¿Por qué el calor nos pone de mal humor?

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Con temperaturas altas nos mostramos más vulnerables a situaciones que, en condiciones normales, no nos afectarían igual; ¿qué tiene el calor que nos enoja tanto?

El Diario.- El clima tiene una gran influencia en cómo nos sentimos. Aunque muchas personas asocian el verano con sentimientos de relax y como una oportunidad para disfrutar de un tiempo al aire libre con amigos y familiares, en algunos casos, los días calurosos aumentan la irritabilidad y hacen que estemos más sensibles.

Cuando el calor aprieta

Las temperaturas en España han subido 1,7ºC desde la época preindustrial y 1,3ºC en los últimos 60 años. Según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el número de días extremadamente cálidos ha sido, en los últimos 30 años, muy superior al que cabría esperar en un clima que no se estuviera calentando.

Mientras intentamos comprender el impacto del cambio climático en el planeta, también desde hace varios años ha crecido el interés por comprender cómo afecta a los humanos. El calor puede ser bastante insoportable para muchas personas, sobre todo cuando ya llevamos varias semanas soportando temperaturas excesivas.

Noches sin dormir, sudor constante y temperaturas extremas nos ponen a prueba durante las -cada vez más frecuentes- olas de calor. Varios estudios demuestran que el clima cálido puede provocar mal humor e irritación.

Porque las temperaturas ambientales excesivamente altas pueden reducir el comportamiento social. En otras palabras, nos hacen menos amables y proporcionan una buena excusa para tener alguna mala reacción. Al superar un cierto nivel de calor, el organismo tiene que hacer un sobreesfuerzo de adaptación que puede conducir al malestar.

Binomio calor y mal humor

Aunque la conexión clima-estado de ánimo es positiva, lo es hasta cierto punto. Las actitudes positivas parecen debilitarse en un clima particularmente sofocante, como el que estamos viviendo este verano. Hay numerosas teorías que explican por qué el calor hace que las personas se enojen más.

Algunas, nos dicen que las reacciones fisiológicas al calor son las responsables porque provocan un aumento de la frecuencia cardíaca, la testosterona y otras reacciones metabólicas que activan el sistema nervioso simpático, responsable de la respuesta de lucha o huída.

Bajo el efecto del calor, el ritmo cardíaco se acelera y la presión arterial aumenta, síntomas que el cuerpo asocia con la exposición a la ansiedad. El resultado: la secreción de cortisol, la hormona del estrés, genera esta emoción incómoda: la irritabilidad, que ocurre sin previo aviso, y sin razón aparente.

La tendencia a la impulsividad también está ligada a la falta de oxígeno que sufre el cuerpo cuando hace calor. Cuando nuestro cuerpo ya no puede regular su temperatura a través de la transpiración, la respiración tiene que lidiar con un déficit de oxígeno, lo que nos vuelve más irritables.

Aunque las reacciones varían de una persona a otra. Las que padecen una enfermedad mental o están en tratamiento psiquiátrico, se ven más afectadas por las olas de calor, ya que los fármacos antidepresivos y ansiolíticos ya aceleran el ritmo cardíaco y elevan la presión arterial.

Los efectos del calor explicados por la ciencia

Se ha demostrado que, cuando las temperaturas no bajan lo suficiente por la noche, no es fácil conciliar el sueño. El riesgo de despertares nocturnos aumenta con calor y la falta de sueño tiene un impacto directo en el nivel de humor del día siguiente.

Un estudio publicado en Plos Medicine, llevado a cabo en un grupo de jóvenes que vivían en residencias universitarias, demostraba que el calor excesivo también reduce el rendimiento intelectual, no solo el físico.

En esta misma línea, se pronunciaba otro estudio publicado en Nature Human Behavoir en octubre de 2020, que decía que los días que llegaban a temperaturas superiores a los 26ºC, se obtenían resultados más bajos en las pruebas de los estudiantes y, por tanto, afectaba a las capacidades cognitivas.

Otro factor de riesgo en el descontrol de las emociones es el riesgo de deshidratación. Pedirle a nuestro cuerpo, sobre todo al cerebro, que funcione con una cantidad insuficiente de agua, puede ponernos a prueba. La falta de agua disminuye el flujo sanguíneo y el cerebro está menos irrigado.

Este mecanismo provoca disfunciones del cuerpo que se traducen en fases de irritabilidad y tristeza, así como trastornos de concentración y memorización.

Otro estudio publicado en European Journal of Social Psychology demostraba en 2017 otra tendencia: cuando sube la temperatura, baja la sociabilidad. Los expertos analizaron los datos sobre cómo reaccionan las personas a temperaturas cálidas frente a frías y concluyeron que tienen un 50% menos de probabilidades de participar en comportamientos sociales, como ofrecerse de voluntarios.

Como ya hemos comentado, otro de los efectos más característicos del calor es la irritabilidad. En 2013, un estudio elaborado por las universidades de Berkeley y Stanford reveló que un simple aumento de 1ºC era suficiente para aumentar la violencia física y verbal en un 4%.

 

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