¿’E.T. II’? ¿’Regreso a Casablanca’? Aquellas increíbles segundas partes que estuvieron a punto de ocurrir
El inminente 40 aniversario de la película de Steven Spielberg ha devuelto a la conversación en redes sociales un tratamiento de nueve páginas en las que el director describió la trama de una segunda parte jamás rodada, uno de varios ejemplos en los que Hollywood intentó estirar un fenómeno de taquilla
El mundo del cine está lleno de segundas partes que uno nunca se creería. Muchas, estrenadas décadas después del éxito de la original. En 1985 alguien pensó que era una buena idea estrenar Oz, un mundo fantástico, continuación de El mago de Oz. En 1981 rodaron Psicosis II: el regreso de Norman, una vuelta al mundo enfermizo de Psicosis. En 2006 se estrenó una nueva entrega que nadie había pedido de Instinto Básico que resultó un fracaso a todos los niveles posibles. Este verano veremos una nueva entrega de Top Gun, Pero la lista pudo haber sido aún peor. Cuando Hollywood prepara sus fastos para celebrar los 40 años de E.T. El extraterrestre (Steven Spielberg, 1982), las redes sociales rememoran aquel proyecto de secuela que se quedó en un tratamiento de nueve páginas que son ya legendarias en Internet. Esa segunda parte nunca rodada de E.T. y el resto de casos de esta lista forman una lista que demuestra que en Hollywood, a veces, el sentido común gana la partida a la avaricia (y, de postre, un caso español que es la única secuela nunca rodada que sí hubiésemos querido ver).
E.T. II: ¡son más y son malvados!
Existe un documento de nueve páginas (está disponible en Internet) que cuenta, con detalle, la trama de E.T. II: Nocturnal Fears, (Miedos nocturnos) una segunda entrega que Steven Spielberg y Melissa Mathison, director y coguionista de E.T. El extraterrestre (1982), respectivamente, idearon poco después de que la película se convirtiese en un éxito. Según todos los analistas cinematográficos y admiradores de la película que, gracias a Internet, han tenido acceso a él, la decisión fue la correcta.
En esta nueva entrega se descubre que en el planeta de E.T. había dos civilizaciones parecidas al simpático alienígena de la primera entrega y estaban en guerra. Y los que regresan a la Tierra esta vez, en busca de E.T., los malos. Estos extraterrestres, se parecen al simpático alienígena que todos los espectadores conocieron, pero según la descripción de Spielberg son albinos y carnívoros y tienen ojos de color rosa y alargados colmillos. En su regreso se encuentran con los hermanos Elliott, Gerty y Michael, que tras su aventura espacial intentan seguir con sus vidas y prepararse para el verano, que está a punto de llegar. Pero sus planes se truncan cuando son secuestrados por los alienígenas hostiles y, en una nave espacial parecida a aquella en la que despidieron a su amiguito son interrogados para averiguar donde está E.T. que, ahora sabemos, se llama Zrek. E.T., desde su planeta, recibe telepáticamente la llamada de auxilio de Elliott y vuelve para salvar a los chicos. Y una vez lo hace, se va de nuevo. Porque si al final no hay una despedida que entristezca a millones de personas, no se trata de una película de E.T.
Hay que aclarar que esto que para el lector casual puede parecer una trama impropia de Spielberg es un esquema, un mero esqueleto para construir sobre él una historia que, de haber sido rodada, probablemente hubiese brillado de otra manera (si pensamos en el esqueleto de la historia de la propia E.T. se resume en: extratrerrestre telepático llega a la Tierra y se hace amigo de un niño). Pese a todo, y por muy bien que hubiese salido, probablemente hubiera arruinado el buen sabor de boca que E.T. dejó en varias generaciones. ¿Un E.T. albino con ojos rosas y dientes afilados? ¿Escenas de secuestros de niños? El tiempo demostró que Spielberg no se equivocaba al medir muy bien qué secuelas de sus propios productos quería dirigir: cuando dijo sí, rodó ejemplos como Indiana Jones y el templo maldito (1984) y El mundo perdido (1997). Cuando dijo nó, evitó mancharse las manos con Tiburón 2. Uno no se convierte en el director contemporáneo más influyente si no es tomando las decisiones correctas.
Forrest Gump y un niño enfermo
En 1994, en plena de resaca del éxito masivo de Forrest Gump (la más taquillera de 1994 en todo el mundo), el autor Winston Groom publicó Gump & Co., una segunda parte de su novela del mismo título publicada en 1986, que había inspirado la película original. Tal vez él fue el primer aliviado cuando esta segunda historia no vio nunca una adaptación cinematográfica: nunca le gustó demasiado que el Forrest que él había escrito, un hombre orondo que decía muchísimos tacos y que siempre se había imaginado como John Goodman fuese reducido en la película a un chico educado, angelical y delgado interpretado por Tom Hanks.
Eric Roth, guionista oscarizado por la primera entrega, fue el encargado de escribir esta segunda. Sin ceñirse demasiado a la novela, imaginó una historia que, como en el caso de E.T. II, no resulta demasiado amable con el material original. En la película nunca rodada Gump & Co. el hijo de Forrest Gump, llamado como él, es rechazado en su colegio porque, como su fallecida madre, tiene sida. En otra escena, Forrest Gump acaba en el asiento trasero del todoterreno que O.J. Simpson utilizó en su espectacular huida de la policía antes de ser detenido. Y en otra presenciaba el bombardeo de un edificio federal en Oklahoma, en el que murieron 168 personas en 1995. En una nota más colorista, y probablemente para hacer uso de esos efectos especiales que sorprendieron al mundo en la primera entrega, Gump coincidía con la princesa Diana en una fiesta y bailaba con ella.
En resumen, esta segunda entrega jamás rodada parecía una repetición de todo aquello que funcionó en la primera (un repaso a los eventos más notorios de décadas recientes en Estados Unidos en los que el protagonista acababa de pura casualidad), pero con un tono más oscuro. Según contó Eric Roth en una entrevista al portal Yahoo, el motivo por el que nunca se llegó a rodar fue más luctuoso todavía: entregó el guión definitivo a Universal Pictures el 10 de septiembre de 2001. Justo al día siguiente cambiaría el mundo y, con él, la agenda sobre lo que Hollywood quería y ya no quería contar.
Seven dos. O sea, Eight.
La segunda parte nunca rodada de Seven (David Fincher, 1995) es uno de esos casos en los que un proyecto artístico que era una cosa intenta convertirse en otra para aprovecharse de las circunstancias, uno de esos ejemplos en los que el Hollywood más cínico muestra su patita. Seven fue una auténtica sorpresa en 1995: una película oscura, violenta, tristísima y de final trágico que se acaba convirtiendo en una de las más taquilleras del año. Eran otros tiempos. Una historia con un final tan cerrado y perfecto no pedía ninguna secuela: de los cuatro protagonistas, dos acaban muertos, otro detenido y el otro a punto de jubilarse. ¿Qué se podía hacer con esto? La industria siempre puede hacer algo.
En el año 2002 New Line Cinema recibió un guion de Ted Griffin (Ocean’s Eleven) sobre un detective con poderes psíquicos que persigue a un asesino en serie que también tiene poderes psíquicos. Y alguien pensó que esa trama podría adaptarse para que el detective protagonista fuese William Somerset, o sea, el personaje de Morgan Freeman en Seven que, aparentemente, tras el final de aquella no se jubiló y además desarrolló ciertas capacidades telepáticas.
La primera voz en contra fue la del propio David Fincher, que mostró tanta cabeza como Spielberg al rechazar alargar la vida de E.T. Durante un encuentro del director con prensa y admiradores en Nueva York en 2008, con motivo del estreno de El curioso caso de Benjamin Button (que lo volvió a reunir con Brad Pitt, el policía de Seven), un fan le preguntó por qué nunca se decidió a dirigir aquel guion. Él respondió: “Preferiría que me apagasen cigarrillos en los ojos”. Morgan Freeman tampoco accedió a volver a meterse en el traje del detective. Aquel guion que se intentó transformar en una segunda parte de Seven volvió a su trama original y se llegó a a rodar y estrenar. Solace, con Anthony Hopkins, Jeffrey Dean Morgan y Colin Farrell, se estrenó en 2015, recibió críticas negativas y cayó en el olvido. Pero aquella caja de cartón siempre la recordaremos.
Casablanca 2. En serio.
¿Una segunda parte de Casablanca (Michael Curtiz, 1942)? La idea es casi tan vieja como la película: estrenada en 1942 y rápidamente convertida en un éxito, pese a un rodaje convulso en el que el guion se iba cambiando improvisadamente a medida que pasaban los días, la productora Warner Bros estuvo décadas fantaseando con la idea de una secuela. Hasta hace muy poco. Y aunque casi nadie lo recuerde, de algún modo llegó a ocurrir.
La idea inmediata que barajó la productora se llamaba Brazzaville y, según informó The New York Times, el guión lo iba a escribir Frederick Stephani (que acabaría escribiendo la serie de ciencia ficción de los años sesenta Flash Gordon). Warner Bros ya había barajado la posibilidad de añadir una escena al final de Casablanca en la que Rick (Humphrey Bogart) y el capitán Renault (Claude Rains) se suben a un barco con las tropas aliadas. ¿Para irse a dónde? Pues si atendemos al título de aquella supuesta secuela, a Brazzaville, nombre de la capital del Congo. En ese guion esbozado por Stephani se descubría que Rick y el capitán habían sido agentes encubiertos todo el tiempo, lo cual hubiese arruinado dos de los elementos más memorables del final de la película: la conversión de Renault (colaboracionista convertido en Casablanca) y el sacrificio personal de Rick al dejar marchar a Ilsa (Ingrid Bergman) para salvarla.
No fue el único intento de continuar la historia de Casablanca. En 1980 Howard Koch, uno de los guionistas de la original, escribió Return to Casablanca, en el que se descubre que Rick e Ilsa habían tenido un hijo y este, a sus 20 años, regresa a Casablanca para averiguar cuál fue el destino de su padre al quedarse en Marruecos. El guion despertó el interés de Cass Warner, nieta del fundador de Warner Bros, y la posibilidad de llevarlo apareció en los medios en 1988 y llegó hasta 2012, cuando según Entertainment Weekly seguía existiendo interés en rodar la película. Todavía no ha ocurrido. Eso sí, un par de series basadas en personajes secundarios de la película se estrenaron, sin éxito, en la televisión estadounidense en 1955 y 1983 y hasta François Truffaut contó que recibió una oferta para hacer una nueva versión de la original que rechazó, probablemente, por puro amor al cine.
Nacional IV, el caso español
Aunque el sambenito lo lleve el cine estadounidense, en el cine español han abundado las sagas y las segundas partes desde los años sesenta: La gran familia, Perros callejeros, El Crack, Zipi y Zape, Makinavaja, Torrente o REC se convirtieron en sagas enormemente rentables y grandes éxitos de taquilla como Ocho apellidos vascos, El otro lado de la cama, A tres metros sobre el cielo, El pico, La niña de tus ojos o Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto también conocieron segundas partes. Otra de las grandes sagas del cine español fue la trilogía nacional de Luis García Berlanga (La escopeta nacional, Patrimonio Nacional y Nacional III) que entre 1978 y 1982 describió a esas élites acomodadas del fraquismo que, ante la llegada de la democracia, se ponían muy nerviosas pensando en el futuro.
Nacional 4: ¡Viva Rusia! es la cuarta entrega jamás rodada cuyo guion se encontró el 10 de junio de 2021 en la caja número 1034 de la cámara acorazada del Instituto Cervantes, que el director había dejado en 2008 con instrucciones de que no se abriese hasta el día de su centenario. En ella Luis José, el primogénito del marqués de Leguineche, pone su mirada en Rusia para aprovechar la oportunidad de negocio tras la caída de la URSS y se alía con el presunto bisnieto del zar Nicolás, al que además del dinero le encanta acostarse con gallinas.
La película, planeada para rodarse a comienzos de los noventa, tuvo como mayor inconveniente la muerte de Luis Escobar, que había dado vida al marqués, y el distanciamiento entre Berlanga y el otro guionista del libreto, Rafael Azcona. Pero los admiradores de Berlanga siempre tendrán el consuelo de poder leer el guion, editado por Pepitas de calabaza. De todas las secuelas jamás realizadas de esta lista, esto es tal vez lo más cercano a una promesa cumplida…. y apetecible.
FUENTE: EL PAÍS