Desde el año pasado, las universidades se han visto obligadas a aplicar nuevas normas, incluida la segregación por sexo en aulas y entradas a los centros. Las estudiantes, además, ya solo podían tener como profesores a mujeres u hombres mayores.
Por ende, a la mayoría de las adolescentes de todo el país se les ha prohibido el acceso a la educación secundaria, lo que ha limitado seriamente sus posibilidades de acceder a la universidad.
A su vuelta al poder en agosto de 2021, el grupo fundamentalista prometió mostrarse más flexible, pero en este año han evidenciado que prevalece la interpretación ultra-rigorista del islam de su primera etapa (1996-2001).
Las medidas liberticidas se han multiplicado en estos meses, en particular las que afectan a las mujeres, que están siendo progresivamente apartadas de la vida pública.
En un giro inesperado, el 23 de marzo las autoridades volvieron a cerrar las escuelas secundarias muy poco después de su reapertura, anunciada desde hacía meses.
El jefe supremo de los talibanes, Haibatulá Ajundzadá, intervino en la decisión, según un alto responsable.
Varios responsables gubernamentales declararon que no había suficientes profesores o dinero, pero que las escuelas reabrirían cuando el programa de enseñanza islámica hubiera sido elaborado.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, está profundamente alarmado por la decisión de los talibanes de prohibirle a las mujeres el acceso a educación universitaria, indicó su portavoz este martes.
“El secretario general reitera que negar la educación no solo viola los derechos a la igualdad de mujeres y niñas, sino que también tendrá un impacto devastador en el futuro del país”, expresó Stephane Dujarric en un comunicado, a la vez que instó a las autoridades de Afganistán a “asegurar acceso igualitario a la educación en todos los niveles”.
“Es otro movimiento muy, muy inquietante y es difícil imaginar cómo un país puede desarrollarse y abordar todos los problemas que tiene sin la participación activa de la mujer y sin educación para las mujeres”, agregó.
Según Dujarric, esto es “claramente otra promesa rota por parte de los talibanes”, que habían garantizado repetidamente a la comunidad internacional su intención de respetar los derechos de las mujeres.
“Hemos visto desde su toma del poder, en los últimos meses, una reducción del espacio para las mujeres, no sólo en educación, sino también en acceso a lugares públicos y su exclusión del debate público”, recordó el portavoz.
Los talibanes disolvieron este jueves por la fuerza una manifestación en Kabul de decenas de mujeres, sobre todo estudiantes y activistas sociales, y arrestaron a varias de ellas mientras protestaban contra la decisión de los fundamentalistas de prohibir la educación femenina.
Al grito de “todos o ninguno” y “queremos igualdad de oportunidades educativas”, un grupo compuesto por decenas de “activistas sociales, chicas y estudiantes” se había reunido hoy en el área de Debori de la capital para protestar “contra la cruel decisión del Gobierno talibán”, afirmó a EFE la organizadora de la marcha, Basira Hussaini.
Sin embargo, su reivindicación concluyó abruptamente porque “las fuerzas de seguridad de los talibanes junto con sus policías dispersaron la protesta violentamente y torturaron y detuvieron a algunas de nosotros”, agregó Hussaini.
Un equipo de periodistas de la AFP vio a grupos de estudiantes reunidas frente a las universidades de Kabul, con la entrada prohibida por guardias armados y puertas cerradas.
“Los talibanes temen el progreso de las mujeres. Podemos criar hijos educados en la sociedad y eso les da miedo”, declaró Wajiha Kazimi, de 19 años, que sobrevivió a un ataque contra un centro educativo de la capital a principios de año.
Los estudiantes varones también expresaron su conmoción por el último edicto, y algunos en la ciudad oriental de Jalalabad boicotearon sus exámenes en señal de protesta.
“Expresa realmente su analfabetismo y su escaso conocimiento del islam y de los derechos humanos”, declaró un estudiante universitario, que pidió que no se revelara su nombre.
La mayoría de las universidades privadas y públicas cierran durante unas semanas en invierno, aunque los campus suelen permanecer abiertos para los estudiantes y el personal.
La prohibición decretada por los fundamentalistas fue duramente condenada por varios países y organizaciones internacionales, además del ex presidente afgano Ashraf Ghani, quien huyó de Kabul cuando los talibanes tomaron el control de la capital en agosto de 2021.
“Lo he dicho muchas veces, y lo volveré a decir: si una niña se alfabetiza, cambiará las próximas cinco generaciones. Si una niña permanece sin educación, arruinará cinco generaciones”, escribió anoche Ghani en su perfil de Twitter.
A pesar de haber prometido un régimen más suave cuando tomaron el poder el año pasado, los islamistas de línea dura han aumentado las restricciones en todos los aspectos de la vida de las mujeres, haciendo caso omiso de la indignación internacional.
Y es que el veto a la educación femenina en las universidades, que los talibanes habían venido permitiendo hasta ahora, se une al impuesto contra la educación secundaria y forma parte de una larga lista de restricciones contra las mujeres que incluye la segregación por sexos en lugares públicos, la imposición del velo o la obligación de ir acompañadas por un familiar masculino en trayectos largos.
Las mujeres también han sido expulsadas de muchos puestos de trabajo en el gobierno, o se les paga una fracción de su salario anterior para que se queden en casa.
Este progresivo endurecimiento de su política hacia las mujeres, a pesar de las promesas que efectuaron a la comunidad internacional tras su llegada al poder, no hace más que acercar la postura del actual régimen talibán a la de su anterior régimen entre 1996 y 2001, conocido por la exclusión de las afganas y su estricto código social.