El Caribe pierde sus manglares por el desarrollo urbano y los desastres
La temporada de huracanes de 2017 provocó 10% de las pérdidas de bosques en Puerto Rico durante las últimas dos décadas. En Cuba, se han deforestado 41,000 hectáreas en 20 años.
Expansión.- La temporada de huracanes de 2017 provocó 10% de las pérdidas de bosques en Puerto Rico durante las últimas dos décadas. En Cuba, se han deforestado 41,000 hectáreas en 20 años.
Las islas del Caribe son uno de los “puntos calientes” de mayor biodiversidad y riqueza ecológica en el mundo, de acuerdo con la organización Conservación Internacional. Pero de esta vasta región que se expande a lo largo de más de 4 millones de kilómetros cuadrados, solo 230,000 de ellos corresponden con superficies terrestres. Las islas de Cuba, Jamaica, Puerto Rico y La Española representan en torno a 90% de todo el territorio del Caribe. Y, sin embargo, en las últimas dos décadas, estas pequeñas superficies de tierra han atravesado profundos procesos de deforestación y erosión del suelo que han puesto en peligro el bienestar de los ecosistemas y las comunidades costeras.
Entre 2001 y 2021, sólo en la isla de Puerto Rico se registró una pérdida de 16 mil 286 hectáreas de bosque, casi un cuarto de todos los bosques primarios del país, que son aquellos cuyo valor para la biodiversidad es incalculable. Por su parte, en Cuba, hogar de 36% de todos los arrecifes de coral del Caribe, la deforestación de las últimas dos décadas supera las 41,000 hectáreas, una cantidad equivalente a poco más de la mitad de La Habana, su capital.
El cambio de suelos para la agricultura y el desarrollo urbano son dos de los principales factores detrás de este fenómeno que también afecta a los pantanos de manglares, un tipo de bosques clave en la protección de las costas caribeñas, especialmente ante los temidos ciclones y marejadas.
Para identificar las actividades que amenazan los bosques de la región y conocer cómo miden los países la deforestación, la sexta generación de la Red LATAM de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes y Mongabay Latam nos propusimos dar una mirada profunda a este problema en 12 países de Latinoamérica que en 20 años han perdido más de 39 millones de hectáreas de bosques primarios o intactos, de acuerdo con las cifras de la plataforma de monitoreo satelital Global Forest Watch (GFW).
Para hacerlo solicitamos información pública a los gobiernos de Ecuador, Guatemala, Colombia, Bolivia, Brasil, Perú, Argentina, Chile y México sobre las extensiones y causas probables de pérdida boscosa. De igual forma, analizamos con tecnología satelital la situación de otros países como Cuba, Puerto Rico y El Salvador. Todo ello con el mismo objetivo: reconstruir el avance de la deforestación y las decisiones políticas que lo permitieron.
La destrucción de los manglares, los defensores de las costas caribeñas
La UNESCO calcula que algunos países han perdido más de 40% de sus manglares, a menudo como consecuencia del desarrollo costero, y el panorama en el Caribe no parece más optimista. De ahí que nuestro análisis de Cuba y Puerto Rico se centre en este tipo de bosques.
Cuba, por ejemplo, alberga uno de los bosques de manglares más extensos de la región, pero la creciente deforestación de la Costa Sur está poniendo en riesgo a los ecosistemas y comunidades costeras. En Puerto Rico, por su parte, estos manglares son ecosistemas en riesgo, que ya representan menos de 1% del área del archipiélago. De acuerdo con proyecciones de Naciones Unidas , de no intervenir esta zona con procesos de saneamiento y reforestación, para finales del siglo XXI unas 21 comunidades costeras podrían desaparecer del archipiélago, y más de 98 de ellas se verían gravemente afectadas.
Los bosques de mangle, además de ser hogar de una gran diversidad de flora y fauna que también sirve de alimento para comunidades locales, son, en comparación con otros árboles y bosques terrestres, hasta 10 veces más potentes en la absorción de carbono. De hecho, según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), los manglares del mundo retienen cada año hasta 22.8 millones de toneladas de carbono en sus raíces, troncos y suelo.
Y, sin embargo, su mayor valor ecológico reside en su rol como barrera natural ante la erosión del suelo, los ciclones y las marejadas que típicamente atacan a los ecosistemas tropicales. Un estudio de la revista Nature concluyó que en 2017, durante el huracán Irma en Florida, los manglares sirvieron de protección a unas 500,000 personas y previnieron daños por inundaciones calculados en unos 1,500 millones de dólares. Inclusive, entre las zonas afectadas por el ciclón, aquellas que tenían manglares pudieron reducir los daños casi 25%.
Un informe de GFW apunta que la temporada de huracanes de 2017 fue responsable de la pérdida de 10% de los bosques puertorriqueños.
Cuando las zonas costeras son despojadas de esas barreras naturales que son los manglares, la marea y los ciclones avanzan con facilidad por los espacios deforestados, inundando casas y comunidades enteras, y obligando a las poblaciones locales a desplazarse fuera de la línea de la costa.
Ese fue el caso de Maylín Roselló, una vecina de la zona del surgidero de Batabanó, en la Costa Sur de Cuba, que a lo largo de su vida ha tenido que ver múltiples casas consumidas por las tormentas. Sus vivencias las recoge el periodista cubano Dariel Pradas en el reportaje “Tierra Prestada: una historia de deforestación centenaria en el occidente de Cuba” , una historia que forma parte de este especial.
A pesar de que los bosques tropicales en las áreas de tormenta suelen ser más resilientes a los temporales por naturaleza, la comunidad científica teme que las consecuencias del cambio climático generen ciclones cada vez más fuertes, y, por tanto, bosques tropicales incapaces de sortearlos.