La Vanguardia.- Estamos acostumbrados a que las granja sean grandes extensiones de terreno que se expanden horizontalmente, pero no tiene por qué ser así. Uno de los mejores ejemplos es la granja de fresas Plenty de Richmond (Virginia, Estados Unidos). Produce más de 1,8 millones de kilos de fresas anualmente en torres de 9 metros. Su modelo vertical le permite ahorrar tanto espacio como agua respecto a una granja tradicional, puesto que ocupa hasta un 97% menos de terreno y emplea hasta un 90% menos de agua.
La granja del futuro
Desde que los humanos inventaron la agricultura, la mayoría de granjas han sido horizontales (en las que son de plantas, puesto que también hay de mosquitos e incluso de paneles solares). Sin embargo, puede que pronto la tendencia cambie, y se primen las granjas verticales. Son aquellas en las que los alimentos se producen en altas columnas en vez de en extensos campos. Ya existen varias que así logran un mayor ahorro tanto de terreno como de agua.
Una de las más destacadas se localiza en Richmond (Virginia, Estados Unidos). Produce más de 1,8 millones de kilos de fresas anuales en torres de 9 metros de altura. Se trata de la primera granja del mundo en cultivar bayas en cultivo vertical a gran escala. Todo ello en menos de 3.716 metros cuadrados, o sea, en menos de un acre. Sus fresas aterrizarán en el mercado a comienzos de 2025.
Tal y como indica la granja en un comunicado, cada elemento opera mediante un software propio que controla desde la humedad, hasta la luz y temperatura. Además, utiliza inteligencia artificial para analizar 10 millones de puntos de datos cada día en sus 12 salas de cultivo y así adaptar cada sala a las necesidades cambiantes de las plantas. También se ha mejorado la polinización, para lo cual se emplea un método que distribuye de forma uniforme el aire para hacer una polinización más efectiva que utilizando abejas.
La mera existencia de esta granja resulta un hecho destacable en cuanto a agricultura. Ya existían granjas verticales, pero la mayoría se limitaban a lechugas, por las propias condiciones de estas; sin embargo, aquí se cultivan fresas.
La granja utiliza un 97% menos de tierra y un 90% menos de agua que una granja tradicional. Esto muestra las prometedores capacidades del cultivo vertical; sin embargo, no todo resulta positivo. Las granjas verticales padecen un gran problema: gastan demasiada energía en tecnología y luz. En las horizontales, el sol es gratuito y no requiere excesiva tecnología para apilar y recoger los cultivos.
Igualmente, a nivel de productividad resultan mejores que las granjas horizontales. Permiten producir más alimentos en un terreno más reducido. Además, debido al ahorro de costes en extensión, pueden localizarse en lugares más cercanos a su consumo y distribución.
En el caso de la granja Richmond, su fabricación ha resultado un largo proceso con varias investigaciones científicas de por medio. Entre los organizadores de las investigaciones se encuentra la Universidad del País Vasco, a quien se suman otras, como la Universidad de Queensland, la Universidad Macquarie, el Centro de Excelencia de Ciencias Vegeicas Moleculares, la Universidad de Florida o el Instituto de Fisiología Vegetal y Ecología de Shangái. El estudio final puede leerse en este enlace.
Uno de sus responsables, el profesor de Cultivos Protegidos de la Universidad de Queensland (Australia), Paul Gauthier, reveló a New Atlas que el rendimiento de la grana es notablemente superior a lo habitual. “Logré que las fresas produjeran 6 kg por planta cuando todo el mundo decía que lo máximo que se podía producir en un invernadero eran 2 kg” indicó. “Multipliqué el rendimiento de las fresas por tres modificando el entorno y llevándolas al límite”, añadió.