Madres de la pandemia

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Aún sabiendo que podría contagiarse de Covid-19 y llevar el virus a casa, la enfermera Ma. Olivia García Robledo, continúa su labor como filtro sanitario respiratorio en el Centro de Salud, Juan H, Sánchez, que durante un primer momento de la pandemia fungió como recolector y laboratorio; como madre nunca mostró preocupación para no afectar a sus hijos.
Con 37 años de experiencia nunca dudo en ser parte del proceso de contención del virus Sars-Cov-2 en la entidad potosina, así que siempre estuvo al pie del cañón con su labor como profesionista y también con su rol de madre. Reconoce que la tarea le fue menos difícil porque sus hijos ya están estudiando una licenciatura y este tema no lo representó una fuerte problemática.
“Cuando empezó la pandemia, nosotros fuimos una unidad operativa, nunca dejamos de trabajar, yo estuve participando en el filtro respiratorio cada semana y estábamos en contacto con todas las personas y la mayoría solicitaba información de Covid o traían un cuadro respiratorio, y teníamos que enviarlos a las Unidades Monitor o Centinela, incluso al hospital dependiendo de la gravedad. Posteriormente durante la vacunación, también participe en algunas etapas y nos enfrentamos a estar en contacto con todos y enfermería no sabía quién estaba o no enfermo”.
El centro de salud Juan H Sánchez, ubicado en la Calzada de Guadalupe, y que pertenece a la jurisdicción sanitaria número 1, siempre estuvo laborando no se detuvo para atender pacientes crónicos, de la red psiquiátrica, controles de embarazo, atención a menores y planificación familiar, el servicio de laboratorio, siempre estuvo igual y ahí también se tomaban las muestras para los pacientes con cuadro de Coronavirus, así que la gran mayoría de los trabajadores estuvo al frente de la contingencia”.
Mencionó que había pacientes que traían sintomatología y no se lo referían para evitar ser hospitalizados, así que el riesgo era mayor para el personal de enfermería, aunque no para todos fue igual vivir está situación.
Cuenta que como módulo respiratorio no contaba con el equipamiento de seguridad, con el que si contaban las enfermeras de las unidades monitoras, situación que las colocaba en desventaja porque podrían contagiarse mucho más rápido.
“Enfermeras de la Huasteca nos decían que se sentían más seguras a comparación de las enfermeras qué estaban en unidades no monitoras, porque ellas llegaban y se vestían de acuerdo al protocolo, pero lo que estábamos en unidades respiratorias, solo traíamos nuestro cubrebocas Kn95 o del Kf y no sabíamos y los pacientes que aprendíamos eran positivos, algunos hasta eran asintomáticos y no lo sabíamos”.
Como madre de familia tuvo que demostrar tranquilidad aunque el miedo la rodeaba porque no había información; sus hijos tenía que mostrarles una cara amable a pesar de la consternación que tenía.
Siempre manejó estrictas medidas de desinfección e higiene en el área de trabajo y también en casa, sus protocolos de sanidad se volvieron una rutina para evitar que sus hijos y esposo cayeran víctimas de la enfermedad “me quitaba toda la ropa inmediatamente a lavar, desinfectar, aseo general, y esta fue la manera en que uno tenía tranquilidad con los hijos, o con los padres. Nos organizamos y pensábamos en todo momento en no llevar el virus a casa”.
Transitar por esta contingencia la orilló a explicar concienzudamente a sus hijos lo que estaba ocurriendo, al ser estudiantes universitarios se quedaban un poco más tranquilos y nunca la persuadieron para que se quedará en casa “mis hijos fueron valientes, porque saven que como enfermera tengo una responsabilidad de trabajo, con mis pacientes y con la institución de salud, saben que a mí me gusta la enfermería y mi profesión, aunque yo sí tenía temor no se lo mostré a mis hijos para que no me impidieran ir a trabajar. La verdad yo sí tenía miedo, pero cuando tenía que alistarme lo hacía con mucho valor y amor porque a mí, sí me gusta mi trabajo, el temor estoy segura lo teníamos todos”.
Para ella, no fue una presión el tema de ayudar a sus hijos en sus clases virtuales, toda vez que ellos supieron adaptarse relativamente pronto a esta nueva realidad educativa “yo no tuve esa complicación agregada, pero sí vi a mis compañeras con hijos pequeños en kinder, primaria, que hacían circo, maroma y teatro, capacitándose, comprando un celular mejor para sus hijos, para las clases, viendo quién se los cuidaba porque tenían que irse a trabajar y dejarlos en casa, estableciendo estrategias con sus esposos y sus familias capacitándose para las plataformas y las tareas, ser enfermera y todavía enfrentarse a las actividades escolares de sus hijos, fue un fuerte desgaste”.
Para el resto de sus compañeras era una preocupación cuando tenían hijos muy pequeños porque no sabían entender lo que ocurría, hubo quienes tuvieron mucha ansiedad porque prevalecían los contagios entre el personal.
La enfermera, Olivia García Robledo, no fue la excepción y también sucumbió ante esta enfermedad, no cree que en su área de trabajo haya sido el contagio, pero aún así se levantó para cuidar de su familia ” yo estoy muy orgullosa del área de enfermería, porque realizamos nuestro trabajo de la mejor forma posible, inclusive seguimos trabajando en las campañas de vacunación, nosotros pusimos nuestro granito de arena para que terminara está epidemia, me siento muy orgullosa como mujer, como enfermera, como mamá, de todo lo que logramos todo el personal de salud. Fueron muy dolorosas las pérdidas ciudadanas, pero somos quiénes sacamos adelante al país “.

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