Diario de Sevilla.- Durante milenios, los espejos han sido objetos venerados y temidos, han estado presentes en mitos y leyendas y se han utilizado para narrar el pasado y el futuro, para viajar a otros mundos o para encontrar la verdad. Pero, más allá de las supersticiones,creencias populares o raíces ancestrales, verse reflejado en el espejo puede devolver una realidad que no es la que realmente se nos muestra. Pero este hecho no tiene nada que ver con una percepción mágica sino con una realidad psíquica: la eisoptrofobia.
Se trata de un miedo irracional e intenso que experimenta una persona al ver en un espejo su propia imagen o algo que le causa pánico o terror. Sin importar el objeto que cause el intenso miedo, es la ansiedad el factor común y el epicentro de la eisoptrofobia. Y el punto del imaginario que lo acompaña también estaría en que un reflejo del espejo salga de este para hacerle daño, lo que intensificaría sus ideas irracionales.
No hay unanimidad sobre si las personas que sufren eisoptrofobia tienen miedo al espejo como objeto en sí mismo, o al reflejo, es decir a su propia persona. En principio, ambos casos están englobados dentro de esta fobia. Asimismo, las personas con baja autoestima o con problemas de aceptación del propio cuerpo, pueden sufrir episodios esporádicos o crónicos de esta fobia.
Síntomas derivados
Quien padece eisoptrofobia tiene los mismos síntomas que ocurren en cualquier fobia cuando estamos delante del estímulo temido. Así es como se manifiesta:
- Sudoración.
- Sensación de ahogo y falta de aire.
- Ganas de huir y evitar los espejos.
- Mareos y nauseas.
- Miedo y ansiedad intensos.
- Aceleración de la frecuencia cardiaca.
- Pérdida del sentido de la realidad.
- Sentirse fuera de uno mismo.
- Evitación de los espejos.
En este contexto, quien padece esta fobia en casa no tiene espejos donde pueda verse, y evitará aquellas situaciones donde haya espejos, por ejemplo, situaciones sociales en restaurantes, peluquerías o centros de estética, tiendas, etc. Y las que no pueda evitar, las vivirá con un gran malestar y ansiedad.
Estas limitaciones hacen que la persona vaya reduciendo su círculo de actividad social, incluso puede afectaren lo laboral, familiar y de pareja. La propuesta terapéutica más eficaz hoy en día es la terapia de exposición.
Consiste en exponer a la persona a los estímulos temidos de manera gradual, a fin de que vaya desensibilizándose poco a poco, y dotarle de estrategias de manejo de la ansiedad, así como reestructurar el pensamiento desajustado e irracional. Además, de esta manera se trataría a su vez la autoestima y la seguridad del paciente en sí mismo.