COLUMNA. Carta a Pedro César Carrizales y a quien corresponda

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Música para el Apocalipsis

Blakely Morales

Cuando yo era niño, allá en la Huasteca, en Tamazunchale, tenía unos vecinitos, que cuando se peleaban, para insultarse entre ellos, gritaban: “¡Indígena!”.

“Si los indios -dice José Emilio Pacheco, en Las Batallas en el Desierto-, si los indios no fueran al mismo tiempo los pobres, nadie usaría esa palabra a modo de insulto”.

Aunque los indígenas no han dejado de ser los pobres, ahora parece que todos quisieran al menos un poquito de sangre indígena ¡Qué sé yo! para hacer sus vidas más amenas e interesantes, más coloridas, no sé.

Pero ante la coyuntura me parece pertinente preguntar: ¿Qué es ser un indígena? ¿Qué define a un indígena? Y, ¿Por qué la condición indígena ahora parece ser algo que cualquiera puede comprar en una tienda de artesanías? 

Pienso en ir a su acepción más básica: la del diccionario, que dice a la letra: indígena: Originario del país de que se trata. 

La pregunta más absurda, claro: Entonces ¿Un chino es un indígena chino per se? O ¿Un peruano, es un peruano indígena de facto? O ¿Un canadiense, es un indígena canadiense en sí?

Todo el mundo habla de los indígenas, pero ¿Quién conoce a los indígenas de verdad? 

Las palabras significan mucho más que lo que la RAE alcanza a discernir, habrá que ir al fondo, a la entraña oculta, detrás de la cortina de la farsa de la igualdad.

Los indígenas somos culturas en movimiento, no solo esa idea bonita, amable, romántica, mágica, mística, musical, que la cultura occidental se ha empeñado en decir que somos.

We are not you’re mexican curiosity.

Somos la resistencia contra la gran mentira institucional que nos vendió la falsa idea de que somos mestizos. No somos mestizos.

Los indígenas sabemos quiénes somos, podemos mirarnos a los ojos y reconocernos. A ti nadie te identifica en las comunidades indígenas, al menos no en San Luis Potosí, Pedro César; quizá eres indígena europeo y aún no lo sabes; tal vez eres un ruso indígena y estás por descubrirlo; vieras de investigarlo, está interesante saber de dónde venimos.

Lo indígena no lo puede otorgar un papel, señor Pedro César Carrizales.

Te voy a decir Pedro César, porque estoy harto de tu apodo adolescente.

Sal de tu cueva, asómate y responde, no culpes al partido por haberte registrado como candidato plurinominal indígena con documentos falsos, como si tú no tuvieras un gramo de responsabilidad 

¿O es que todo lo deciden por ti y te convertiste en lo que siempre juraste destruir? 

Tú no eres indígena, Pedro César, a menos que sientas alguna de las sensaciones que describiré ahora para tratar de responder a la pregunta ¿Qué es ser indígena en San Luis Potosí?

Ser indígena en San Luis Potosí:

Es sentir un hueco en el estómago que no se llena con nada. Es cargar con culpas ajenas e históricas. Es sentir que algo te falta y que te lo arrebataron al nacer. Es la insuficiencia de la raza que mantiene sumidos en la depresión, tirados en las calles de las Huastecas por culpa del aguardiente a tantos hombres. Es la sensación de incompletud; tener lapsus de memoria colectiva en los que de pronto, te encuentras corriendo en la oscuridad entre la maleza junto a otros miles iguales a ti, huyendo de los caballos azabaches que sitiaron Tenochtitlán, para refugiarte en la sierra de lo que hoy es la huasteca, y no salir nunca más, hasta hoy.

Es llorar de vez en cuando por el pasado, aunque no sirva de nada, y sufrir por la historia de tu abuela, a quien con golpes su esposo, le hizo olvidar su lengua para aprender el castellano.

No espero que renuncies, Pedro César, a tu candidatura; tampoco espero que sientas ninguna de las sensaciones que acabo de describir ¿Acaso sientes? ¿Acaso piensas? Acaso tienes una postura real y propia sobre algo.

No espero nada de ti, los indígenas de San Luis Potosí, no esperan nada de ti:  Ta ti tlakatl tlen amo ti ixpinahua. Eres un hombre sinvergüenza.

Ta amo ti nawati. Tú no eres indígena.

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