Felicidad a la mexicana
Por Roberto Mendoza
Este sábado se dio a conocer el índice de felicidad en el mundo, nuestro país cayó del lugar 23 al 46, más de 20 puntos, el índice mide diversas capacidades que tiene cada país para ayudar a sus habitantes a ser felices, el ingreso, la seguridad social, la salud y expectativa de vida, la libertad de tomar decisiones, la generosidad, la percepción de la corrupción y qué tan lejos están de ser el país que desean. Destaca que durante 2020, en el país, las personas que perdieron el empleo, quedaron inactivos y no encontraron la motivación para salir de su casa a buscar, ni ofertas suficientes de trabajo, además en el mundo en general la percepción mental es que nos queda un rato largo de recesión, molestia y pobreza.
La medición coincide que en los casi tres años que lleva este gobierno, cada vez somos más infelices. Me pregunto: ¿El Estado tiene la obligación de que seamos felices? ¿Cuál es la felicidad a la mexicana? ¿Piensa en nuestra felicidad el gobierno? El presidente asegura que sí, incluso, propuso un índice nuevo para medir nuestro bienestar, en donde incluiría la felicidad, aún no lo hemos visto ¿llegará a existir? Cuando no, nos quiso prohibir algo de felicidad al final de noviembre del año pasado y determinó que sí podíamos salir de compras en el “buen fin” y no prohibir activamente las posadas o la navidad, sufrimos uno de los repuntes de covid más altos de esta pandemia.
Una de las causas, es que el presidente quiere imponernos su visión utópica de país, uno donde los pobres sean, primeramente, los más felices, para eso regala dinero ¿Regalar dinero es la felicidad? ¿No será más satisfactorio ganar el dinero? No quiere prohibir nada, pero al negar diversas posibilidades, como la de entender la ideología femenina, minimizándola y denostándola, cancela la emancipación de una parte de la sociedad. Quiere un país con servicios de salud gratuitos, pero si en país no hay manera de conseguir una medicina, ni aún con dinero, se condena a muerte a niños y a muchas personas, con independencia de su condición social.
Asegura que hay menos corrupción porque él es el primero que no recibe dádivas, pero si su hermano o su prima tienen la posibilidad de recibirlas ¿Quién les pone un freno? Si uno de sus mejores amigos puede ser gobernador aún acusado de violador ¿Cuál es el indicativo en el que basa su combate a la corrupción? Si fuera sólo el económico, en todos los ejemplos los recursos a los que se acceden en esos casos son enormes, miremos el caso Bartlett.
El presidente nos conmina a ser generosos, a ser mesurados, no sabemos si él es generoso, yo jamás lo he visto dar nada a nadie que no sea abrazos, besos o palabras de aliento. La mesura no es lo suyo, ejemplos de calificativos que parecen extralimitar su investidura los da a diario en sus mañaneras. La meta distópica entre nuestro ideal de país y el que existe es muy alta, ahí están los datos.
El gobierno si quiere vernos felices, por muchos de motivos, principalmente el electoral, el presidente cree que sabe, que tiene la fórmula de nuestra alegría. El problema es que una cosa es saberlo y otra tener las herramientas para implementarlo. El reto es crear un sistema en el que realmente haya bienestar, satisfacción. No ha podido, porque aún no sabe cómo hacerlo, creo que no es tarea de un solo hombre. En mi vida he visto pasar ocho presidentes y ninguno ha podido sacarnos de la pobreza, en 2018 vi muchos electores emocionados con una nueva posibilidad, hoy veo muchos mexicanos tristes. ¿Deberíamos tomar, nosotros, la rienda de nuestra felicidad?
