AMLO regresa a la calle y muestra músculo rumbo a la sucesión

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El presidente Andrés Manuel López Obrador marchó por más de cinco horas junto a miles de simpatizantes; en su discurso en el Zócalo aseguró que su modelo de gobierno es el “humanismo mexicano”.

Expansión.- El presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a la calle y lo hizo con una movilización en la que mostró su músculo y respaldo político. Ocupó más de cinco horas para recorrer los 4.5 kilómetros de trayecto del Ángel de la Independencia al Zócalo y lo hizo con el acompañamiento de miles personas, 1.2 millones, según la jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum.

El “pueblo bueno”, como él lo califica, le “respondió” una vez más para respaldarlo a él y a su gobierno en la que puede ser la última movilización de su vida política —como él mismo ha reconocido—, pero a diferencia de la decenas de marchas que lo forjaron y catapultaron como político, esta vez lo hizo como presidente y desde el poder, echó mano para llamar a la celebración de los avances logrados a cuatro años del inicio de su gobierno.Gobernadores, legisladores, alcaldes, gabinete y sindicatos pusieron manos a la obra para regalarle un domingo inolvidable al presidente: lograr rebasar por mucho la marcha ciudadana en defensa del INE realizada el 13 de noviembre, y hacerlo en medio de fiesta y celebración por sus cuatro años de gobierno.El presidente arrancó su recorrido por Paseo de la Reforma flanqueado por las tres “corcholatas” mejor posicionadas en las encuestas que miden las preferencias electorales rumbo a 2024: Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores y Adán Augusto López, secretario de Gobernación. Los tres se sometieron al aplausometro, y aprovecharon la marcha del presidente para tomarse fotos con los simpatizantes de Morena.

Entre empujones, abrazos y ‘olas’ de gente

La marcha inició entre empujones y así terminó. Cada uno de los pasos que dio Andrés Manuel López Obrador sobre el asfalto de la ciudad que gobernó entre 2000 y 2006 ocasionó remolinos de gente que querían tocar o fotografiar al presidente más “honesto e inteligente”, como era los describían en consignas.

Si bien la marcha arrancó minutos después de las 09:00 horas, la preparación fue desde días atrás. El 16 de noviembre el presidente anunció que marcharía y 11 días después, ya estaba recorriendo las calles.

Cuando el presidente llegó a la cita, el escenario ya estaba listo. Miles de simpatizantes de las 32 entidades del país ya abarrotaban el Paseo de la Reforma y calles aledañas servían como estacionamiento de los autobuses en que fueron utilizados para transportar a los simpatizantes del primer mandatario.

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Con playeras, en su mayoría guinda y blancas –colores distintivos de Morena–, los asistentes lucieron distintas frases de apoyo a la llamada “cuarta transformación”, al presidente de o a algún político,como el subsecretario de Seguridad, Ricardo Mejía Berdeja, que busca ser el candidato de Morena al gobierno de Coahuila.

“No te pases de rosca, INE” se leía en el frente de las playeras que portaban seguidores del guanajuatense Ricardo Sheffield, procurador federal del consumidor, en alusión a la reforma electoral impulsada por el primer mandatario.

Miembros de su gabinete, que sortearon los empujones mientras accedían a saludos y selfies, ya lo esperaban para flanquear cada uno de sus pasos.

Gritos como “es un honor estar con Obrador”, el sobrevuelo de un helicóptero de la Ciudad de México y algunos drones en el aire anunciaron la llegada del presidente número 65 de la historia de México.

En cuanto el político originario de Tabasco pisó Paseo de la Reforma comenzaron los empujones. “¡No se avienten, no se avienten!”, “¡aquí va a pasar una tragedia!”, “¡déjenme salir!”, gritaban alguna persona que se vieron atrapadas por el remolino de gente.

La caminata del presidente inició y con ‘olas de gente’ que por el movimiento perdieron sombreros, gorras, banderas, suéteres y hasta celulares.

En 30 años, López Obrador ha encabezado varias marchas, pero la de este domingo fue diferente porque no se trató de denunciar un fraude o manifestarse en contra de alguna reforma, en esta ocasión lo hizo para conmemorar cuatro años de su gobierno y los avances, que asegura, tiene el país.

Con su caminata de este domingo, AMLO logró revivir el “día del presidente”, esa fiesta que los expresidente priistas de los años 70 solía darse saliendo a recorrer las calles y recibir elogios.

La de este domingo fue una versión moderna en la que los celulares fueron la herramienta que sirvió para captar su paso, una ‘selfie’ o uno video de unos segundos con el presidente.

“¡Es un honor, estar con Obrador!”, “¡No estás solo! ¡No estás solo!”, “¡AMLO el mejor presidente!”, eran los gritos que se escuchaban a paso del mandatario, que iba rodeado de personas que intentaban de en vano de abrirle paso entre la multitud.

Ya habían pasado tres horas y el político de extracción morenista apenas había logrado desplazarse del Ángel de la Independencia a Insurgentes, por lo que tuvieron que acercarle dos “jetas” de color blanco para intentar sacarlo de la manifestación a la que el convocó, sin embargo, decidió continuar a pie por el recorrido se prolongara más de cinco horas y marcha se prolongo más de cinco horas.

Las listas

Aunque el presidente afirmó que para llenar el Zócalo no requeriría de “acarreados”, el pase de lista demostró lo contrario. Los contingentes que llegaron al Paseo de la Reforma se instalaron en sus puntos de referencia, de acuerdo a la entidad, mientras que los organizadores llegaban al punto con enormes ollas de tamales y atole, así lo hizo un grupo proveniente de Michoacán a la altura de Mariano Escobedo.

El responsable pasaba lista y una vez dicho “presente” era marcado en una libreta y le daba la indicación al repartidor para ofrecer un atole y un tamal, ya sea solo o en torta.

Así también se veían grupos que pasaban lista, pero en lugar de tamales les ofrecían tortas o sandwich. Además incluía un refresco o jugo, una fruta y una palanqueta o barra de amaranto.

Otro grupo de Michoacán instaló una carpa a un costado de la Estela de Luz, colocó tres cazos y prepararon 300 kilos de carnitas para los asistentes a la marcha.

Por supuesto, otros ciudadanos también asistieron a la marcha por su propio pie para demostrarle su apoyo y de paso su rechazo al Instituto Nacional Electoral. “Fuera Lencho, fuera Lencho” y “El INE sí se toca”, eran otas de las consignas en la marcha.

Aunque intentaron agilizar el paso del presidente pidiendo a los ciudadanos hacer vallas, esto no sucedió. Transitar por Juárez, por Madero y Juárez le tomó otras tres horas más.

Durante su recorrido lo mismo levantó un gallo que un bate de béisbol, sin embargo, no hubo ningún espacio o gesto para las madres de desaparecidos. El mandatario federal pasó sin detenerse en la esquina de Río Rhin y la Calle de Niza, en la Glorieta de los Desaparecidos, donde lo esperaban familiares de personas ausentes.

Una de las grandes ausencias fue la de Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena y con quien el presidente López Obrador ha mostrado un distanciamiento. Sin embargo uno de los hombres cercanos al político zacatecano, Alejandro Armenta, sí acudió y por la duración de la marcha tuvo que hacer una parada técnica y después reincorporarse a la movilización.

Empapado de sudor, en la esquina de Eje Central y Madero, el presidente López Obrador levantó las manos para pedir a sus simpatizantes calma. Los empujones no solo rebasaban a su equipo de Ayudantía, ya habían ocasionado caídas y que puestos de papas cayeran.

El “baño de pueblo” no fue igual de bueno para todas las “corcholatas” del presidente López Obrador. Mientras a Claudia Sheinbaum le gritaban ¡presidenta, presidenta” y a Adán Augusto López ya lo reconocían y llamaban por su nombre, a Marcelo Ebrard lo agredieron.

Minutos antes de las 15:00 horas, el presidente llegó a la cuna de su bastión político: el Zócalo de la Ciudad de México, ese espacio que lo arropó cuando gobernó la capital, cuando marchó contra el desafuero y cuando denunció haber sido víctima de fraude.

Los organizadores cumplieron. El Zócalo lucia lleno, listo para escuchar el informe del presidente, el número 16 que realiza en sus cuatro años de gobierno y en el que prácticamente presentó los mismos avances. Esta vez no solo habló de combate a la inseguridad, a la corrupción, salud, programas sociales y medidas de austeridad, ahora delineó un nuevo concepto: “humanismo mexicano”.

“La política es, entre otras cosas, pensamiento y acción. Y aún cuando lo fundamental son los hechos, no deja de importar cómo definir en el terreno teórico el modelo de gobierno que estamos aplicando. Mi propuesta será o sería llamarle humanismo mexicano, porque sí tenemos que buscar un distintivo, humanismo mexicano”, dijo.

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El discurso de 1 hora con 36 minutos ocasionó que decenas de mexicanos abandonaran el Zócalo mientras el presidente seguía enumerando sus logros. Porque ya era tarde o por miedo a que el autobús que los trasladó los dejara, fue el motivo para ya no mantenerse de pie, sentado o acostado sobre el piso donde días atrás fueron dibujadas siluetas de mujeres víctimas de feminicidio, un delito que ha incrementado en la actual administración.

Para el cierre de una jornada de casi nueve horas, el presidente eligió hablar del amor al pueblo, al que le agradeció por su apoyo y donde, por primera vez, el Ejército no fue mencionado en el discurso.

Cerca del ocaso del día el presidente se retiró a Palacio Nacional, donde esta mañana ofrecerá una más de sus casi 1,000 conferencias y donde se espera que “presuma” la cantidad de personas que lo acompañaron este domingo en la que podría ser la última de sus marchas.

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