Daniel Zavala es uno de los científicos detrás de un proyecto que busca transparentar cuánto y quiénes emiten metano, como parte de una búsqueda para erradicar el gas.
Expansión.- Daniel Zavala dice que siempre tuvo un especial interés por los temas ambientales, que, como muchos de los que han crecido en la Ciudad de México, lo que más recuerda de ésta son los días altamente contaminados y grises. Así, decidió hacer una carrera científica que le permitiera enfocarse en temas sociales y ambientales.
“Nuestro objetivo no es tener más datos de metano, es que empecemos a ver que estas emisiones se reduzcan en cerca del 50%, que es lo que sabemos que se puede y se necesita para mitigar el cambio climático. Entonces, esto es un proceso, el proyecto será satisfactorio no por la cantidad de datos que liberamos, sino lo que logremos respecto a la reducción de las emisiones”, describe Zavala en una llamada desde Utrecht, Países Bajos.
Con esto, dice, se suman esfuerzos hacia algo que él denomina como transparencia climática.
¿Por qué es importante medir el metano?
El metano es uno de los gases responsables del cambio climático y genera un impacto 80 veces mayor que el del dióxido de carbono en las dos primeras décadas tras ser emitido. Los sectores ganadero y de gas y petróleo son los que más lo liberan al ambiente. Zavala y el Environmental Defense Fund, a través del satélite, han decidido enfocarse en el segundo.
Uno de los grandes problemas del metano en el sector de hidrocarburos es su medición. No existen mecanismos para transparentar los datos, no se tienen registros confiables de cuánto metano se eleva a la atmósfera, ni quiénes son los emisores responsables.
“Hay oportunidades de reducción en los distintos sectores o industrias, pero la oportunidad más a la mano es en el sector hidrocarburos porque al ser el principal componente del gas, si en lugar de que se escape a la atmósfera, se captura, se puede utilizar por combustible, entonces es prácticamente sin costo el control de las fugas y las emisiones”, dice Zavala.
La construcción del proyecto ha tomado seis años. La organización ha hecho colaboraciones con otros agentes como la Universidad de Harvard, Google y el gobierno de Nueva Zelanda. Ahora, lo que sigue es esperar a que el satélite se estabilice en el espacio durante los siguientes meses, para que a inicios de 2025 el flujo de los datos que éste recolecte sea fluido y se pueda tener un mapa de las emisiones.
“El problema es que el gas es invisible, pero una vez que tú sabes de dónde se está emitiendo, el control es relativamente fácil”, dice Zavala.
El satélite funciona con un sensor llamado espectrómetro que refleja la luz del sol y con eso mide una longitud de onda a la que el metano absorbe la luz. Luego esos datos serán procesados.
MethaneSAT dará alrededor de 15 vueltas diarias alrededor del mundo y así mapeará cerca del 80% de la producción mundial de metano en los campos productores de gas y petróleo.