “por presuntamente configurarse delitos contrarios a la disciplina militar”, como explicó la Secretaría de la Defensa Nacional en un comunicado. Ahora, la Fiscalía civil ha repartido sus propias acusaciones, dejando fuera a nueve de los 16. Los militares viven presos en la prisión militar del Campo Militar Número uno, en Ciudad de México.
El Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, que defiende los intereses de las familias de las víctimas, ha señalado que los siete militares acusados son José Luis N, Armando N, Benito N, Ángel N, Filiberto N, Carlos N y Julián N. El primero, José Luis N, ostenta el grado teniente e iba al mando del convoy militar aquel día, formado por tres vehículos. Por su lado, Ángel N, sargento, era el segundo al mando del operativo.
Los otros cinco iban repartidos en los vehículos. El sargento Benito N. era el mando del Sandcat, una especie de tanqueta de uso urbano, común en el Ejército. Armando N iba a bordo de una camioneta Cheyenne, con el teniente José Luis N y el cabo Carlos N, acomodado en la batea, encargado de una ametralladora. En la Humvee iban los otros tres, el sargento Ángel N. y los cabos Julián N. y Filiberto N., este último a cargo de la ametralladora de la batea.
Según ha explicado Roberto Puente, abogado del comité, la FGR ha definido las acusaciones a partir de las muestras balísticas halladas en el lugar de los hechos. Todos están acusados de asesinato. La Fiscalía finca al teniente José Luis N además un delito contra la administración de justicia. El oficial firmó en su día el informe que policías y militares rinden a las fiscalías, después de enfrentamiento o situaciones como la de mayo en Nuevo Laredo. El teniente planteó un relato que las imágenes del vídeo desmienten. La agencia investigadora señala a los demás de otro delito, ejercicio indebido del servicio público.
Este diario publicó a finales de junio una serie de reportajes basados en los documentos acumulados en la investigación hasta entonces. En uno de ellos, aparecía el testimonio de Benito N, rendido ante la Fiscalía militar y recogido en la indagatoria de la Fiscalía civil, que señalaba a uno de sus coacusados, Armando N. “Vi al sargento Armando N., que es el que se encuentra del lado del conductor, pegado al muro, maniobrando un arma corta y disparando en dirección a los civiles que se encontraban en el muro”, decía. Benito N. acusaba igualmente a otro de los 16, el cabo Jonathan N., de disparar contra los civiles. La FGR no ha acusado a este último.
El caso de mayo de Nuevo Laredo llamó mucho la atención. En el marco de la guerra contra el crimen organizado en México, pocas veces han trascendido imágenes de una situación como la de la ciudad fronteriza. Los señalamientos contras las Fuerzas Armadas en los últimos 15 años por casos de torturas, desaparición forzada o ejecución extrajudicial se cuentan por cientos. Pero en ninguna existía una evidencia tan clara de lo ocurrido.
El 18 de mayo, los tres vehículos militares mencionados arriba iniciaron una persecución. Seguían a una camioneta negra, a bordo de la cual iban cinco hombres armados. Esta última trató de darse a la fuga y acabó chocando contra el muro trasero de un centro comercial. La Sandcat llegó al choque, igual que otros militares, que bajaron de sus vehículos y acudieron a pie. Los soldados sacaron a los civiles del vehículo chocado, los desarmaron y golpearon. Luego los hincaron junto al muro. A alguno lo esposaron. En el vídeo se ven claramente los golpes y las patadas. También se ve cómo los militares sacan un fusil calibre 50 del vehículo civil.
200 metros al norte de allí, militares y civiles a bordo de otras camionetas iniciaron un tiroteo minutos después. El convoy castrense se había partido. Algunos se habían quedado junto a la camioneta negra chocada y otros se encargaban de sus compinches. La balacera hizo que los militares de la camioneta negra buscaran refugio. En medio del caos, algunos de ellos dispararon supuestamente contra los civiles, todavía hincados junto al muro. Cuatro de los cinco murieron allí y otro murió poco después en el hospital.
Toda la parte de la secuencia que ocurre junto a la camioneta negra quedó registrada en las imágenes de la cámara de seguridad. El vídeo muestra también cómo, minutos más tarde, un militar agarra armas de las que les han quitado antes a los civiles, y las coloca junto a sus cuerpos. Más tarde, militares retiran igualmente las esposas a uno de los civiles, ya fallecidos.