Los Warriors toman ventaja en la final de la NBA gracias a un brillante Andrew Wiggins

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Los Golden State Warriors también saben ganar sin la inspiración de Stephen Curry. Sucedió este lunes por la noche en San Francisco, durante el quinto partido de la final de la NBA. La estrella local no emitió tanta luz como acostumbra, pero no importó: por ahí apareció un inesperado Andrew Wiggins para resolver el problema. Estuvo sensacional: con 26 puntos, 13 rebotes, dos asistencias, dos robos y un tapón, llevó a los suyos a ganar el encuentro (104-94) y a desempatar la eliminatoria (3-2). El siguiente capítulo de esta historia se escribirá el jueves en Boston.

Antes de que el asunto quedara resuelto, los Celtics jugaron a ser los Warriors durante el tercer cuarto. Fueron por detrás durante toda la primera mitad, pero en ese tiempo lograron neutralizar a Curry, sacar brillo a su estrella, Jayson Tatum, y darle un revolcón de 17 puntos al marcador y a sus perspectivas de triunfo. Se fueron al último descanso perdiendo de uno, gracias a un triple anotado desde la habitación de al lado por Jordan Poole, de los Warriors, literalmente sobre la bocina.

Wiggins no había dicho aún su última palabra: sería después decisivo en la neutralización del equipo visitante en el principio del último cuarto. Bastaron menos de cuatro minutos para que los Warriors se colocaran de nuevo 11 arriba. Y ya no hubo marcha atrás.

Salvo durante un breve espejismo, el equipo de San Francisco tuvo las cosas claras desde el principio, y salieron decididos a ganar. Jugaban en casa, y de eso tampoco hubo duda, gracias al ruidoso público que abarrotó el nuevo Chase Center, y que reclamaba una y otra vez que los suyos defendieran. Hicieron lo que les pedían.

Faltaron nueve minutos del primer cuarto para que acumularan una ventaja de 16 puntos, gracias a las brillantes intervenciones de Wiggings, que anotó 16 para los Warriors en la primera mitad, un récord en su desempeño en los playoffs, y de Draymod Green, que por fin encontró una comodidad con la que no dio en los cuatro primeros partidos. Los Warriors terminaron esos 12 minutos inaugurales 11 arriba, y, pese a que los Celtics mejoraron algo en el segundo ambos fueron al medio tiempo con un resultado cómodo para los locales (51-39).

Curry acabó solo con 16 puntos. Y eso sí fue una novedad: hasta este lunes había sido el máximo anotador de los cuatro partidos previos, con 34, 29, 31 y 43 puntos respectivamente. Algo mejor le salieron las cosas a Klay Thompson (21 puntos), otra pieza clave en la victoria de los Warriors.

Tatum, estrella de los Celtics, se redimió un tanto; acabó, con 27 puntos, como el máximo anotador del encuentro. Y eso que llegó a San Francisco con el peor porcentaje de tiros de campo (34%) en los primeros cuatro juegos de una final de la NBA desde Patrick Ewing (33%), de los New York Knicks, en 1984.

El jueves en Boston podría quedar resuelta la eliminatoria en favor de los Warriors. Lo único claro de momento es que la afición de los Celtics, que están llenando su estadio en la primera final que su equipo juega en 12 años, no tendrán oportunidad de celebrar en casa el triunfo… si este llegara, claro. De suceder la tan esperada victoria, sería en el séptimo encuentro, el próximo domingo en San Francisco, y supondría el desempate en el casillero de los anillos (17) con Los Ángeles Lakers. Obtendrían así lo que más anhelan: la última palabra en la madre de todas las rivalidades de la NBA en una temporada tan señalada como esta, en la que se cumple el 75° aniversario de la competición.

 

El País

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