El Universal.- La fidelidad de los perros hacia los seres humanos es una de sus características más destacadas y admiradas. Este vínculo especial no solo se ha observado a nivel anecdótico, sino que también ha sido objeto de estudios científicos que exploran la naturaleza de esta conexión emocional.
Los perros no solo son considerados “el mejor amigo del hombre” por su capacidad para ser compañeros leales, sino también por su habilidad para interpretar las emociones y necesidades humanas. La fidelidad de los perros no se limita al tiempo que comparten físicamente con sus humanos. Muchos expertos en comportamiento canino señalan que los perros pueden manifestar tristeza y síntomas de duelo tras la pérdida de un ser querido.
Este tipo de conductas refuerza la idea de que los perros son capaces de sentir apego emocional y que su lealtad perdura más allá de la simple supervivencia o la búsqueda de alimentos. Pero ¿hasta qué punto puede afectar la tristeza a la salud de un perro? Marta Sarasúa, etóloga y especialista en comportamiento animal, ha abordado esta pregunta en una reciente entrevista, revelando si realmente los perros pueden llegar a morir de tristeza.
Según la especialista, los primeros indicios de que un perro está atravesando una etapa depresiva incluyen apatía, aislamiento y falta de apetito. Un can deprimido puede pasar largas horas acostado, rehusarse a jugar, comer o salir a pasear y evitar la interacción social. En casos más severos, podría incluso buscar esconderse y volverse hostil si se le invade su espacio. Este comportamiento puede llevarlo a la desnutrición y deshidratación, generando un debilitamiento general que lo convierte en una presa fácil para infecciones y otras enfermedades graves.
Cuando la depresión provoca una desnutrición severa y falta de actividad, el cuerpo del perro comienza a deteriorarse. En casos extremos, esto puede llevar al fallo de órganos vitales y en última instancia, a la muerte. Las enfermedades infecciosas también representan un peligro mayor para los perros en estado depresivo, ya que su sistema inmunológico debilitado no es capaz de combatir patógenos de manera efectiva.
La importancia de la intervención temprana
Sarasúa subraya la importancia de reconocer los signos de tristeza en los perros y actuar de manera proactiva para ayudarlos. Las intervenciones como aumentar el tiempo de juego, brindar más compañía y en algunos casos, acudir a un veterinario o un etólogo especializado, pueden marcar la diferencia en la recuperación emocional del animal.
Aunque no podemos afirmar que un perro pueda “morir de tristeza” en un sentido literal, la combinación de factores emocionales y físicos derivados del duelo o la depresión puede tener graves consecuencias. “El cuidado emocional es tan importante como el físico”, concluye la especialista, resaltando la importancia de una atención integral para nuestros compañeros de cuatro patas.