¿Qué personajes mueren en la última temporada de Vikingos? Aquí la lista de bajas de la serie
Tras seis temporadas repletas de grandes guerreros, dioses antiguos y nuevos, conquistas y traiciones, Vikingos (Vikings) ha llegado a su fin. Y lo ha hecho narrando el desenlace de la historia de los hijos de Ragnar tanto en Inglaterra como en el nuevo mundo. Ahora, quien debía estar en el Valhalla se ha reunido ya con Odín, y los pocos supervivientes que quedan no volverán a ser los mismos jamás.
La segunda mitad de la sexta temporada se Vikingos comenzó con la muerte de Bjorg en el campo de batalla, tras ser apuñalado por su medio hermano Ivar, no sin antes incitar a sus hombres una última vez para que repelan el ataque de los vikingos rusos.
Tras la muerte del rey Harald, las posibilidades de Ivar y su sueño de conquistar todos los reinos sajones se habían multiplicado. Sin embargo, su sucesor el rey Alfred rechaza firmar una tregua con el hijo de Ragnar -para concederles tierras y riquezas a cambio de la paz- y estalla la inevitable guerra, en la que Hvitserk demuestra que es digno heredero de su padre en el campo de batalla.
Mientras los cadáveres se amontonan a sus pies, Ivar decide dar un paso al frente y comandar a sus tropas como un experto y hábil estratega. Pero los hombres de Alfred son numerosos, y uno de ellos logra traspasar los escudos vikingos y llegar hasta El Deshuesado. “No tengas miedo”, le dice éste antes de ser apuñalado varias veces en el pecho por su enemigo.
Es entonces cuando Ivar se desploma, con sus frágiles piernas destrozadas, en los brazos de su hermano. “Tengo miedo”, le dice presa del pánico ante su inminente muerte. Como ya hiciese Ragnar en el pasado, parece que Ivar ha olvidado a sus dioses, y ante la perspectiva de abandonar el mundo terrenal, ya no confía en que Odín le espere con las puertas del Valhalla abiertas.
Al final del episodio, Ivar es enterrado en tierras sajonas, como ya fue enterrado su padre, lejos de su hogar. Hvitserk, sin embargo, es apresado y finalmente convertido al cristianismo, adoptando el nombre de Athelstan, quien fuese el padre biológico del rey Alfred, y un eterno amigo para Ragnar.
LAS DOS CARAS DE RAGNAR
Mientras en Wessex se desarrolla la última batalla, paralelamente se narra la historia de Ubbe, que pasó gran parte de la sexta temporada en el mar en dirección al nuevo mundo con sus hombres, sin agua ni comida. Por fin, logran llegar a la Tierra Dorada, que no es otra que América del Norte, donde se encuentran con los nativos, que parecen aceptar a los extranjeros con una actitud pacífica y sosegada, y con un viejo y tranquilo Floki que vive en calma sus últimos momentos.
Pero no todos los vikingos están dispuestos a aceptar la paz que se respira en el nuevo mundo. Uno de los hombres de Ubbe ataca a un nativo, haciendo que la frágil tregua se tambalee. Adaptando las tradiciones vikingas, el hijo de Ragnar le condena al águila de sangre, pero en el último momento, ante los ojos de su tripulación y de las tribus, decide cortarle la garganta, rompiendo así con la sangrienta ley escandinava y negando al traidor su entrada al Valhalla.
De este modo, la serie muestra en sus últimos momentos las dos caras de Ragnar reflejadas en sus hijos. Mientras que Ivar conserva las tradiciones vikingas hasta su último aliento, Ubbe decide romper con ellas a favor de una nueva época para los vikingos, en una tierra donde por fin, podrán vivir en paz.
“¿ES ESTE EL FINAL?”
La escena final muestra a Floki y Ubbe en la Tierra Dorada, mientras observan una puesta de sol y el hijo de Ragnar le pregunta al fiel amigo de su padre tras anunciarle que su muerte está próxima: “¿Es éste el final?”. Una lapidaria frase que significa dos cosas.
Por un lado, que Ubbe ya no cree en una vida en las tierras de Odín más allá de la muerte. Por el otro, que este no tiene por qué ser el final, ya que el creador de Vikings ya trabaja en el spin-off de la serie, titulado Valhalla, que narrará un siglo después las aventuras de los pueblos nórdicos, conocedores ahora de una tierra más allá del atlántico.
Fuente: SinEmbargo