La inflación anual de Argentina superó el 100% por primera vez desde principios de los 90 creando un espacio para un candidato presidencial trumpista

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Javier Milei gana adeptos entre los votantes argentinos y los analistas señalan que hay que tomarse en serio sus números en las encuestas.

Infobae.- Un candidato independiente a la presidencia de Argentina gana adeptos al aprovechar la ira de los votantes en medio de la inflación galopante.

Sin señales de alivio a la vista, Javier Milei, un economista convertido en diputado, pero más conocido por sus combativas apariciones en televisión, encuentra ahora espacio para su retórica furiosa. Admirador de Donald Trump y famoso por su teatralidad política por sobre políticas específicas, los encuestadores afirman que hay que tomarse en serio su desafío de cara a las elecciones de octubre.

Una de las razones está en que la clase política argentina, profundamente polarizada, se encuentra en crisis, con la coalición peronista gobernante y la principal oposición desorganizadas y sin identificar aún a sus respectivos candidatos presidenciales. Pero la verdadera ventaja de Milei es que ninguno de los bloques establecidos, populista o promercado, ha sido capaz de arreglar una economía que se precipita cada vez más hacia el abismo.

“Cuando se acelera la inflación, la intención de votos sube, obvio”, dijo Milei, de 52 años, en una entrevista en Buenos Aires en febrero.

El mensaje de Milei de hacer estallar el sistema está calibrado para resonar en tiempos como estos, y el incesante flujo de malas noticias económicas corre a su favor. Los datos publicados el martes mostraron que la inflación anual superó el 100% por primera vez desde principios de la década de 1990, lo que trae a la memoria la hiperinflación que asoló a la segunda mayor economía de Sudamérica.

Con casi el 40% de la población sumida en la pobreza, Milei se presenta como el salvador de una “revolución moral”. Sus respuestas al malestar son dramáticas, e incluyen reemplazar el peso argentino por el dólar estadounidense como moneda nacional y reducir drásticamente el gasto público. El economista ha sugerido, incluso, quemar el banco central.

Todo forma parte de un agresivo estilo político que él mismo cristalizó cuando recibió críticas generalizadas por sus opiniones conservadoras: “Para mí, el único camino es pelear”.

Es un enfoque que parece estar convenciendo a los argentinos.

Javier Milei Bloomberg

Según una encuesta realizada en febrero por la consultora Management & Fit en Buenos Aires, más del 31% de los votantes tiene una imagen positiva de Milei, que supera a la del presidente Alberto Fernández o a la de cualquier otro posible candidato peronista. La valoración positiva de Milei está empatada con la de un candidato de la oposición, el alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, y solo es superada por la de la exministra Patricia Bullrich.

Aunque las encuestas mostraron fallas notorias en la carrera presidencial de 2019, nadie duda de que Milei le está quitando votos a ambas coaliciones, cuyas respectivas bases hasta ahora no habían sido afectadas.

Milei “refleja el fracaso de la clase política argentina”, dijo Julio Bárbaro, exdiputado peronista. “Se expresa el enojo del votante”.

Milei es consciente de que las turbulencias económicas le sirven de trampolín a su popularidad. Argentina ha pasado más tiempo en recesión que cualquier otra nación desde la Segunda Guerra Mundial, con la única excepción de la República Democrática del Congo, según datos del Banco Mundial. Este año se avecina otra, ya que una sequía histórica destruye las cosechas, esenciales para ingresar dólares en las arcas públicas e impulsar el crecimiento.

Mónica Troncoso teme que una “explosión social” cree las condiciones para que las personas acepten a Milei.

Mónica Troncoso, de 46 años, recuerda los saqueos y la anarquía durante la hiperinflación, y afirma que Argentina está a punto de volver a esos días. Troncoso, que vive en la pobreza, tiene varios trabajos y recibe ayudas sociales, cree que se producirá una “explosión social” a menos que la situación en Argentina mejore pronto.

A ella le preocupa que eso pueda crear las condiciones para un desembarco de Milei. Ella ya es testigo de su potencial electoral, dado que vive en el humilde barrio de Fátima, en Buenos Aires, donde Milei obtuvo su mejor resultado en las elecciones legislativas de 2021 que lo catapultaron al Congreso.

“Me da un poco de miedo que haya un quiebre de ese tipo y que las personas acepten a Milei como su conductor”, dijo Troncoso, quien describió su política como “muy de izquierda”, pero dijo que aún no ha decidido por quién votará este año. “Al final, reina el que genera más caos”.

Con una inflación galopante y casi el 40% de la población en situación de pobreza, los habitantes de los barrios más humildes luchan por sobrevivir.

Milei considera que su base de votantes es más fuerte en las provincias pobres del norte de Argentina que en el rico cinturón agrícola y la capital. Hoy está ganando terreno en zonas en las que el peronismo, la principal fuerza política en los últimos 70 años, ha dominado durante mucho tiempo.

Su estrategia electoral no es complicada: llegar a la segunda vuelta y encender la mecha. “Si nosotros entramos a la segunda vuelta, ganamos”, dijo Milei. “No importa quién sea el rival en la segunda vuelta, ganamos”.

Nacido y criado en la ciudad de Buenos Aires, Milei escaló posiciones en el mundo empresarial, trabajando como economista sénior en Argentina para el HSBC y otras empresas antes de convertirse en asesor de Corporación América, el holding dirigido por el multimillonario Eduardo Eurnekian, y aparecer en Davos.

Al principio escribía columnas de análisis y opinión de tono moderado. Luego fue invitado a la televisión como experto conservador. Tras las elecciones de 2019, que dieron como resultado una coalición peronista dividida, empezó a aparecer con más frecuencia en programas de entrevistas, donde sus furiosos intercambios con expertos de izquierda se hicieron virales. Sus charlas pronto pasaron de hoteles silenciosos a presentaciones al estilo rockstar.

A pesar de un número de seguidores en ascenso, Milei se enfrenta a una creciente resistencia por extralimitarse en sus funciones. Como presidente, eliminaría el recién creado Ministerio de la Mujer y una institución gubernamental de lucha contra el racismo. Dijo que anulará las leyes argentinas sobre el aborto porque lo considera un asesinato. Sus resultados en las encuestas cayeron el año pasado tras mostrarse partidario de la venta de órganos humanos y de la relajación de la normativa sobre la compra de armas en un país que carece en gran medida de armas de fuego domésticas.

Milei ganó popularidad tras sus duros intercambios con expertos de izquierdas en populares programas de entrevistas.

Milei tiene pocos aliados políticos, y califica a los políticos de delincuentes, ladrones y criminales por gestionar mal la economía. Considera que la emisión de dinero que hace el Gobierno para financiar el gasto es un delito —no lo es— y propone una narrativa de líderes políticos enamorados de la alta inflación. Para dolarizar la economía, sugiere impulsar una especie de referéndum que no requiera la aprobación del Congreso, y dijo que enjuiciará a cualquier legislador que no acate el resultado.

Sin haber anunciado a todos los participantes de la lista para su candidatura a gobernador, Senado o Cámara, persisten las dudas sobre el alcance nacional que tendrá. Martín Tetaz, diputado de la principal coalición opositora, Juntos por el Cambio, sigue viendo claras posibilidades de que Milei quede primero en las primarias de agosto si ninguno de los dos bloques principales presenta un candidato único, y de que avance a partir de ahí.

“Milei va a sacar más votos de lo que todo el mundo piensa”, afirma Tetaz.

Soltero, sin hijos y nunca casado, Milei tiene cinco perros, cuatro de ellos con nombres de economistas. Dice que su imagen —patillas, pelo revuelto, ceño fruncido en las fotos— es natural. Si es así, está meticulosamente elaborada. Su maquilladora lo peina con cuidado para darle una forma dramática. Da instrucciones sobre cómo fotografiarse. Milei insiste en que no puede salir a cenar en parte porque “vendrían 120 personas a pedirme selfies”.

Cinthia Fernández, madre soltera de La Matanza, un municipio de bajos ingresos al suroeste de la capital, pidió a Milei una de esas selfies. Lo abrazó en su local de campaña en febrero, mientras él sorteaba su sueldo de diputado, un truco publicitario mensual. Su mensaje de mano dura contra la delincuencia y la corrupción caló hondo en Fernández, cuya ciudad natal es conocida por su pobreza.

Milei rifa todos los meses su sueldo de diputado.

“Mi presidente”, dijo mientras ambos se abrazaban.

Tanto si ocupa el cargo como si no, el apoyo de Milei demuestra que, mientras gran parte de América Latina, desde Colombia hasta Brasil, se ha desplazado hacia la izquierda, Argentina está virando hacia la derecha. Incluso el Gobierno de Fernández, cuyos índices de aprobación están en torno al 20%, está empezando a aplicar políticas del consenso de Washington, como recortes presupuestarios y tasas de interés elevadas para cumplir un programa de US$44.000 millones con el Fondo Monetario Internacional.

Para los votantes de a pie, el cambio de Fernández del populismo a la austeridad no ha dado resultados económicos. Tampoco lo logró su predecesor, Mauricio Macri, cuyo partido de la oposición podría presentar varios candidatos este año. La vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que gobernó durante dos mandatos antes que Macri, también dejó un lastre de dificultades económicas.

El mayor atractivo de Milei puede ser que no forma parte de esa clase política.

Juan Germano, director de la encuestadora Isonomía en Buenos Aires, dijo que Milei puede ganar poder político y escaños en el Congreso, aunque no llegue a la presidencia. Y eso podría repercutir en toda Argentina.

“Un Milei con 5 puntos es algo divertido. Un Milei con 10 puntos es un problema para Cambiemos”, dijo Germano. “Un Milei con 15 puntos es un problema para todos”.

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