Claves para entender el juicio contra Alejandro N. acusado de violar a un menor
Blakely Morales
Conocer la manera en la que el ex titular de la Procuraduría de Defensa de las Personas Adultas Mayores (PDPAM) del DIF estatal Alejandro N., forjó una relación interpersonal y de apego con el adolescente de identidad reservada, que lo señala por el abuso sexual posiblemente cometido en su propia oficina; será crucial para que el Tribunal de Enjuiciamiento Colegiado que sigue el proceso oral, genere el criterio que definirá la sentencia del caso.
Durante los primeros cinco días de audiencias de presentación de testigos y órganos de prueba, comparecieron en interrogatorios diversos dos personajes relacionados con la valoración psicológica del menor, de manera física en octubre del 2019; y uno más que lo hizo a partir del estudio de expedientes y entrevistas grabadas posteriores a esa fecha en que, de acuerdo a los testimonios, el adolescente expresó por primera vez la situación que atravesó y le provocó vergüenza, entre declaraciones ambivalente.
Al menos en dos ocasiones entre el 15 y el 16 de octubre del 2019, el menor se retractó de las acusaciones bajo amedrentamiento y con el argumento de no querer perjudicar a Alejandro N., quien era una persona “muy querida y muy reconocida” que lo había ayudado desde muy pequeño, ante el desamparo en que quedó tras el encarcelamiento de sus padres en el 2009, aunado a la incompetencia del resto de su familia para atenderlo.
Algunas palabras clave que servirán para comprender por qué el adolescente percibió a Alejandro N. como su cuidador primario y una figura a la que apreciaba con idealismo, son:
- Trastorno Reactivo del Vínculo (Trauma complejo a partir de vivencias)
- Grooming institucional y familiar
- Victimología forense
- Sentimiento de culpa, ambivalencia y comportamiento suicida
- Asimetría de poder
- Perspectiva de infancias
¿Era un “niño problema”?
Un perito privado especializado en victimología forense que compareció el martes en la sala 6 de juicios orales del Centro Integral de Justicia, dio cuenta de cómo a partir de los expedientes institucionales del adolescente contenidos en la carpeta de investigación, detectó antecedentes psicopatológicos, catalogados como Trastorno Reactivo del Vínculo, una enfermedad mental en menores relacionada a una incapacidad para relacionarse con la figura de cuidado, desarrollada a partir de vivencias traumáticas.
De acuerdo al experto, esto derivó en un trauma complejo que afectó física, cognitiva y emocionalmente al menor y provocó en él una personalidad impulsiva, agresiva y contestataria, que llevaron a las autoridades del albergue Rafael Nieto, donde permanecía bajo resguardo, a tratarlo como un “niño problema”.
En eso coincidieron dos psicólogas más que participaron el miércoles y el jueves durante las audiencias. Una, ex trabajadora del área de psicología del Centro Rafael Nieto, y otra, perito adscrito a la Fiscalía especializada en delitos sexuales de la Fiscalía General del Estado; además del directivo de un Centro Cristiano de Capacitación, que también laboró como prefecto del Rafael Nieto, y quien atendió al adolescente víctima al menos desde el año 2015.
Según la ex trabajadora del área de psicología del albergue, la permanencia para el menor en ese lugar era difícil, tenía complicaciones para convivir, “podía ser un niño muy agradable pero a menudo se conflictuaba” al grado de adoptar actitudes violentas contra quien tuviera en frente.
15 de octubre del 2019
Según los testimonios, fue un día después de la última agresión en su contra, cuando el adolescente decidió hablar sobre la probable violencia sexual ejercida por Alejandro N. durante los tres o cuatro meses previos. Aproximadamente a las 2:30 de la tarde del lunes 15 de octubre del 2019, el menor (entonces de 15 años) se presentó en la oficina del director del Centro Cristiano de Capacitación Lancaster, donde cursaba estudios para obtener un certificado de secundaria, pidiéndole hablar con él.
De acuerdo a ese testigo, en un primer momento el adolescente ingresó a la oficina pero se arrepintió de hablar; el testigo lo conminó a confiar, notó que temblaba y tenía las manos puestas en las rodillas sentado frente al escritorio. En un momento empezó a narrar que había sido víctima de violación por parte de Alejandro N. en diversas ocasiones, pero al terminar le pidió que no se lo contara a nadie, pues refirió que apreciaba a Alejandro, y que no quería que algo malo le pasara, únicamente que dejara de hacerlo.
Horas más tarde, convocado por la directora del albergue Rafael Nieto, Claudia Hinojosa Celis, con la presencia de la psicóloga del albergue y de su presunto violador, Alejandro N., el menor se retractó. Desistió de la acusación, y posteriormente salió corriendo de la oficina, subió a la azotea del edificio donde permaneció varias horas caminando en círculos sin que nadie pudiera persuadirlo de bajar.
Luego de la reunión, la directiva del Rafael Nieto informó al Centro Cristiano Lancaster que se trató de una denuncia falsa, y el Instituto tomó la decisión de expulsar al menor, con el temor de que acusara ahora, a alguno de los trabajadores de ese lugar.
Rodeado del estigma de presuntamente haber mentido, y con el pudor de haber sido muy posiblemente abusado por quien percibía como su cuidador primario, el adolescente fue entrevistado el 18 y el 21 de octubre por peritos de la Fiscalía Especializada en Delitos Sexuales.
La perito que realizó la segunda entrevista, planteó frente al Tribunal durante la audiencia del jueves que, debido a lo inmediato de los hechos denunciados, el niño todavía se encontraba ansioso, pero entre los resultados de su análisis determinó que presentaba indicadores relacionados con depresión, sentimiento de culpa y pensamiento suicida.
El menor fue interrogado al menos en otras dos ocasiones por peritos en psicología a finales de noviembre del 2019, y en enero del 2020.
De acuerdo a los testimonios, para esas fechas el adolescente se mostró más tranquilo, aunque conservaba la actitud retadora, y pese a que persistía en él el tabú para hablar de los hechos, tuvo el valor de narrar de nueva cuenta, la manera en la que fue víctima primero de tocamientos en extremidades y genitales, posteriormente de penetración al menos en tres ocasiones, por parte de Alejandro N.
En una de esas entrevistas le fue aplicada una técnica denominada Escala de Simulación de Síntomas, una prueba estandarizada por la cual se puede conocer si una persona simula un malestar. Los indicadores fueron consistentes. Se determinó que presentaba alteraciones psicoemocionales, y que las características del asalto sexual que denuncia, coincidieron con lo planteado por la literatura respecto a que una asimetría de poder entre el victimario y la víctima, es un factor común en los casos de violaciones sexuales contra menores de edad.
La perito determinó que, al no contar con redes de apoyo ni familiares, tras los hechos, el menor quedó con la autoestima decaída pues se sintió traicionado por una figura que le representaba respeto, alguien a quien había idealizado.
Crónica de un escape anunciado
Pero antes de que el caso avanzara, un día después de expresar su denuncia por primera vez y frente al directivo del Centro Cristiano Lancaster; el menor conversó por última vez con el religioso quien se ostentó el viernes frente al Tribunal de Enjuiciamiento como Licenciado en Teología, y le expresó que estaba bien que lo expulsara, cita textual: “sí, mejor córrame, ya quiero que detengan todo esto, no quiero que le hagan daño a Alejandro”.
El directivo narró que sin embargo, después de eso, y antes de salir de su oficina el niño reiteró: “Nada más le voy decir algo: sí fue verdad, pero no quiero que ya pase nada más”.
Ese día, el adolescente escapó del Centro de Asistencia Social Rafael Nieto, las autoridades de la Procuraduría para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, interpusieron una denuncia y solicitaron la aplicación del mecanismo Alerta Amber. Todo indica que el menor fue a buscar a su madre, quien dos días después, lo presentó de nueva cuenta frente las autoridades.
Posterior a las entrevistas en Alerta Amber, el adolescente comunicó la posible violencia en su contra cometida por Alejandro N. al subprocurador de protección a niños, niñas y adolescentes, quien a su vez informó los dichos al entonces titular de la PPNNA Miguel Cardoza Mora; éste por su parte, pidió al área jurídica interponer una denuncia por presunta violación sexual.