Emprendedores de shows virtuales, en la quiebra, ¿Cual es la alternativa?
La Jornada – A casi un año de la suspensión de actividades no esenciales debido a la pandemia, el resultado es crítico, pues muchas de las productoras de entretenimiento y espectáculos “están en quiebra”. Norma Gasca, dueña de la empresa Rock Show Entertainment, creadora de festivales musicales y coartífice de la iniciativa Reactivación del Entretenimiento y la Música en México (Remm), acepta errores e ignorancia en el emprendimiento de proyectos y conciertos ante lo que parecía ser una situación sanitaria que se resolvería a mediano plazo.
“Ahora debemos tener paciencia para privilegiar la salud; incluso para proyectar y crear, primero tenemos que sobrevivir; hay que cuidarnos, a nuestra gente y al público”.
Gasca explicó: “Esta situación, a mí como a muchos, nos ha llevado –a la mayoría– a la quiebra; no hay ahorros que sostengan esto; que lo sigamos intentando no quiere decir que tenemos los recursos para respaldarnos; por ejemplo, los números de firmas grandes como Ocesa no son de quiebra, pero tienendéficit millonario y despidieron un porcentaje enorme de su personal”.
En mayo pasado, debido a las restricciones, fue anunciada “una innovadora propuesta” que tenía en la mira llevar los conciertos en formato streaming con el fin de mantener unidos a los artistas con su público, haciéndolos de pago y creando con ello miles de puestos de trabajo para gente de la industria.
Así surgió el proyecto Remm, con la colaboración del Pepsi Center WTC de la Ciudad de México y el Conjunto Santander de Artes Escénicas en Guadalajara. Este formato se basaba en recursos compartidos y de repartición de porcentajes entre los socios. “Hicimos 26 shows de rock, pop, influencers, jazz o stand up con enormes campañas de publicidad; fuimos pioneros en el streaming, no que lo inventáramos sino que nos animamos a tener esta armada de recursos”.
A septiembre, “los resultados fueron extraordinarios en relación con el impacto con el público, pero con muy negativos ingresos económicos. Nuestro objetivo no se cumplió”. Otro aspecto en contra, dijo, fue “la voracidad extrema de Editores Mexicanos de Música y la Sociedad de Autores y Compositores de México, que cobra regalías de 6 por ciento de lo facturado por función en vivo”, pero varios productores invitados a colaborar se quejaron al considerarlo un abuso.
Sergio Islas, periodista y relacionista público, expuso: “El reparto de los beneficios por streaming no es justo, se negocia desde una posición de debilidad del artista y de los emprendedores. Además, las plataformas no siempre dejan en claro el reparto del dinero y es casi obligado firmar en condiciones adversas. Lo peor es que, en caso de negarse, las amenazas son claras y los abogados están listos a proceder en contra de los organizadores”.
La realidad, retomó Gasca, fue que casi todos los streamings “tuvieron malos resultados; lo único exitoso y autogestivo fue el stand up, el cual en circunstancias técnicas es muy barato; imagina que nosotros montamos orquestas completas y, según nuestra propia estadística, tuvimos 2 por ciento de lo que solíamos vender en un acto presencial. Todas nuestras facturaciones fueron pequeñas y 80 por ciento de ellas dieron números rojos”.
Gasca e Islas coincidieron en varias posturas: primero, hacer un llamado a la sociedad en pro de la empatía y participar en espectáculosde pago y al gobierno a que colabore con los trabajadores de la cultura, “con el fin de volver a construir y florecer en el sector”.
También proponen a la industria plantar cara a los abusos, y emplazar nuevas formas de encontrar beneficios con la música y los espectáculos. “La música nos necesita a todo el sector del entretenimiento y no se pueden apagar esta voz”, declaró Islas. Ahora, dijo Norma, “estamos buscando nuevas formas e incubando proyectos, desarrollando pruebas pilotos. No vamos a salir de hacer shows de mil personas si no sabemos cómo reacciona la estructura y la producción”.