Ir de tiendas tiene un efecto placentero incluso si lo hacemos online, pero caer en errores de los que nos arrepentiremos durante mucho más tiempo que lo que dura esa alegría es muy fácil.
SModa.- Que ir de compras nos gusta y nos anima es de sobra conocido pero, ¿ocurre lo mismo si compramos online? ¿Hacernos con una ganga frente al ordenador o con el móvil nos aporta la misma sensación de felicidad? Es la pregunta que se hicieron Jihyun Lee (del departamento de marketing de moda de la Universidad Politécnica de Corea) y Yuri Lee (profesora en tejidos, merchandising y diseño de moda de la Universidad Nacional de Seúl) y bajo la cual basaron un estudio recién publicado. Bajo el título Does online shopping make consumers feel better? (¿Pueden las compras online hacer sentir mejor a los consumidores?), el estudio compara los mismos estímulos que genera la compra tradicional y la electrónica y llega a una curiosa conclusión: no solo generamos una felicidad parecida, sino también que esta depende en buena manera de lo bonita que sea, estéticamente hablando, la web en la que lo hagamos. Eso sí, con límites, porque los portales con modelos muy atractivas dejaban de ser igual de interesantes y no provocaban la misma sensación, al menos entre las coreanas que participaron del estudio.
Tanto online como en la calle, los límites son esenciales para que comprar nos haga felices. “Irse de tiendas no debería considerarse terapéutico pero, en los tiempos actuales, es cierto que va mucho más allá de satisfacer una necesidad y poder vestirnos”, explica el doctor Carlos Harkous, psiquiatra de HM Hospitales. “Existe una satisfacción inmediata, pero puede tener efectos nocivos cuando se pierde el control y el placer pasa a ser comprar para evitar un vacío”.
Algunas veces, las señales están claras: “si sentimos prisa o ansiedad por comprar, si experimentamos malestar si no gastamos, si nos arrepentimos de muchas de las cosas que adquirimos y tendemos a devolverlas… y, por supuesto, si llega a afectar a nuestra economía o a otros ámbitos como el trabajo, familia, amistades…”, resume el doctor. “Hay que evitar el comprar por comprar, porque tenemos ganas de gastar pero no encontramos nada que nos guste. Del mismo modo, también hay que ser cautelosos con entusiasmarse demasiado y hacerlo sin mesura”, añade Gosia Pajkowska, consultora de moda e e-commerce.
Esa excitación es aun más peligrosa en una web. “En una compra online no cargamos con las prendas, las metemos rápidamente y muy fácilmente en el carrito, y corremos el peligro de llevarnos muchas cosas. Además de sentido común, siempre aconsejo una doble revisión del listado final para evitar sorpresas”, prosigue. “Como la experiencia online es más rápida y efímera, la sensación de felicidad desaparece rápidamente, lo que nos puede hacer proclives a generar una conducta compulsiva, buscando alargar esa alegría”, dice la psicóloga Esther Gutiérrez, de Centro Aletheia.
Antes de ir de compras, los expertos aconsejan que nos planteemos si cubrimos una necesidad o, simplemente, nos damos un capricho. “Preguntarnos para qué adquiero algo en vez de por qué”, dice Gosia. “Debemos evitar el ‘voy a entrar a ver si veo algo’. Lo ideal es planificar todo previamente, destacando lo que realmente necesito y cuánto estoy dispuesto a gastarme. Ahí marcaremos las líneas rojas que no debemos cruzar. Para evitar traspasarlas inconscientemente, nada como una lista previa con los artículos que necesito realmente y, si soy una persona impulsiva o con facilidad para excederme, dejar la tarjeta en casa e ir solo con el efectivo máximo que quiero gastarme”, aconseja Ana Iriberri, directora de Ana Iriberri Asesores de imagen. “Debe ser algo divertido y de lo que se pueda disfrutar, por lo que debemos evitar los momentos en los que estamos de bajón”.
El marco también es importante. Es igual de fácil conseguir felicidad como un alto nivel de estrés si vamos de tiendas. “Si lo que buscamos es lo primero, nada como ir a una zona agradable, con el espíritu de pasear y descubrir marcas, tiendas, productos… solos o acompañados según nuestra preferencia, y sin la presión de tener que comprar sí o sí. Debemos verlo como una actividad placentera porque nos dedicamos tiempo a nosotros mismos. Elegir una hora que nos permita probar y experimentar, finalizar la jornada con un buen café o té… son un acierto”, añade Gosia.
La experta aconseja no limitar esta experiencia solo a la moda y a los cosméticos o fragancias: “Ir a una frutería pequeña con género de calidad excepcional, entrar en una floristería en la que charlas con el florista mientras eliges un ramo… No es necesario un gran presupuesto, sino hacernos con un detalle que nos haga sentirnos bien”.