Un estudio de la Universidad de Columbia profundiza en cómo los proyectos para exportar gas licuado de petróleo desde México podría perjudicar a largo plazo el consumo nacional.
Expansión.- Dos investigadores de la Universidad de Columbia afirman que el mercado que se está formando en México para exportar gas licuado de petróleo hacia los mercados asiáticos y europeos podría terminar por perjudicar a los consumidores mexicanos.
Diego Rivera Rivota e Ira Joseph, dos analistas de la universidad con sede en Nueva York, firman un documento publicado hace unos días que afirma que la creciente demanda interna de gas natural desde México podría estar plagada de lo que denominan como “peligros potenciales”.
Ambos se refieren a una serie de proyectos que han sido anunciados para reexportar gas proveniente de Estados Unidos y enviado desde los puertos del país una vez que ha sido procesado como gas natural licuado, para aprovechar así la cercanía a uno de los mercados más importantes y la infraestructura de gasoductos construida en anteriores sexenios.
En total se han anunciado 12 proyectos para exportar gas estadounidense desde México, aunque los autores aseguran que es poco probable que la mayoría de estos se terminen debido a limitaciones financieras. Por ahora, sólo dos están en construcción, uno de la compañía estadounidense New Fortress Energy y otro de Sempra Energy. México Pacific Limited también parece estar avanzando en uno más.
“Se podrían crear innumerables escenarios en los que el gobierno de Estados Unidos o México utilicen los flujos de gas como arma política. Fundamentalmente, cuanto más se apoyen los mercados de gas de Estados Unidos y México en los mercados extranjeros de gas natural licuado como fuente de demanda de gas, más presión al alza habrá sobre los precios para México, que debe competir para atraer oferta”, dice el texto.
La dependencia al gas estadounidense quedó expuesta en la tormenta invernal de febrero de 2021, cuando ésta provocó un corte al suministro del combustible desde Texas y los precios de éste aumentaron de manera exponencial afectando a las finanzas de la estatal CFE y otras compañías con centrales de generación eléctrica.
El país es uno de los mayores importadores de gas natural del mundo. México abasteció el 69% de su demanda del energético con compras –en 99%– desde Estados Unidos. Y las prospectivas de la Universidad de Columbia indican que la demanda nacional de gas natural crecerá al menos hasta 2030, debido a que no ha existido un cambio importante en la política para desligar a la matriz energética de este combustible.
Los autores afirman que les parece contradictoria la idea de aumentar el uso de gas natural en el país y el interés por exportar hacia los mercados asiáticos y europeos cuando una de los principales puntos de la política actual es la seguridad energética. “Me he sorprendido un poco por la cálida recepción de este gobierno y la actitud de bienvenida a estos proyectos de exportación, sobre todo porque el centro de su política energética ha sido la autosuficiencia, impulsar la producción nacional e impulsar el papel de las empresas estatales”, dice Rivera, uno de los autores.
Y es justo la alta dependencia a las importaciones estadounidenses lo que explica los posibles riesgos del aumento en las exportaciones de gas natural licuado. Los académicos explican que si el crecimiento en la producción de Estados Unidos no es tan alta como se espera o no suficiente para cubrir la demanda mexicana, los volúmenes que se envían para consumo en el país serían los más vulnerables a una reducción porque los beneficios netos o ganancias que se obtienen de las ventas a otros mercados pueden ser mayores que los beneficios de las ventas del mercado interno mexicano.
“Hay mucha capacidad para mover el gas a través de la frontera. Así que el problema no es la infraestructura, el problema siempre se reduce al precio. Así que si México necesita más gas, eventualmente tendrá que en algún momento pujar a un mayor precio para obtener el gas”, dice en entrevista Ira Joseph, autor del texto y un académico especializado en mercados energéticos y gas natural. El país tiene una red de más de 25 gasoductos que se construyeron justo para aprovechar los bajos precios del combustible estadounidense.
Así, según explican en el documento, los consumidores nacionales que usualmente compran gas en el mercado spot –o de tiempo real– tendrían que estar dispuestos a pagar el equivalente de los compradores asiáticos y europeos. Los retornos o ganancias de las ventas de gas a México suelen ser inferiores, dicen los autores, aunque el país implica una venta segura y con infraestructura ya desarrollada.
México necesitará más gas debido a la ausencia de nuevos proyectos renovables, la congestión en la red eléctrica, el aumento en la demanda que se espera del nearshoring y la construcción de 12 centrales de gas que han sido anunciadas por la CFE. La producción nacional de gas es apenas suficiente para cubrir el 30% de la demanda del país, pero si se considera el consumo de la estatal Pemex –el principal usuario del combustible– este porcentaje se reduce a 15%.
México quema –debido a la falta de infraestructura– alrededor del 10% de la producción nacional de gas y esto también impacta en el aumento en la dependencia de las importaciones.
Las exportaciones de gas natural de Estados Unidos que tienen como destino México y Canadá representaron casi el 20 por ciento de la producción total de gas de ese país. La demanda de gas barato ha aumentado después de la recuperación tras la crisis de Covid-19 y la guerra entre Rusia y Ucrania, que ha tenido como efecto el bloqueo de las importaciones de combustibles rusos a Europa. Así, la producción de gas estadounidense tendrá que aumentar para satisfacer la demanda creciente, al menos mientras la infraestructura de energía renovable se desarrolla.
“Lo que veo es que puede haber algunos beneficios de la exportación de gas a corto plazo y para ser honesto algunos beneficios marginales”, dice Rivera en la llamada desde Nueva York. Entre estos, contempla, por ejemplo, el aumento del empleo en algunas regiones, ingresos fiscales adicionales o para la CFE. “Pero lo que creo que es que hay un riesgo importante de que los beneficios sean más pequeños que las posibles preocupaciones que esto puede traer porque estamos hablando de que México ya es un importante importador neto de gas natural”.
Si los precios del gas suben, algunas alternativas, como las energías renovables, podrían ganar credibilidad, dicen los autores. En Europa, tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania, se implementó un plan agresivo para el desarrollo de infraestructura renovable y así reducir la dependencia a los fósiles, sobre todo de origen ruso.