Sopitas.- Sin romantizar la precarización que pueden experimentar las personas de la tercera edad, y probablemente las futuras generaciones también; ya sea por el infame modelo de retiro económico o por la falta de acceso a una vivienda segura; es importante poner atención a la edificación de una pensión emocional, con roomies o familia alternativa, para transitar esta etapa de la vida en sana compañía.
¿Has considerado una pensión emocional para tu retiro?
Éramos 4 amigas y un día nos preguntamos ¿y ahora qué hacemos?, así fue como Pilar recordó el momento en que decidió compartir un hogar con Chepa, Aurora y Ana María: amigas ellas, feministas todas; pues la idea de vivir en soledad, con los hijos o ingresar a un asilo de ancianos no las convencía del todo para transitar por la etapa de la vida que comenzaban a cursar: la tercera edad.
“Se llama Casa Galeana, porque adentro hacemos lo que se nos da la gana, aclara con risas”.
Al principio quisieron invertir en un terreno en el estado de Morelos, pero la implicación de construir el espacio no les resultó atractiva, optaron entonces porque Casa Galeana fuera un departamento de 4 habitaciones en la Colonia del Valle de la Ciudad de México: “Imposible que una sola pueda pagar esa renta”.
La cuatro tuvieron la suerte de acceder a su pensión, aseguró la activista; quien también lamentó que hoy en día este derecho parece un privilegio porque no es para todas y para todos.
Comparten gastos tanto de renta, luz, internet, gas, más lo que llegue a ofrecerse. No han establecido muchas reglas debido a la disposición de todas por convivir, aunque a veces llegan a tener diferencias cuando conversan sobre el acontecer de la agenda pública, pero sin romper la armonía.
Habilitaron la terraza para convertirla en huerto. Cada una de ellas cocina de lunes a jueves, se van turnando; el viernes comen recalentado de lo que haya sobrado de esos 4 días y los fines de semana salen a comer afuera ya sea con los hijos o a donde surja algún plan: “Tenemos movilidad y cada quien hace su vida”.
La también antropóloga contó que se apoyan entre ellas en casos de urgencia o enfermedad, por ello, aquella idea de volverse “roomies” a manera de prueba.
Actualmente ya cumplieron un año de compartir no sólo el techo, sino también algo fundamental para ellas: una “pensión emocional” a través de la convivencia entre pares.
Pilar es fundadora de la colectiva ciudadana Territorios de Cultura para la Equidad y desde este movimiento, aunado a su sensibilidad como defensora de los derechos de las mujeres; decidió voltear la mirada a quienes no fueron afortunadas como ellas para acceder a un espacio cómodo física y emocionalmente, razón por la cual está impulsando proyecto de vivienda colaborativa pública dirigido a mujeres de la tercera edad en soltería.
La desigualdad en México es de grandes proporciones y en la población adulta mayor se recrudece esta realidad, no existe vivienda pública de calidad para la mayoría de este grupo de personas y la que existe está vinculada al paradigma de abandono o maltrato, dijo.
Pilar Muriedas Juárez desde Casa Galeana se encuentra trabajando en un proyecto piloto que consiste en la creación de una unidad habitacional para adultas mayores en soltería, el cual pudiera ofrecer a sus huéspedes una habitación independiente con un baño y cocineta incluidos, así como con espacios de convivencia.
“Todas, todos y todes tenemos derecho a una vejez digna”.
¿El Deber Ser o El Círculo de Amor?
Hay una crisis debido al poco o nulo acceso a vivienda digna y segura, así como también por el formato de pensiones económicas, mismo que pudieran no cubrir las necesidades básicas en una vasta población adula mayor de ahora y del futuro, pues existe un crecimiento sostenido de este sector para los próximos 80 años, expresó Isabel Cortés, cofundadora del colectivo Nunca Madres.
“Está volteándose la pirámide, comienza a reducirse en la base, por lo que habrá más adultos mayores”.
La activista integrante de esta comunidad de mujeres que deciden la no maternidad por elección —donde son acompañadas en este proceso de decisión— reconoció que se está frente a una generación que ha decidido “elegir cosas diferentes a las que nuestros papás decidieron”, siendo una de ellas el deseo de no concebir hijos, hijas o hijes.
Con base en su experiencia dentro de la agrupación ha identificado que tomar esta decisión tiene ciertos desafíos, pues no sólo en México, sino en Latinoamérica; existe una exigencia moral para las mujeres y su “obligación” para concebir, situación que conlleva a muchas de ellas a un conflicto interno entre el Deber ser y el deseo personal.
En ellas está también el miedo al rechazo por parte del entorno social como la familia, amistades o el trabajo.
Y reconocer el hecho de no querer ser madre por elección puedan ser sancionadas moralmente, dijo la feminista y aclaró que esta es la razón principal del acompañamiento desde Nunca Madres para erradicar el temor a “No voy a caber en el grupo de mis amigas que son mamás” o a “¿Cómo no le daré nietos a mis papás?“.
Otro factor que pudiera afectar emocionalmente a quienes no tienen deseo de tener hijes y que puede exacerbarse en mujeres por la carga moral, es la posibilidad de arrepentirse al no tener descendencia y cuestionarse en algún momento: “¿Y quién me va a cuidar?” cuando se llegue a la edad adulta mayor, pues en nuestra cultura es común pensar en que los hijos cumplen esa función.
“Hay mujeres que dicen me voy a morir sola”.
Una vez que cada una de ellas, gracias al acompañamiento de la comunidad de mujeres, superó los miedos anteriormente descritos es menester que, sin culpa, con conciencia y autoconocimiento; se articule la construcción de un retiro en el que se incluya una pensión emocional para caminar por esta etapa de la vida acompañadas fuera del modelo tradicional, afirmó la también defensora de los derechos de las mujeres.
“Ahora tengo mucha más confianza y conciencia para poder tomar una decisión y sé que de decidirme por la no maternidad no estaré sola”, escribió Anaís en el portal de Nunca Madres al compartir su testimonio como asistente a los talleres de acompañamiento que ofrece la colectiva
“No deseamos replicar el concepto de la familia heteronormada, pero tampoco queremos replicar el modelo de la vejez en soledad o abandono”, opinó Isabel Cortés.
La experta explicó que la ecuación, para experimentar una vejez digna, consiste en por lo menos tres factores:
Trabajar en el ahorro, buscar vivienda digna y tejer comunidad, es decir, hacer un Circulo de Amor entre familia, amigos y otras relaciones intergeneracionales o interespecie: “Volver a la comunidad que nos arrebató el sistema capitalista”.
“Hay que resignificar el concepto de familia, a veces la familia de sangre es más tóxica sobre todo en población LGBT“.
El Cohousing y la nueva cultura de vejez compartida
Adiós hogares de ancianos, la nueva tendencia es el cohousing con amigos, dice un post publicado por Cohousing Malinalco.
Una comunidad colaborativa conformada por adultos mayores de 55 años y la cual consiste en ser un espacio seguro para personas de la tercera edad, pues, por ejemplo, tiene cocinas eléctricas, no hay tapetes o escalones y pero lo más importante hay acompañamiento de compañeres que tienen los mismos intereses, objetivos y filosofía de vida.
Estos proyectos de vivienda comunitaria, también conocidos como Cohousing; tienen su origen en Dinamarca en los años 60 como una solución a la precarización de la experiencia en la tercera edad y “con los principios de vida comunitaria, cooperativismo y propiedad colectiva”, explica la agrupación en su fanpage de Facebook.
Para la doctora en sociología Margarita Maass Moreno poco más del 12% de la población en México, es decir un aproximado de 15 millones de personas, son mayores de 60 años.
Y estimó que la probabilidad de que la mayoría de este universo puede no experimentar acceso a atención médica de calidad, viven en pobreza extrema, así como soledad no deseada donde la depresión es parte del día a día de ellos y ellas, misma que pudo agudizarse con la pandemia.
Se llega a la tercera edad en México con enfermedades crónico degenerativas y con carencias económicas, pues no es suficiente la ayuda gubernamental; razón que les obliga a depender de los hijos o la familia, que en ocasiones les propicia un ambiente violento, explicó la también investigadora de la Universidad Autónoma de México, UNAM.
Desde la academia y la ciencia social se ha puesto atención y acción para el estudio del proceso de la vejez en el contexto actual pues la UNAM cuenta con el Seminario Universitario Interdisciplinario sobre la Vejez para contribuir “a la definición de políticas sociales, en materia de salud, empleo, protección social y relaciones intergeneracionales con un enfoque de derechos humanos”.
“Hay mucha investigación al respecto”, aseguró la también impulsora de la Red Cohousing México, una agrupación conformada por profesionistas y académicos para promover la cultura del concepto de vivienda colaborativa para personas mayores para mejorar su calidad de vida durante la etapa.
Como parte del ejercicio académico de la investigadora Margarita Maass fundó La Guancha, un espacio de Cohousing ubicado en Malinalco, Estado de México; donde además de cumplir con el objetivo de este tipo de espacios, aquí realizan trabajo comunitario con los habitantes del pueblo.
“En el 2006 pensamos la idea, algunos nos decían parecen hippies trasnochados”.
Aunque no se trata de romantizar la precariedad actual para resignarse ante la falta de atención del Estado —como responsable en garantizar un contexto general de bienestar para la población adulta mayor—, este tipo de iniciativas buscan resolver desde su trinchera el fenómeno actual: “No podemos esperar al actuar de las autoridades”, dijo la especialista.
Aunque para las siguientes 3 o 4 generaciones de personas de la tercera edad pudiera replicarse la compleja realidad actual, la doctora consideró que puede revertirse el escenario si se actúa desde el actuar individual, es decir, cambian hábitos desde jóvenes para llegar con buena salud; pero también desde la organización social y de un actuar responsable del gobierno.
