Estados Unidos y Corea del Sur responden al cohete de Kim Jong-un lanzando cuatro misiles
Estados Unidos, Japón y Corea del Norte han realizado maniobras en la zona tras el misil balístico Hwasong-12 que lanzó el martes Corea del Norte sobre Japón.
El Mundo.- El Everest, la montaña más alta del planeta, tiene menos de nueve kilómetros de altura. Hasta una órbita con una altitud media de 400 kilómetros llega la Estación Espacial Internacional. El misil balístico Hwasong-12 que lanzó el martes Corea del Norte sobre Japón voló 1.000 kilómetros por encima de la superficie terrestre. Era invisible a simple vista. Ni siquiera un destello se vislumbraba desde la punta de la antena de telecomunicaciones de la Tokyo Skytree, la torre más alta del país nipón.
Hacía más de cinco años que un proyectil norcoreano no sobrevolaba Japón, aunque lo hiciera en la mayor parte de un trayecto de 4.600 kilómetros por encima de la atmósfera terrestre antes de caer en el Pacífico. El ruido de las sirenas antiaéreas despertó a los vecinos de dos prefecturas del norte, Hokkaido y Aomori, cercanas a Rusia. Las autoridades recomendaron a la población que buscara refugio bajo tierra. Ya sabían que el misil iba directo hacia aguas lejanas, pero temían que partes del dispositivo pudieran desprenderse durante el vuelo y caer en picado en tierra.
Pyongyang, en un crispado otoño de 2022 dentro del tablero geopolítico global, sigue jugando con sus misiles. Parece interminable su calendario de pruebas. En lo que llevamos de año ha disparado 40 proyectiles en 23 ejercicios de lanzamiento. Nunca antes había llevado ese ritmo. Desde armas hipersónicas hasta los temidos misiles balísticos intercontinentales (ICBM). El Hwasong-12 lanzado el martes podría alcanzar las bases militares estadounidenses de Guam, en la Micronesia.
El régimen norcoreano vuelve a ser el gran agitador de la región aprovechando que el mundo está distraído con la guerra en Ucrania y que la creciente división en el Consejo de Seguridad de la ONU, con los recientes vetos de sanciones por parte de Rusia y China, le está dando una tregua para acelerar en el desarrollo de armas. Pero, ¿sabemos lo que quiere realmente Kim Jong-un?
“Primero está el tema tecnológico, que es vital porque desde el punto de vista de Kim, piensa que está perdiendo la carrera tecnológica frente a EEUU y Corea del Sur, y eso les preocupa mucho. También quiere mandar el mensaje de que hasta que no haya algún tipo de acuerdo de los que se pusieron en la mesa -negociaciones nucleares- durante la fallida cumbre de Hanaoi, va a seguir desarrollando su programa armamentístico. Y como a día de hoy no hay más sanciones internacionales, Pyongyang puede seguir haciéndolo sin problema”, analiza para EL MUNDO Ramón Pacheco Pardo, profesor de Relaciones Internacionales en King’s College de Londres y especialista en la península de Corea.
“La situación está enfrascada en un juego geopolítico. Corea del Sur, Japón y EEUU realizan maniobras militares conjuntas para protegerse de Corea del Norte, mientras que Pyongyang también hace sus ejercicios y va mejorando su tecnología militar“, continúa Pacheco, a quien encontramos aterrizando en Tokio para un foro diplomático hispano-japonés.
Pánico entre la población
La respuesta del tripartito de democracias aliadas del Pacífico llegó unas horas después del lanzamiento del misil norcoreano. Ocho aviones de combate japoneses y cuatro estadounidenses participaron en el simulacro en el espacio aéreo al oeste de la región de Kyushu. Seúl desplegó cuatro cazas F-15K y arrojó un par de bombas guiadas sobre un objetivo simulado frente a su costa oeste. Unas maniobras en las que también participaron otros cuatro aviones F-16 estadounidenses.
La armada surcoreana y la estadounidense realizaron además de madrugada una simulación con cuatro misiles balísticos en la ciudad costera de Gangneung. Pero uno de los proyectiles surcoreanos, un misil balístico Hyumoo-2 de corto alcance, falló y se estrelló contra el suelo dentro de una base de la fuerza aérea, provocando un gran estruendo por la fuerte explosión que generó pánico entre la población local, quienes pensaron que podría tratarse de un ataque de Corea del Norte.
Hace un par de días terminaron una serie de ejercicios antisubmarinos ejecutados por el portaaviones estadounidense USS Ronald Reagan y las fuerzas de Corea del Sur y Japón. Desde hace cinco años que los tres aliados no realizaban unos ejercicios navales conjuntos que desde Pyongyang entienden como una prueba de que sus enemigos se están preparando para la guerra. Este miércoles, el USS Ronald Reagan se ha desplegado en el mar de Japón, llamado mar del Este en las dos Coreas.
La escalada de tensiones sube niveles y desde Washington apuntan a que el régimen de Kim está listo para lanzar en cualquier momento una séptima prueba nuclear -aunque desde Seúl apuntan a que, de lanzarse, habría que esperar hasta después del Congreso del Partido Comunista de China, el próximo 16 de octubre- que sería la primera en cinco años, lo que cambiaría la dinámica de seguridad en la región, en medio además de la amenaza nuclear de Rusia sobre Ucrania.
Ensayo nuclear
“En 2017, Kim Jong-un dijo que su país se iba a convertir en una potencia nuclear responsable, que no necesitaba hacer más pruebas. Pero, por otra parte, si quisiera hacer un ensayo nuclear es el momento ideal por los vetos en el consejo de seguridad de la ONU, donde va a tener vía libre sin que le caigan sanciones. A nivel tecnológico, cualquier ensayo nuclear les ayudaría a mejorar la tecnología, pero a nivel político puede ser un desastre con una condena internacional a la que se podría sumar incluso China“, asegura Ramón Pacheco.
“Si Kim continúa elevando el nivel de sus provocaciones, EEUU y los aliados del noreste de Asia podrían verse obligados a comenzar a cooperar en un sistema trilateral de defensa antimisiles. Incluso si está diseñado para defenderse de Corea del Norte, cualquier sistema de este tipo tendría importantes consecuencias para la propia disuasión de China“, reza un análisis de Asia Times, diario especializado en la región.
Yoon Suk-yeol, presidente de Corea del Sur, más cercano a Washington que nunca, lleva meses prometiendo que fortalecerá las capacidades militares de su país, incluso con el despliegue en su tierra de armas nucleares estadounidenses. En Japón también se han lanzado hacia el camino de un rearme histórico que tumbaría la tradicional Constitución pacifista heredada de la posguerra, por la que el ejército -250.000 efectivos en activo y otros 60.000 en reserva- solo puede actuar para la autodefensa.
Está previsto que el primer ministro Fumio Kishida, que en junio se convirtió en el primer líder en asistir a una cumbre de la OTAN, dando la bienvenida a la Alianza a fortalecer su participación en la región del Indo-Pacífico, aumente el presupuesto en Defensa del 1 al 2% del PIB, mande construir un par de buques de defensa contra misiles balísticos, así como el desarrollo de 1.000 misiles de crucero de largo alcance y un balístico de alta velocidad para impulsar su capacidad de contraataque.