En la jungla del asfalto; Guns N’ Roses vuelve a pisar tierra mexicana y deleita a 45 mil personas
En la jungla del asfalto; Guns N’ Roses vuelve a pisar tierra mexicana y deleita a 45 mil personas.
Excélsior.- Ayer por la noche el Estadio Ciudad de los Deportes de la capital mexicana debutó en el mundo de los conciertos y el rock, y no lo pudo haber hecho mejor con un padrino más representativo del género que Guns N’ Roses, quienes con su gira We’re F’N Back, volvieron a pisar tierra mexicana y deleitaron a 45 mil personas que se dieron cita en el recinto con un viaje por su historia y su apoyo a Ucrania.
Diez minutos antes de las nueve de la noche el antiguo Estadio Azul se convirtió en una jungla donde el único dios a venerar era el hard rock. Duff McKagan, Slash, Axl Rose, Dizzy Reed, Richard Fortus y Frank Ferrer se apoderaron del lugar y con las primeras notas de It’s So Easy el público comenzó a mover sus cabezas a la orden que la música marcaba.
Mr. Brownstone fue el siguiente invitado en la lista y con este tema Axl mostró, de manera discreta, algunos de sus conocidos pasos mientras aquellos que se aferraban a sus años de juventud enseñaban orgullosos sus playeras de la banda.
“Hola”, fue como Axl saludó a sus fieles seguidores chilangos, quienes con teléfono en mano siguieron cada movimiento que hacía el vocalista, McKagan, Reed y Slash, a quien un fan no dudó en gritarle: “Slash, cúbreme con tu manto”.
Con Chinese Democracy y Slither la banda poco a poco fue guiando a sus fans hacia lo que sería una noche de nostalgia, locura y descubrimiento para las nuevas generaciones que se hicieron presentes acompañadas por sus papás.
El escenario flanqueado por dos pantallas laterales que acercaban a aquellos en los lugares más lejanos a la banda y una pantalla central que re- producía gráficos hipnotizantes que rockeaban al ritmo de la música, adornaron un breve solo de Slash cuando la locura se desató… Guns N’ Roses le daba la bienvenida a la jungla a todos con el icónico tema del disco Appetite For Destruction, Welcome to the Jungle.
“Vamos, Ciudad de México, I wanna hear you scream”, lanzó Axl y la petición definitivamente no fue ignorada… el público respondió acompañándolo en el coro del tema y en cada letra de la canción, mientras un viaje por las calles de una ciudad neón se proyectaba en la pantalla y Axl se movía casi como en los viejos tiempos, pero eso sí, la voz sigue siendo la misma con la que el mundo entero lo conoció en los 80.
Los Guns saben que en México su base de fans es fiel… y no sólo a su música, sino al estilo que impusieron en la década de los 80 y se acentuó en los 90. Cientos de personas no dudaron en desempolvar sus camisas de franela rojas, sus botas negras militares, sus jeans rotos —por uso, no por diseño— sus paliacates rojos y uno que otro sombrero de copa.
Con una cátedra de cómo se toca una guitarra y un bajo, Slash y Duff le hicieron un final memorable a Double Talkin’Jive, la cual llegó después de Better y le dio paso a Live and Let Die, original de Wings, la cual el público no resistió a cantar y saltar, al mismo tiempo que intentaban dislocarse el cuello haciendo headbanging. “Gracias”, dijo Axl.
Reckless Life fue el momento indicado para que unos cuantos aprovecharan para ir al baño, mientras otros, no dudaron en sellar su amor con besos y caricias… mientras al fondo los Guns hacían lo mejor que saben hacer… tocar.
“Ésta es una de sus mejores rolas”, se escuchó decir a uno de los fans mientras los primeros acordes de Estranged cubrieron el estadio entero sólo para dar paso a Shadow of Your Love, en donde Axl y Slash hicieron esa dupla que todos quieren ver siempre.
Rocket Queen llegó con una chica de cómics en la pantalla que hizo que Slash se empapara de sudor mientras Axl hacía aplaudir al público al ritmo de la música. You Could Be Mine no sólo puso a bailar al público, sino también a la banda, mientras Slash giraba, Richard saltaba, Duff hacía los coros y muchos pensaban en Terminator II.
Con la bandera de Ucrania ondeando en la pantalla en medio de un gráfico que mostraba una ciudad en llamas, Axl apareció en el escenario silbando las primeras notas de Civil War, canción con la cual dejaron clara su postura de apoyo al país en guerra. Una pequeña bandera se mantuvo en el escenario durante todo el show.
Y como era de esperarse, lo mejor llegó al final. Con un solo de blues, Slash sólo encendió más los ánimos del público que recibió con toda su energía Sweet Child O’Mine en donde lo importante fue cantar a todo pulmón con Axl, bailar… y grabarla para la posteridad con el celular. Pero eso sólo fue el preámbulo de una enorme ovación cuando ataviado con un saco púrpura y sombrero blanco, Axl apareció en el piano para dar vida a November Rain a la cual siguió Knockin’ On Heaven’s Door en la que la gente cantó a petición del vocalista.
Tras un breve encore, la banda regresó sólo para deleitar a los presentes con Patience, en la que, a la vieja escuela, brillaron algunos encendedores entre el público; después llegó el turno de Don’t Cry y Paradise City.