Educación sexual integral, un pendiente en México que jóvenes urgen atender

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Cuatro de cada 10 estudiantes no tuvieron educación sexual en la primaria y 15% no la ha recibido en la secundaria. Además, solo 16% habla de estos temas en sus casas, revela encuesta del ILSB.

Expansión.- Aunque existe evidencia robusta sobre el impacto positivo de impartir educación sexual desde la infancia, en México todavía hay escuelas que no proporcionan esta enseñanza.

De acuerdo con una encuesta y una investigación realizadas por el Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir (ILSB), también es común que las familias omitan estos temas, pese a que la mayoría de adolescentes considera importante y útil acceder a esta información.

Esto, sumado a un presupuesto gubernamental insuficiente para la formación docente, ha propiciado que las y los adolescentes crezcan con dudas sobre sexualidad y recurran al Internet, principalmente, porque consideran que sus docentes no tienen la capacitación adecuada para contestar.

La Educación Integral en Sexualidad (EIS) es un pendiente en México por dos razones principales: los obstáculos que grupos antiderechos impulsan para evitar que se imparta y porque la sexualidad es todavía un tema tabú en el país, explica Friné Salguero, directora del ILSB.

“Si en un país no se habla de educación sexual, de sexualidad, y el tema sigue siendo un tabú a nivel generalizado, entonces es muy difícil que permee otra narrativa en las políticas públicas”, expone en entrevista.

Sin educación sexual en primaria

La Encuesta Nacional sobre EIS en Adolescentes 2023, realizada en colaboración con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), arrojó que cuatro de cada 10 estudiantes de secundaria entrevistados no tuvieron educación sexual en la primaria y 15% no la ha recibido todavía en la secundaria. Además, solo 16% habla de estos temas en sus casas.

Aunque 46% de las y los alumnos tienen dudas sobre sexualidad, únicamente cuatro de cada 10 logran resolverlas. Para ello, 25% recurre a sus profesores y profesoras; 41% a sus amistades y 51% a su madre o padre.

La proporción de estudiantes con dudas sobre sexualidad es mayor entre la población afrodescendiente menor de edad (54%) y con discapacidad (58%).

Internet es la principal fuente de información sobre sexualidad (71%) y la escuela ocupa el segundo lugar, pero con una distancia considerable, pues 31% busca información ahí, mientras que 27% lo hace en libros y 26% en redes sociales.

En algunos casos, las dudas sobre sexualidad se mantienen entre el alumnado porque consideran que las personas que consultan “no siempre tienen las respuestas a las preguntas”; “quien explica no entiende los temas”, o “no es clara la información en internet”.

También señalan que no se resuelven sus interrogantes cuando los libros que consultan son muy técnicos o porque no las plantean por pena o miedo (42%); por los mitos que existen en la sociedad (15%), y porque el tema de la sexualidad es cerrado en la familia (8%).

“Si los padres de familia tampoco recibieron educación sexual ni en el seno del hogar ni en la educación formal, entonces no están teniendo la capacidad de resolver las dudas de las siguientes generaciones. Por eso insistimos en que un mecanismo efectivo para dotar de educación sexual a la población en general es la educación formal”, subraya la directora del ILSB.

Para las y los adolescentes con discapacidad influye en mayor medida que no hay suficiente información en las clases sobre su sexualidad (19%) y el temor a sufrir burlas si preguntan (8%).

Educación sexual básica

Aunque ocho de cada 10 estudiantes de secundaria entrevistados sí acceden a educación sexual en la escuela, los temas que abordan en las clases de Biología, Ética y Orientación Escolar, principalmente, se relacionan con salud sexual y reproductiva, cuerpo humano y desarrollo.

En contraste, las adolescencias declaran que les gustaría saber más sobre violencia y seguridad (48%), derechos sexuales y reproductivos (46%), género (44%) y diversidad (44%). Sin embargo, apenas un tercio o menos accede a esta información.

Los jóvenes están interesados en conocer otros temas más allá de las enfermedades de transmisión sexual, como placer y consentimiento, destaca Carolina Gálvez, activista de las redes de juventudes del ILSB.

El estudio del ILSB, aplicado a estudiantes de secundaria de 12 a 16 años de edad, identifica que siete de cada 10 utilizan, a veces, materiales didácticos para reforzar la enseñanza de la educación sexual en la escuela; sin embargo, solo cuatro de cada 10 estudiantes con discapacidad recibió clases en formatos accesibles y, entre hablantes de lenguas indígenas, 44% accedió a esta información en su idioma materno.

Con una educación integral se dota de mejores herramientas a las juventudes para atender problemáticas relacionadas con la sexualidad, como el embarazo no deseado en la adolescencia, la violencia de pareja y hasta el abuso sexual, menciona Salguero.

“Recibir educación integral en sexualidad reduce los índices de violencia de género, de violencia sexual, de embarazo en adolescentes e infantil, también reduce las enfermedades de transmisión sexual y que haya estigmas al hablar del tema”, detalla.

Urgen mejorar educación sexual

Ante los resultados de esta investigación, la red de jóvenes del ILSB demandó a las autoridades gubernamentales mejorar la implementación de la Educación Integral en Sexualidad.

“Seguimos pidiendo que las instancias correspondientes, como la Secretaría de Educación o la Secretaría de Salud, que sumen esfuerzos para que se retomen todas estas recomendaciones que abonan al derecho de los jóvenes y las jóvenes”, indica Gálvez.

De acuerdo con la investigación del ILSB, basada en solicitudes de información, solo se destina 10% del presupuesto del Programa para el Desarrollo Profesional Docente a estos temas, que, además, no se consideran dentro de las capacitaciones obligatorias. Esto significa que, en promedio, cada escuela recibe 587 pesos al año para formar a profesores y profesoras en educación sexual.

Pese a que México ha suscrito diversos instrumentos, documentos, convenios nacionales e internacionales que establecen que la educación integral en sexualidad sea parte de la currícula de las escuelas, en el país no hay un plan estructurado para impartirla como asignatura específica, agrega.

El sondeo también concluye que la mayoría de las y los adolescentes desean abordar esta temática, que va más allá de las relaciones sexuales, tanto en la escuela como en sus casas y en los servicios de salud.

Para cooperar en reforzar esta educación, el ILSB, además de la encuesta, ha lanzado cuatro manuales con información sobre sexualidad para docentes; la campaña informativa “EIS mi derecho y soporten”, y el programa de formación Lo Público Es Nuestro, dirigido a juventudes indígenas, afromexicanas, mestizas y de la diversidad sexogénerica de 16 estados del país.

“Es quitarle a la educación sexual el estigma y el miedo para que todos empecemos a hablar más libremente sobre consentimiento, límites, relaciones y parejas más sanas, sobre que las relaciones sexuales no solamente tienen que ver con la reproducción de la vida”, apunta la directora del ILSB.

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