Con la encuesta, Morena se juega la legitimidad de su candidato presidencial

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Para que el candidato presidencial de 2024 goce de legitimidad, es necesario que los resultados de la encuesta sean creíbles y aceptados por los otros aspirantes, afirman expertos.

Expansión.- Cuestionadas por su “opacidad” y resultados polémicos, las encuestas pondrán en juego una vez más su credibilidad en el proceso interno con el que Morena decidirá a su futuro candidato presidencial.

Entre el próximo 28 de agosto y 3 de septiembre, Morena y cuatro empresas encuestadoras preguntarán a una muestra de mexicanos “a quién prefiere como coordinador o coordinadora de los comités de defensa de la transformación rumbo a las elecciones de 2024” y de que sus resultados sean creíbles y que los participantes los acepten, dependerá la legitimidad del candidato presidencial y posible sucesor del presidente Andrés Manuel López Obrador, advierten analistas políticos.
Para Antonio Ocaranza Fernández, CEO de Oca Reputación, Morena ha optado por la encuesta como método de selección para definir al candidato presidencial debido a que con ello se manda la señal de que no fue un “dedazo” del presidente Andrés Manuel López Obrador, sino que se trató de una decisión tomada por los ciudadanos, lo que además, dota de legitimidad a un abanderado.

“El presidente ha fincado el éxito del proceso de Morena en la encuesta. Él ha sido el principal promotor de este modelo, entre tantos que tienen sus estatutos. La encuesta no solo es algo que tiene que ver con la legitimidad de un candidato, sino que tiene que ver con el propio prestigio del presidente al decir este es el método que más conviene a Morena. Por eso es importante que sea creíble, que no haya impugnación de los participantes”, explica.

Todos los ejercicios para elegir a sus candidatos a puestos de elección se han hecho a través de la Comisión Nacional de Encuestas, la cual se ha encargado de diseñar el cuestionario y aplicarlo. Sin embargo, ante las dudas de opacidad en ellas, el Consejo Nacional del partido determinó que se harán otros cuatro levantamientos espejo que aplicarán el mismo número de casas encuestadoras, que la semana pasada fueron seleccionadas.

Las cuatro empresas encuestadoras serían propuestas por las “corcholatas” y elegidas a través de un sorteo. Uno de los criterios que se establecieron para que una encuestadora pudiera ser considerada establece que no debieron presentar en elecciones “resultados distorsionados o manifiestamente discordantes con respecto a los resultados finales”.

El jueves por la noche al ser elegidas las encuestas, la reresentante de Ebrard, la senadora Malú Micher se inconformó y no firmó el acuerdo al no aprobar las casas encuestadoras, en tanto que el equipo de Ricardo Monreal y Adán Augusto López firmaron pero bajo protesta.

Al otro día, para abonar a la unidad, Monreal cedió su espacio para que la encuestadora propuesta por Ebrard fuera incluida en el cuarteto final.

Los retos de la aplicación

Tras algunos desencuentros y negociaciones, Morena ya tiene listas a las encuestadoras que elegirán a su candidato presidencial. Se trata de empresas propuestas por Claudia Sheinbaum, Manuel Velasco, Adán Augusto y Marcelo Ebrard, pero a decir de analistas, el tema más allá de las preguntas está en su aplicación.

Arturo Ramírez de Arellano, catedrático de la UNAM y analista político, explica que aunque son cinco ejercicios, el mayor peso recae en el que levantará la Comisión Nacional de Elecciones.

“Puede ser que se vayan a los territorios donde saben que se concentra, el grueso de la población simpatizante de Morena, lo cual beneficiaría a Sheinbaum porque ella le ha hablado más a los simpatizantes, además ella tiene los mecanismos para atraer a la militancia.

“Los legisladores federales y locales, así como los gobernadores le pueden acercar a los simpatizantes, mientras que Marcelo Ebrard ha tratado de conjuntar locatarios pescadores gente, que no están afiliados estrictamente a Morena”, expresa.

“La Comisión Nacional de Encuestas va a definir el cuestionario, es la que ha hecho las preguntas a Morena para el plebiscito y las consultas ciudadanas, pero son preguntas que uno no sabe si contestar ‘sí, no o no sé’, porque cualquier tipo de respuesta puede conducirse hacia el lado que ellos quieran”.

La aceptación

Cuando los seis aspirantes se registraron para participar en el proceso interno de Morena debieron firmar un acuerdo en el que se comprometen a respetar los resultados.

Ese acuerdo también ha tenido un símil a nivel gubernatura, pero no todos los aspirantes perdedores lo han aceptado, e incluso en algún momento acusaron opacidad y simulación en la encuesta. Algunos dejaron el partido y otros aceptaron la postulación de otra fuerza política, dividiendo el voto como sucedió en el proceso electoral de este año en Coahuila con Ricardo Mejía.

Aldo Muñoz Armenta, profesor de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM), explica que el problema de la encuesta como método de elección, no es en sí el ejercicio matemático, sino cuando se involucra la política.

“El problema es cuando desde las esferas del poder, estamos hablando de gobernadores, alcaldes, de secretarios de Estado, intervienen en la coacción de la respuesta. Es muy complicado detectar este tipo de intervención”, advierte el experto y coincide en que aceptar los resultados es justo uno de los retos.

Un desafío para la encuesta es que sus resultados convenzan a los aspirantes, porque si queda duda, puede afectar la unidad y legitimidad. Otro reto es que sea un ejercicio verificable”
Aldo Muñoz Armenta, catedrático de la UAEM.

Al respecto, Ocaranza refiere que de la aceptación de los resultados, depende la credibilidad del proceso interno de Morena.

“Algunos como Monreal y Adán Augusto están en este proceso para ayudar en la legitimación y no necesariamente para alcanzar la candidatura, sino para decir, ‘seguimos adelante, hicimos nuestro mejor esfuerzo, pudo haber sido mejor el proceso, pero reconocemos el resultado’. Si de cuatro solo uno se queja, no va a tener ninguna ruptura, ni credibilidad a quien se queje”, refiere.

Pero la sombra de la opacidad en las encuestas está en Morena. Por ello, el propio presidente de partido, Mario Delgado, aseguró la semana pasada que este ejercicio será auditable.

“Al inicio de la jornada de cada levantamiento los representantes van a firmar las boletas; tendremos una urna transparente (…); al final de la jornada se meterán en un sobre las boletas, se sellarán y firmarán el sobre los representantes. Durante el conteo estarán los representantes; las boletas pueden ser recontadas y todas estarán firmadas. Es cien por ciento auditable [pues]es un proceso vigilado”.

Ramírez de Arellano considera que el hecho de que la Comisión Nacional de Elecciones sea la que lleve mano en todo el proceso, da lugar a dudas así como que uno de sus integrantes, Pedro Miguel, sea simpatizante de Claudia Sheinbaum.

“La Comisión será un embudo: ‘voy a dejar que participen cuatro cuatro encuestadoras, las propusieron los aspirantes’, pero al final de cuentas, la encuesta más importante va a ser la que yo Comisión Nacional de encuestas levante. Yo voy a hacer la responsable de hacer el cómputo y de dar el veredicto final y eso evidentemente es un proceso cerrado, es un proceso controlado en donde van a tener la posibilidad de que alguien de el palomazo o redefina”, advierte.

En otros ejercicios, Morena ha recurrido a reservar su información apegado a la Ley General de Partidos Políticos por lo que no ha sido posible conocer metodología, muestra, zonas geográficas y modalidad. Está por saberse si rumbo al 2024, la transparencia acompaña al partido del presidente.

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