El principio del fin de Airbnb en Nueva York

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Se espera que miles de Airbnbs y otros alquileres a corto plazo desaparezcan de las plataformas de reservas a medida que la ciudad de Nueva York comience a aplicar restricciones estrictas.

Wired.- Miles de Airbnb y alquileres a corto plazo, es decir, estancias menores a 30 días, están a punto de desaparecer del mapa de Nueva York.

La Ley Local 18, también conocida como Ley de Registro de Alquileres a Corto Plazo, que entró en vigor el martes, es tan estricta que no solo limita las operaciones de Airbnb en la ciudad, sino que casi las prohíbe por completo para muchos huéspedes y anfitriones. A partir de ahora, todos los anfitriones de alquileres a corto plazo en Nueva York deben registrarse en la ciudad y, únicamente quienes viven en el lugar que rentan y estén presentes cuando alguien se aloja, pueden optar a ello. Además, solo podrán recibir a dos huéspedes.

¿Cómo afecta la nueva ley a Airbnb en Nueva York?

Atrás quedaron los días de los departamentos elegantes del centro acondicionados para despedidas de soltera, los espacios acogedores de dos y tres habitaciones cerca de museos para las familias, e incluso la opción de que la gente rentara su hogar los fines de semana cuando estuvieran fuera. Aunque Airbnb, Vrbo y otras compañías del sector pueden seguir operando en Nueva York, las nuevas normas son tan estrictas que Airbnb las considera una “prohibición de facto” para su negocio de reservaciones, según informó Reuters.

Los alquileres de corta duración implican ruido, basura y peligro para las zonas donde se ubican, al mismo tiempo que expulsan a los residentes locales de sus propios vecindarios. Algunos propietarios de Nueva York son prolíficos y disponen de cientos de anuncios en Airbnb. Pero otros neoyorquinos solo intentan llegar a fin de mes, alquilando su vivienda mientras están fuera de la ciudad, o rentando la mitad de un dúplex a través de esta plataforma para ayudarse a cubrir los gastos de la hipoteca.

Airbnb también es popular entre algunos de los 66 millones de visitantes de la ciudad al año, de acuerdo con la Oficina de la Contraloría del Estado de Nueva York, quienes buscan alojamientos más baratos y a veces más grandes que las habitaciones de los hoteles. Tan solo en 2022, la oferta de alquiler a corto plazo generó 85 millones de dólares en Nueva York, según reportó The New York Times. Quizá la ciudad sea una porción relativamente pequeña del mercado mundial de Airbnb, pero la nueva reglamentación demuestra que los gobiernos locales son capaces de acabar eficazmente con este tipo de servicios de la noche a la mañana y reducir su impacto en las zonas residenciales de gran densidad. Y Nueva York es solo una de las muchas ciudades de todo el mundo que intentan calmar la fiebre del oro del alquiler de corta estancia.

Y cada una adopta un enfoque diferente. Dallas restringió los alquileres de corta duración a determinados vecindarios para evitar fiestas molestas y peligrosas. En otros lugares, la provincia canadiense de Quebec y Memphis (Tennessee), entre otras, exigen actualmente permisos para este tipo de alojamientos. En San Francisco, el tiempo que una persona puede ofrecer su residencia entera en renta mediante Airbnb está limitado a 90 días al año; Ámsterdam (Países Bajos) fija ese límite en 30 noches al año y París (Francia) en 120 días. Berlín prohibió con anterioridad casi todos los Airbnb, pero revocó la decisión en 2018.

Hasta la fecha, los intentos de Airbnb de defenderse de la nueva ley han sido en vano. La compañía demandó a la ciudad de Nueva York en junio, pero un juez desestimó el caso en agosto, declarando que las restricciones eran “totalmente racionales”. Airbnb no comentó si apelaría la decisión. Y los anfitriones también luchan por el derecho a ofrecer sus viviendas como estancias de corta duración, reuniéndose con funcionarios municipales para intentar modificar la legislación.

Las medidas “son un golpe para su economía turística y para los miles de neoyorquinos y pequeñas empresas de los distritos periféricos que dependen del alojamiento compartido y de los dólares del turismo para llegar a fin de mes”, afirma Theo Yedinsky, director de política global de Airbnb. “La ciudad está enviando un mensaje claro a millones de visitantes potenciales que ahora tendrán menos opciones de hospedaje cuando visiten Nueva York: no eres bienvenido”. Yedinsky asegura que Airbnb tiene el objetivo de colaborar con la ciudad en la elaboración de reglas “sensatas” para el uso compartido de viviendas, pero no dio más detalles sobre los próximos pasos de la compañía.

El cambio hará que los alquileres de corta duración sean “mucho menos atractivos” para una gran cantidad de personas que vienen a Nueva York, señala Sean Hennessey, profesor del Centro de Hospitalidad Jonathan M. Tisch de la Universidad de Nueva York. Y en una ciudad donde las habitaciones de hotel son pequeñas y costosas, “haría que resultara menos accesible”.

La batalla de Nueva York contra alquileres de corta duración

Actualmente hay más de 40,000 Airbnbs en Nueva York, según el sitio web Inside Airbnb, que hace un seguimiento de la oferta dentro de la plataforma. En junio, 22,434 de ellos eran alquileres de corta duración, definidos como lugares que admiten reservas de menos de 30 días. Muchos de estos se concentran en los alrededores del centro de Manhattan, a lo largo del Upper East Side y en Williamsburg y Park Slope, en Brooklyn. Aunque el número de alojamientos podría ser pequeño en comparación con los ocho millones de habitantes de Nueva York, Murray Cox, fundador de Inside Airbnb, opina que algunos vecindarios deseables se ven sobrecargados por los alquileres a corto plazo, lo que provoca escasez de viviendas y precios de arrendamiento más elevados. La nueva ley, en teoría, daría acceso a los residentes locales a estas opciones. La ciudad de Nueva York se enfrenta a una escasez de viviendas que ha incrementado los alquileres y los índices de personas sin hogar.

La aplicación de la ley demuestra “claramente que los alquileres de corta duración se pueden disminuir”, indica Cox, quien formó parte de la Coalition Against Illegal Hotels (Coalición contra los Hoteles Ilegales), grupo que abogó por la ley de registro. “Es posible hacer que estas plataformas rindan cuentas”.

Existe una ley anterior en los archivos que impide el alquiler a corto plazo de departamentos enteros durante menos de 30 días en Nueva York, pero ha sido difícil hacerla cumplir sin el mandato de registro que entra en vigor el martes. Para agravar la repentina escasez de Airbnbs en la ciudad está otro elemento de la nueva legislación que permite a los propietarios de viviendas prohibir que estas plataformas ofrezcan sus servicios dentro de edificios enteros. En julio, cerca de 9,000 inmuebles de toda la ciudad de Nueva York estaban en la lista. Las leyes neoyorquinas al respecto eximen a determinados departamentos íntegros de las plataformas de alquiler que están clasificados como hoteles y pensiones, lo que significa que algunas unidades completas se seguirán anunciando en ellas.

Algunos anfitriones de alquiler a pequeña escala consideran que esta ley los contempla injustamente junto a los arrendadores profesionales. Margenett Moore-Roberts renta un departamento de dos dormitorios dentro de su casa de ladrillo rojizo en Brooklyn; vive en la otra unidad de la residencia con su marido y su hija adolescente. Dice que no quiere alquilar el departamento a un inquilino a tiempo completo y perder la flexibilidad de recibir allí a familiares y amigos o, como hizo durante la pandemia, utilizarlo como despacho en casa. Pero como su familia no ocupa la segunda vivienda de dos dormitorios, ya no puede anunciarse en Airbnb para estancias inferiores a 30 días.

El grupo Restore Homeowner Autonomy and Rights (Restablecer la Autonomía y los Derechos de los Propietarios de Viviendas) de Nueva York aboga por que se modifique la normativa para permitir que las propiedades unifamiliares ocupadas por el dueño y también aquellas compartidas por dos familias se registren en la ciudad y se eliminen los límites de capacidad. Consideran que personas como Moore-Roberts deberían poder rentar sus viviendas y que no entran en la misma categoría que los propietarios más grandes.

Moore-Roberts declara que no está totalmente en contra de la modificación de la ley, pero quiere que se reelabore con más matices para proteger a los inquilinos con una sola propiedad, como ella. “Utilizaron un instrumento poco afilado cuando debieron emplear un bisturí”, manifiesta. Actualmente está sin trabajo y explica que la disminución de los ingresos procedentes del alquiler a corto plazo acentúa esa tensión económica. “Ponernos a todos en el mismo saco de jugadores es realmente injusto y no ayuda”.

Airbnb informa que cancelará y reembolsará las reservas en alojamientos no registrados a partir del 2 de diciembre, pero las efectuadas hasta el 1 de diciembre seguirán vigentes para aminorar el impacto en anfitriones y huéspedes. Estos últimos no serán penalizados si reservan y se quedan en una propiedad no registrada, pero los anfitriones y las plataformas en las que se anuncian podrían serlo a partir de hoy, 5 de septiembre.

Airbnb también señala que las estancias no registradas quedaron bloqueadas para futuras reservas después del 5 de septiembre a partir del 14 de agosto, pero la búsqueda que WIRED realizó arrojó docenas de departamentos completos para más de dos personas aún disponibles para reservar después de la fecha mencionada por la ley. Estos alojamientos no cumplirían los requisitos de registro de Nueva York para alquileres a corto plazo. Airbnb no comentó por qué siguen en la plataforma. Vrbo declinó hacer comentarios para este artículo. Y Booking.com tampoco dio réplica.

Hasta el 28 de agosto, 3,250 anfitriones de alquileres de corta duración habían presentado solicitudes de registro, según Christian Klossner, director ejecutivo de la Oficina de Cumplimiento Especial de Nueva York. Se revisaron más de 800 solicitudes, y la oficina concedió 257 registros, devolvió 479 para solicitar información adicional o correcciones, y denegó 72. A partir del martes, la dependencia se centrará en trabajar con las plataformas de reservas para asegurarse del uso del sistema de verificación para los registros y de que no procesan transacciones no verificadas, destaca Klossner.

Es posible que un número cada vez mayor de ciudades esté intentando poner freno a los alquileres de Airbnb, pero la compañía sigue creciendo. Ganó 2,500 millones de dólares en el segundo trimestre de 2023, un 18% más interanual, y el número de noches y experiencias reservadas en la plataforma creció un 11% en el mismo período.

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