La película «Nomadland» poco a poco se afianza como favorita de la temporada de premiaciones
La película «Nomadland» se estrena comercialmente en febrero, pero a propósito del lanzamiento de su primer adelanto o tráiler, Juan Carlos Arciniegas explora con Gabriela Frías las posibilidades que esta película tiene de destacarse en la próxima temporada de premiaciones.
Sinópsis
Una mujer, después de perderlo todo durante la recesión, se embarca en un viaje hacia el Oeste americano viviendo como una nómada en una caravana. Tras el colapso económico que afectó también a su ciudad en la zona rural de Nevada, Fern toma su camioneta y se pone en camino para explorar una vida fuera de la sociedad convencional como nómada moderna.
Porqué será tu película favorita
Y por delante, la carretera. La infinita carretera recta, vacía, pero escoltada de naturaleza. El campo, las rocas, los árboles, las estrellas e incluso un huracán son los compañeros de viaje de Fern (Frances McDormand) en Nomadland. Esos compañeros que “le ayudan a encontrar su independencia”, dice la directora Chloé Zhao, de origen chino, pero cuya curiosidad por el alma americana la ha llevado a las reservas indias de Dakota del Sur en Songs My Brother Taught Me, primero, y The Rider, después; y ahora en un road trip desde esas Badlands a Nebraska y el desierto de Nevada. “He intentado captar la inmensidad de esas carreteras, aun sabiendo que es materialmente imposible describirlas. Es una sensación que solo se puede descubrir de primera mano”, dice la cineasta que llegó al proyecto invitada por Frances McDormand.
La actriz había leído el libro País nómada, de la periodista Jessica Bruder, y buscaba a alguien que lo adaptara a la pantalla con ella como protagonista. McDormand vio The Rider en el Festival de Toronto y se enamoró de la forma de rodar libre y real de Zhao. “Más que un rodaje es una experiencia”, dice Joshua James Richards, su director de fotografía, amigo y colaborador de la realizadora desde su primera película, creyente fiel de la espontaneidad y de capturar el momento que a veces, muchas, se salta el guion.
El libro País nómada y los vídeos de YouTube de Bob Wells, el gurú de los nuevos (y viejos) nómadas, fueron el material inicial con el que un pequeño equipo de rodaje se lanzó durante casi seis meses a la carretera con un guion por escribir a partir de los atardeceres que encontraran en el camino y los personajes que se cruzaran. Como Linda May o Swankie, amigas de Fern y nómadas reales, mujeres que se han quedado sin dirección postal y, con una pensión justa, se apuntan a una vida libre de trabajos temporales (en Amazon o en los campos en la recogida de la remolacha). Un modo de vida que esconde “realidades trágicas”, dice Joshua James Richards. “Porque hablamos de un estilo de vida, de una cultura, que está desapareciendo y nunca volverá”.
Un estilo de vida siempre en movimiento que, en el propio filme, comparan con el de los pioneros americanos, aquellos que atravesaban el país de forma mucho más rudimentaria persiguiendo la fiebre del oro de turno. El espíritu de los westerns, ni más ni menos. Pero modernizado. Zhao y Richards se están encargando de darle una nueva vida al western, ya no es macho, solo es crepuscular y atrapa el alma y tradición de un país que engancha y les ha llevado a los dos a encontrar un nuevo hogar.
FERN Y VANGUARD
Tan protagonistas como Fern en Nomadland, son la carretera y la furgoneta en la que ella se mueve por el país, en la que vive, duerme, come, llora, ríe… y aprende a usar un cubo grande para sus necesidades. En esa furgoneta empieza la historia, allí mete todo lo que puede de una vida que deja atrás, después de la muerte de su marido y de la desaparición del pueblo en el que habían pasado la vida (por el cierre de las minas, un clásico norteamericano). Cosas materiales imprescindibles y también recuerdos de gran valor emocional, como la vajilla que sabe que no usará, pero fue un regalo de su padre. Y, de hecho, era una vajilla de la propia Frances.
La actriz intentó rematar a su compañera de vieja, a la que bautiza Vanguard, con pequeños detalles personales suyos porque durante unos días sí fue su única vivienda… Después, ha reconocido, acabó durmiendo en moteles de carretera. Pero vivió con todo el equipo esos momentos del final de un día, el principio de otro, las reuniones con los nómadas, miles de ellos, en el desierto. Ese sentimiento de comunidad a contraluz, acompañados por esas rocas que encuentran por el camino y se llevan como souvenirs que les impiden caer en una soledad profunda. Todos esos momentos que, sorprendentemente, estaban guionizados (“Más de lo que imaginarías”, admite Richards) y también les asaltaron en su viaje.
“En la película abrazamos la luz natural, esos atardeceres son parte del viaje emocional de Fern y transmiten confort y calidez”, continúa Richards. Esa luz crepuscular “dice algo de la decadencia de EE UU”, continúa. “Y, al mismo tiempo, en ese ocaso hay un rayo de promesa. Sí, tu vida está desapareciendo, pero quién sabe quién podrás ser en este nuevo día”. Por eso nunca hay un adiós final, solo un: “See you down the road”. Y, por delante, la carretera.