Joe Biden la tercera es la vencida, gana una larga carrera
El demócrata Joe Biden no sólo será el presidente de más edad -77 años- en llegar a la Casa Blanca; también es uno marcado por tragedias personales de los que logró salir a través de la fuerza.
Y le hará falta. Asumirá como el presidente 46 de un Estados Unidos profundamente polarizado, en medio de una pandemia imparable.
La tercera fue la vencida. Su victoria ante Donald Trump es la culminación de una larga carrera política en pos de la conciliación de la nación.
Rara vez dos candidatos presidenciales fueron tan disímiles como en la campaña de 2020, que enfrentó al veterano político Biden, exvicepresidente y exsenador, con el empresario multimillonario Trump.
Pero tras competir por la Casa Blanca en 1987 y 2008, “Joe, el de clase media” ha sido reivindicado en su ferviente creencia de que podía cambiar el tono en Estados Unidos: de la ira y la suspicacia a la dignidad y el respeto.
Confiado, fue acumulando los votos electorales necesarios durante cuatro largos días de conteo después de los comicios del 3 de noviembre, incluido los de Delaware, donde reside, y los grandes premios de California y Nueva York, así como la capital estadounidense. Ahora, el 46º presidente electo de Estados Unidos tiene mucho trabajo por delante.
Un trabajo que ya comenzó, organizando su equipo de transición, pero también haciendo un llamado clave: “Es hora de unirnos”, afirmó.
Biden es discreto pero no tímido. Fue implacable en sus críticas a Trump por el manejo de la pandemia y en 2018 les dijo a los estudiantes de una universidad de Florida que si el magnate fuera su compañero de secundaria lo “golpearía como el demonio”.
Biden llegó a la arena política nacional con solo 29 años, tras una sorpresiva victoria como senador por Delaware en 1972.
Pero un mes después, la tragedia lo golpeó: su esposa Neilia y su hija de un año Naomi murieron en un accidente automovilístico mientras estaban de compras navideñas.
Los dos hijos de Biden resultaron gravemente heridos, pero sobrevivieron, aunque en 2015, el mayor, Beau, moriría de cáncer.
Biden conoció a su segunda esposa, la profesora Jill Jacobs, en 1975 y se casaron dos años después. Tienen una hija, Ashley.
Las pérdidas forjaron la empatía que trasmite Biden cuando interactúa con la gente.
Sus habilidades políticas son incomparables: puede mostrar su sonrisa de un millón de vatios a estudiantes universitarios, compadecerse de los maquinistas desempleados de la zona industrial del Medio Oeste o dar una feroz amonestación a sus rivales.
Esa propensión afable y gregaria se vio restringida por el Covid-19, que en marzo lo obligó a quedase en casa y lo volvió más cauteloso.
Aunque ya no tiene el dinamismo de cuando era vicepresidente de Barack Obama, Biden mantiene su sonrisa deslumbrante. Su andar sin embargo es más delicado y su cabello blanco luce más fino.
Sus opositores, e incluso algunos demócratas, se preguntaban si Biden, locuaz y propenso a cometer errores, tropezaría en su larga campaña contra Trump. El presidente de 74 años lo llamaba regularmente “Joe el dormilón” y decía que tenía sus capacidades mentales disminuidas.
Pero Biden se encogía de hombros ante los ataques, y en un arranque de frustración por las incesantes interrupciones de Trump durante su primer debate, llegó a pedirle que se callara.
El demócrata comenzó su carrera en el Capitolio como uno de los senadores más jóvenes de la historia. Pasó más de tres décadas en la Cámara Alta antes de ser mano derecha de Obama de 2009 a 2017.
El mensaje de Biden durante la campaña se basó en gran medida en su asociación con el todavía popular Obama y en su capacidad para negociar con muchos líderes mundiales. “Conozco a estos tipos”, recordaba. Obama lo llamó “el león de la historia estadounidense”.
Su planteo de política moderada en un momento de división fue un bálsamo para un electorado agotado de escándalo y caos en la Casa Blanca de Trump.
Pero Biden también prometió tomar medidas genuinamente progresistas sobre el cambio climático, la injusticia racial y el alivio de la deuda estudiantil.
Cuando asuma, es posible que muchos se pregunten si el anciano estadista se plantea un segundo mandato.
“Me veo a mí mismo como un puente, no como otra cosa”, dijo Biden en marzo en un mitin en Detroit, Michigan, junto a otros líderes demócratas, incluida la mujer que se convertiría en su compañera de fórmula, la senadora Kamala Harris, de 56 años.
“Hay toda una generación de líderes que llegaron después de mí”, dijo. “Son el futuro de este país”.