Mientras el virus siga en el ambiente, lo mejor es usar cubrebocas sin importar qué variante sea la más común. No son menos o más efectivos según la variante, pues el virus tiene la misma medida sin importar si es alfa, delta, ómicron o cualquiera que aparezca, aclara Sandra Rodil Posada, investigadora del Instituto de Investigaciones en Materiales.
La científica apunta que hay preocupación por el surgimiento de nuevas variantes, tal fue el caso de delta, y ahora de ómicron, las cuales tienen una tasa de reproducción más alta que las anteriores, y por lo tanto es indispensable aumentar el nivel de protección que tenemos.
“Aunque mantengamos la distancia, la higiene, requerimos mejorar las eficiencias. Esto no quiere decir que todas las personas debamos usar respiradores de alta eficiencia. Eso sería imposible de cubrir al cien por ciento y restaríamos posibilidades a su uso hospitalario, donde es más demandado. Tenemos que pensar cuál es el nivel que cada quien tiene de exposición al virus, qué tanto más hay que protegerse si se está en contacto con muchas personas al mismo tiempo o si mi riesgo es menor porque se sale lo mínimo necesario y se está en lugares ventilados”, agrega.
¿Cuáles son los mejores?
“Como se ha dicho –asevera Rodil Posada– cualquiera es mejor que nada. Esto es una realidad. Se piensa que nos podría dar una falsa seguridad, pero la verdad es que cualquiera evita, al menos, las partículas más grandes que emitimos cuando hablamos y tosemos, al impedir que se transmitan, ayudamos a que la otra persona con cubrebocas esté protegida”.
En relación con cuál resulta mejor, señala: “Es difícil contestar en general cuál es mejor o cuál es el que todos deberían usar, porque si todos tuvieran acceso a N95 o KN95 sería la recomendación, pero sabemos que no será posible. En ese sentido, sirven los de tela con tres capas, que es lo que debemos asegurar. Las tres capas dan bastante eficiencia, de alrededor de 50 por ciento, y se ha demostrado que es bastante bueno para el público en general que no está expuesto a un contacto tan directo con personas enfermas”.
¿Cuál es la diferencia entre N95, KN95, KF94, FFP2?
La diferencia es la norma de certificación: KN95 es la certificación de origen chino, KF son de Corea, las N son de Estados Unidos. En México también se usa la N, que es la norma mexicana. Los europeos son FFP, el FFP2 es equivalente al N95.
“Las normas son muy similares y miden qué tanto el cubrebocas o el material filtrante puede atrapar partículas en un intervalo cercano al tamaño de los virus. Normalmente, se trabaja tres micras, que es el valor que se reporta por lo general. Se utilizan partículas que sean de ese tamaño y se mide qué tan eficiente es para filtrarlas. Esto es lo que da lugar al 95, al 94, es decir, 95 o 94 por ciento de filtración. Estos cubrebocas, si cumplen con estas normas, cubren ese mismo intervalo de medición. Entre ellos son equivalentes”, comenta la especialista en materiales.
“En el caso de los N95, KN95 y FFP2, que son los que llamamos respiradores o mascarillas de alta eficiencia, están diseñados para filtrar 95 por ciento las partículas y aerosoles emitidos de los tamaños más pequeños. Son los que nos dan la mayor protección posible. El KF94, de origen coreano, filtra 94 por ciento. El problema que tenemos aquí es que debemos considerar que son desechables y de un sólo uso, su diseño está pensado para que se utilice alrededor de cuatro horas. Después de ese tiempo la eficiencia va decayendo.”
Sobre el uso continuo, la especialista destaca que “si voy a usar un cubrebocas N95 toda una semana, realmente no tuve la ganancia o la protección porque no lo utilicé adecuadamente. De allí viene la idea de que puedo usar un cubrebocas con menor eficiencia de filtrado, pero debo usarlo adecuadamente y cambiarlo cada determinado tiempo. Las nuevas variantes piden que mejoremos la protección que estamos utilizando, porque además de que hay muchas más personas infectadas, el virus se reproduce más rápido”.
¿En qué fijarse para comprar un cubrebocas?
Al inicio de la pandemia era difícil conseguir un cubrebocas de alta eficiencia. Dos años después, se pueden encontrar a la venta en farmacias, tiendas y hasta con vendedores ambulantes a precios muy bajos. Para adquirir un cubrebocas, la investigadora recomienda fijarse en que traigan el etiquetado de la norma. “Saber si alguien los copió es complicado, pues los piratas son muy parecidos a los reales”.
Hay varias pruebas que nos van a decir que tenemos una barrera (como las que se pueden ver en Internet de “si le echo agua para ver si pasa más lento o el humo del cigarro sale o no sale”), pero no si es un KN95 certificado o no. “Difícilmente se puede saber porque están hechos de las mismas capas, pero no han sido probados en un laboratorio certificado. La recomendación es comprarlos en lugares donde quien lo adquirió tenga la capacidad de checar que es válida la norma aplicada”.
Cubrebocas quirúrgicos y de tela
Es importante precisar que los quirúrgicos no están en la misma categoría que los de alta eficiencia. “Esos no tienen que cumplir con una norma de filtrado al 95 por ciento; están diseñados para que a nivel hospitalario el portador, doctores o enfermeras, no contaminen a un paciente. Es para proteger al paciente, no al usuario. Los quirúrgicos filtran bien de 3 micras hacia arriba. Lo que se mide para ellos es que filtre a las bacterias, caen en una eficiencia de filtrado ligeramente menor que los KN95. En ese sentido pueden ser comparables las eficiencias que tiene con uno de tela tricapa”.
Respecto a los de tela, la investigadora insiste que es importante que sean de tres capas: “Si vas a poner una sola capa de tela, la eficiencia de protección no es muy alta. Hay gente que se lo pone doblado y así tiene una capa doble, pero es el mismo textil. La recomendación es que si lo hacemos a mano, debemos tratar de conseguir al menos dos telas y, de preferencia, si se le puede poner un material polimérico, como el pellón, en medio y coserlo. Así se podría obtener la protección tricapa. También es importante la forma, pues debe amoldarse lo más posible a la forma de la cara; debe ir de la nariz al mentón para que se tenga la mayor protección posible. Agarrar un paliacate y amarrarlo no es efectivo porque no se ajusta, es conveniente coserlo adecuadamente y tratar que al menos tenga esas tres capas”.
Sobre si es mejor una tela que otra, Sandra Rodil explica que no es tanto el tipo de tela, si es algodón, poliéster o alguna otra, sino el número de hilos que tiene la tela: “Con los textiles tejidos el problema es saber la cantidad de hilos que tiene. Podemos encontrar algodón muy cerrado, con muchos hilos, o poliéster, que puede ser más abierto o cerrado en su tejido. La densidad de hilos es lo importante”.
Reducción de la carga viral
Un punto a destacar es que la carga viral es el número de virus que vienen en las gotas o gotículas que respiramos “tenemos que pensar que la cantidad de virus en una gota pequeña será menor a la cantidad de virus en una mucho más grande. En ese sentido, cualquier cosa es mejor que nada, cualquier tela aunque no sea tan eficiente va a filtrar a las partículas más grandes. Las partículas más grandes efectivamente llevan una mayor cantidad; cualquier protección que me ponga filtrará las partículas de mayor tamaño con mayor carga viral, las pequeñas seguirán pasando pero con una menor cantidad de virus”.
“Si hemos estado expuestos a un área contaminada con aerosoles, un cubrebocas protegerá al menos contra las partículas más grandes”, puntualiza la experta universitaria.
Se dice que ómicron es más infecciosa, ¿ya no sirven los cubrebocas?
Rodil sostiene: “Al contrario, sí sirven y ahora tenemos la necesidad más imperiosa de utilizarlos. Que sea más infeccioso quiere decir que en un ámbito cerrado la cantidad de virus que permanece es alta. Tenemos que disminuir de alguna manera la cantidad de partículas que se introducen a nuestro sistema respiratorio. Es, definitivamente, más transmisible la enfermedad ahorita por la variante ómicron y, por ello, requerimos mayor protección.
“Lo que ha cambiado es que ahora los organismos han aceptado que la transmisión del SARS-CoV-2 ocurre por inhalación, entonces la distancia no te protege del todo, por lo que el segundo punto de protección es el cubrebocas, después de las vacunas. Puedo pensar que si no tengo a nadie alrededor no hay peligro, pero si hay una corriente de aire que trae los aerosoles estamos expuestos a ellos. Debemos aceptar que el SARS-CoV-2 se esparce por vía aérea y demanda el uso de la mascarilla para prácticamente todo”, concluye.
Información de Gaceta UNAM