Gaza se queda sin medicinas, CIJ estudia bloqueo humanitario de Israel

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Latinus.-

Lana Abu Jahuh, de 12 años, padece diabetes y visita cada mes la clínica de salud y vacunación de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA) en Al Shati, Ciudad de Gaza, para obtener plumas de insulina. Esta vez solo recibió paquetes de jeringas tradicionales, porque las plumas estaban completamente agotadas.
“No sé cómo usarlas ni cómo extraer la insulina. Estoy muy asustada. No hay medicamentos”, dice este lunes la joven a EFE desde la clínica.
Tayseer al Baz, de 69 años, sufre hipertensión desde hace dos años. En los últimos cuatro meses ha visitado la clínica de Al Shati para tratar de obtener la medicación necesaria, sin éxito.
“Oí que había medicamentos, pero cuando llegué, ya se habían acabado”, cuenta, sosteniendo el último blíster de pastillas en sus manos. “Me dieron un medicamento para la gota, pero yo solo padezco de gota cada cuatro o cinco meses, a veces solo una vez al año”, detalla.

Desde hace más de siete semanas, ningún suministro humanitario o comercial ha ingresado a la Franja de Gaza debido al cierre de los principales puntos fronterizos por parte de Israel. Una fuente de la UNRWA en Gaza dijo a EFE que muchos suministros médicos ya están agotados, y se prevé que otras medicinas esenciales desaparezcan en las próximas semanas.
El grupo estima que dos tercios de los suministros esenciales se agotarán en menos de dos meses, si todo sigue como hasta ahora.
Este lunes, la Corte Internacional de Justicia (CIJ), con sede en La Haya, comenzó a escuchar los argumentos de casi 40 países sobre las obligaciones de Israel con relación a la presencia y las actividades de las Naciones Unidas, otras organizaciones y Estados en el territorio palestino ocupado, incluida la UNRWA, antes de emitir su opinión consultiva a petición de la ONU.
Israel reaccionó a la audiencia comentando que la corte se arriesga a “perder su legitimidad” y repitiendo su acusación de que la UNRWA está “infiltrada” por el grupo islamista Hamás. “Son la ONU y la UNRWA las que deberían estar siendo juzgadas”, aseguró el ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, en una rueda de prensa en Jerusalén este lunes.
La vista llega después de que el Parlamento israelí prohibiese el año pasado a la UNRWA, que presta servicios sociales a millones de palestinos, operar en territorio israelí, una prohibición que a su vez redujo severamente sus actividades en Gaza y Cisjordania ocupada, dada su dependencia de la coordinación con las autoridades israelíes.

Aunque la ley solo les prohíbe operar en suelo israelí, en la práctica, la política de no contacto con funcionarios gubernamentales impide a los trabajadores de la agencia tener visados o tarjetas diplomáticas, así como coordinar con el Ejército israelí el cruce de puestos de control militares y el acceso de mercancías a una Gaza devastada, donde la UNRWA sigue siendo el principal proveedor de ayuda humanitaria.
Laila Abu Houida, de 73 años, acude a la clínica de Al Shati para recoger medicamentos para su hermano de 71, quien padece problemas mentales, parálisis cerebral, diabetes e hipertensión. Ha dependido de la UNRWA desde el inicio de la guerra.
“Si la cierran, toda la gente morirá”, advierte. “Sin medicamentos, toda la gente morirá. Son esenciales, y yo, por ejemplo, no tengo ninguno”, lamenta.
La crisis va más allá de los tratamientos médicos, especialmente desde el 2 de marzo, cuando Israel bloqueó el acceso de toda ayuda humanitaria a Gaza.
 Fayza Mohamed Abdalá, de 50 años, desplazada de Beit Lahiya, en el norte del enclave, vive actualmente en la Universidad Islámica de la Ciudad de Gaza junto a sus hijos y nietos, enfrentándose a la falta de agua y comida. Cada día, su familia acude a una cocina comunitaria cerca de la universidad en busca de alimento.
“La cocina abre una vez al día. A veces conseguimos comida, pero otras no,” relata, sosteniendo un pequeño envase mientras se encuentra entre una multitud de niños y adultos que esperan comida.
“Yo solo como una vez al día, pero quitamos una parte de la comida de los niños para que puedan consumirla en distintos momentos,” explica. “Engañamos a los niños, porque si no hay comida, no dejan de llorar”, explica.
“Si no llega la ayuda humanitaria, el pueblo de Gaza morirá”, advierte.
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