Hasta 250,000 nanoplásticos en un litro de agua embotellada

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Los nanoplásticos en el organismo aumentan el riesgo de padecer trastornos neurológicos y neurodegenerativos, como Alzhéimer o Párkinson, sugieren nuevas investigaciones.

WIRED.- Investigadores de la Universidad de Columbia han descubierto que el agua embotellada puede contener de 10 a 100 veces más micro y nanoplásticos de los que se estimaban anteriormente. Los científicos utilizaron una nueva tecnología que profundiza y optimiza los procedimientos de cálculo y categorización de estas partículas contaminantes en función de su composición química.

El estudio implementó una versión modificada de la espectroscopía Raman, una técnica basada en rayos láser que mide la vibración de las moléculas cuando son expuestas a la luz. El método permite recopilar información bioquímica. La actualización del procedimiento añade un segundo láser que amplifica la primera lectura en diversos niveles de magnitud. Esto permite detectar nanopartículas nunca antes vistas.

Wei Min, profesor de química de la Universidad de Columbia y autor principal del trabajo, aseguró que es la primera vez que este procedimiento avanzado de microscopía se aplica para estudiar los nanoplásticos. El modelo de exploración microscópica puede identificar y capturar a detalle imágenes de partículas a nanoescala en microsegundos y sin causar daños a los tejidos estudiados.

El equipo desarrolló una nueva tecnología basada en aprendizaje automático. El algoritmo fue entrenado con los resultados de la versión modificada de Raman para identificar y clasificar las nanopartículas encontradas. Fue capaz reconocer siete tipos de plásticos: poliamida, polipropileno, polietileno, polimetacrilato de metilo, cloruro de polivinilo, poliestireno y tereftalato de polietileno.

Los investigadores esperaban que la mayoría de los microplásticos encontrados en el agua embotellada fueran residuos del propio empaque del producto fabricado con PET (tereftalato de polietileno). “Sin embargo, descubrimos que en realidad hay muchos tipos diferentes de plásticos en una botella de agua con diferentes distribuciones de tamaño. Las partículas de PET eran más grandes, mientras que otras tenían hasta 200 nanómetros (nm), un tamaño mucho más pequeño”, puntualizó Naixin Qian, estudiante de doctorado en química en la Universidad de Columbia y coautor del estudio.

Los siete tipos de plásticos ordinarios identificados fueron contados de forma individual. Solo representan el 10% de todas las partículas halladas y se desconoce si el resto corresponde a restos plásticos o a otros componentes orgánicos. La poliamida fue la molécula dominante en la muestra. Se trata un tipo de nailon que proviene de los filtros de plástico que se utilizan para purificar el agua antes de embotellarla.

Más nanoplásticos de lo que se creía

Tras analizar la composición del agua embotellada de tres marcas populares comercializadas en Estados Unidos, el ensayo concluyó que en cada litro el número de microplásticos oscila entre 110,000 y 370,000; con un promedio de 25,000. Trabajos previos relacionados apuntaban a una media de 300 micropartículas plásticas por litro.

Las técnicas utilizadas en el estudio que fue publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences tienen potencial para ser utilizadas en investigaciones futuras que amplíen el conocimiento de los riesgos que los nanoplásticos suponen para la salud.

Jane Houlihan, directora de investigación de Healthy Babies, Bright Futures, una alianza de organizaciones sin fines de lucro, científicos y donantes comprometidos a reducir exposición de los bebés a sustancias químicas neurotóxicas, dijo a CNN que las conclusiones del trabajo liderado por Wei Min “sugieren exposiciones humanas generalizadas a minúsculas partículas de plástico que plantean riesgos no estudiados. Nuestra capacidad para comprender el impacto potencial de los polímeros en la salud humana ha sido muy limitada porque no hemos podido detectar hasta qué nivel afectan en realidad. Con este nuevo enfoque, podremos empezar a hacerlo”.

La Asociación Internacional de Agua Embotellada advirtió al medio citado que el método debe ser revisado a detalle por la comunidad científica a través del desarrollo de nuevos estudios. Sostuvo que, hasta el momento, no existen técnicas estandarizadas para identificar, medir y cuantificar los neuroplásticos en el medio ambiente. “Por lo tanto, los informes de los medios sobre estas partículas en el agua potable no hacen más que asustar innecesariamente a los consumidores”, alegó.

Los efectos de los micro y nanoplásticos en la salud

Los micro y nanoplásticos son fragmentos invisibles que se desprenden de objetos cotidianos al ser descompuestos por la luz solar, el viento, la lluvia, el agua de mar y la abrasión en general. La mayoría de los estudios sobre este tipo de contaminantes están enfocados en comprender su impacto en los ecosistemas acuáticos. Según proyecciones de Greenpeace, entre el 60 y 80% de los residuos marinos son plásticos. Se estima que en las aguas marinas hay entre 5,000 y 50,000 millones de estos polímeros de tamaño milimétrico.

Su presencia en la atmósfera es un problema cada vez más preocupante. Un estudio dirigido por Hiroshi Okochi, profesor de la Universidad de Waseda, en Japón, descubrió que los microplásticos también se encuentran en las nubes. “Los microplásticos en el aire se degradan mucho más rápido en la atmósfera superior que en la tierra debido a la fuerte radiación ultravioleta; esta libera gases de efecto invernadero y contribuye al calentamiento global”, explicó Okochi.

De acuerdo con Gregorio Rafael Benítez Peralta, académico del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México, cuando los nanoplásticos ingresan al cuerpo atraviesan la barrera intestinal para incorporarse al torrente sanguíneo y entrar en contacto con los macrófagos, células responsables de la respuesta inmunológica.

Las partículas nanoplásticas también se han asociado con posibles afectaciones al cerebro. En un experimento con roedores, científicos de la Universidad de Rhode Island advirtieron que la presencia de microplásticos en el organismo provocó inflamaciones cerebrales en los mamíferos y redujo la cantidad de proteína acida fibrilar glial (GFAP, por sus siglas en inglés). Los niveles bajos de la molécula están asociados con las primeras etapas de las principales enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer.

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