Agencia Reforma
“El fotoperiodista Enrique Metinides falleció la mañana de este martes 10 de mayo a las 9:22 horas. Descanse en paz”, detalló también en la red social Noel Alvarado, editor de información del periódico LA PRENSA, del que fue colaborador Metinides, o “El Niño”, como era conocido por sus compañeros.
Comenzó desde los 9 años capturando con una pequeña cámara todo lo que llamara su atención, y desde los 14 trabajó como asistente y fotógrafo en distintos medios cubriendo temas de seguridad pública.
Ahí logró conocer a diferentes jefes de la Policía, al gremio de paramédicos, se subía a los camiones de bomberos y andaba en su automóvil por toda la Ciudad con radio en mano para no dejar su cobertura una sola emergencia.
Solía dormir con las frecuencias radiofónicas de la Cruz Roja, los bomberos y la Policía encendidas. Regularmente, en la noche, una ambulancia llegaba hasta su puerta.
“¡Levántate!”, le decían. “Ha ocurrido un incendio, un choque, la caída de un avión, una venganza…” Y Metinides, nacido en México, tentaleaba entre la oscuridad el chaleco lleno de bolsas, su corbata con el nudo ya hecho, la cámara y subía a la ambulancia.
La usanza de la época, contó a REFORMA, era relatar crímenes de una forma novelada que envolviera a los lectores, quienes a la par de la lectura veían una serie de fotografías no de cuerpos inertes, sino todo el entorno del crimen.
Metinides recordó entonces que él mismo reporteaba las historias, aunque no las escribía. Luego compartía información con los reporteros, entre ellos Manuel Buendía, con quien trabajó cuando éste cubría nota policiaca.
“Yo me subía a las ambulancias a tomar fotos y yo iba en la ambulancia el día que lo mataron. Yo fui el que lo reconocí, porque nadie sabía de quién se trataba”, narró sobre la muerte del periodista.
Sus imágenes -de un camión de pasajeros en llamas o los restos de un avión accidentado o el rojo del manicura de la periodista Adela Legarreta, quien murió atropellada-, trascendieron las páginas de los periódicos hasta exponerse en museos, por ejemplo en El Estanquillo, en 2017.
Cuando cumplió 80 años decía que, en realidad, tenía 133; así los contaba:
“Siete costillas rotas, un infarto y sobreviví a 19 choques. 19 por 7 vidas de los gatos: 133 años”.