A seis meses de gestión, Adriana Urbina reafirma compromiso con potosinos

A más de medio año del inicio de la actual administración municipal, Adriana Urbina Aguilar, regidora del Ayuntamiento de San Luis Potosí, ha marcado precedente con una forma de hacer política profundamente humana, directa y comprometida con quienes más lo necesitan.
Desde el primer día, ha salido de los muros institucionales para caminar junto a las y los ciudadanos en condiciones de alta precariedad. Su enfoque es claro, trabajar con la gente, no para la gente, escuchando sus voces desde las colonias más marginadas de la capital potosina.
“Estamos trabajando con comunidades en condiciones de alta precariedad, en las colonias más olvidadas, y no desde un escritorio”. Esta práctica rompe con los viejos esquemas burocráticos que, durante años, mantuvieron a las autoridades alejadas de la realidad social.
Para la regidora, la cercanía no es un acto simbólico, sino de trabajo transformador. Durante sus recorridos ha documentado carencias severas como la falta de acceso a servicios básicos, escasez de medicamentos, inseguridad alimentaria y ausencia de agua potable.
“Estamos hablando de derechos humanos que han sido sistemáticamente ignorados o negados”.
Fue enfática al criticar el asistencialismo institucional, señalando que este modelo perpetúa la desigualdad en lugar de resolverla “una despensa cada tres meses no es solución, es una forma de violencia alimentaria”.
Hizo un llamado a reconstruir el tejido social a partir de la dignidad y la educación. Su visión va más allá de lo inmediato, apuesta por formar nuevas generaciones ciudadanas conscientes, solidarias y con pleno conocimiento de sus derechos.
Con un mensaje, Adriana Urbina reiteró su compromiso de seguir en las calles, caminando al lado de las y los potosinos más necesitados “porque solo con cercanía, empatía y acción directa se puede transformar el rostro social de San Luis Potosí”.
Este primer semestre de gestión de la representante del Partido Movimiento Ciudadano, en el cabildo capitalino, no ha sido solo de trabajo institucional, sino de una apuesta ética por una política más humana, más real y, sobre todo, más justa.