Proceso.-
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El debate presidencial quedó marcado por los motes que entre las candidatas, la oficialista Claudia Sheinbaum y la opositora, Xóchitl Gálvez, se impusieron una a otra entre sus alegatos y propuestas.
Fue Sheinbaum quien en los primeros minutos del debate se refirió a “la candidata del PRIAN”, un apelativo que había empleado desde el primer debate sin mencionar el nombre de Gálvez.
En aquel primer ejercicio, Xóchitl Gálvez se refirió a su adversaria como “dama de hielo”, pero siempre hablándole por su nombre, Claudia.
Esta vez, la candidata del PRI, PAN y PRD, reviró diciendo que, como Claudia no se refería a ella por nombre, la llamaría “la candidata de las mentiras”.
Así, ambas dejaron de pronunciar sus nombres dirigiéndose una a otra en esos términos: Sheinbaum a Gálvez, “la candidata del PRIAN”; Gálvez a Sheinbaum, “la candidata de las mentiras”.
Durante la primera hora del debate, ninguna de las dos hizo eco de ninguna intervención del candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez.
La candidata de Morena, PT y PVEM, Claudia Sheinbaum Pardo, acusó complicidad de su adversaria del PRI, PAN y PRD, Xóchitl Gálvez Ruiz, en el caso de represión en San Salvador Atenco.
Momentos antes, Gálvez presumió contar con proyectos para los pueblos indígenas y recordó que fue titular de la instancia encargada de su atención.
En respuesta, Sheinbaum recordó la intención de comprar a cinco pesos el metro cuadrado para construir un aeropuerto y cuando los indígenas se opusieron fueron reprimidos por el gobierno de Vicente Fox, del PAN y por Enrique Peña Nieto, entonces gobernador del Estado de México.
La morenista señaló a Gálvez de ser cómplice pues durante esos hechos era titular de la Comisión de Pueblos Indígenas y no hizo nada, calló.
