“Me pusieron un cuatro”. Alejandro, el conductor del Uber que se atrevió a escapar de la SCT y enfureció a los taxistas
Blakely Morales
San Luis Potosí, S. L. P. La tarde del martes seis de agosto era una tarde de trabajo normal para Alejandro D., al volante de un Uber, cuando a eso de las 16:40 horas, aceptó un viaje en la plataforma desde la Plaza San Luis al poniente de la capital. La manera en la que una tarde normal se convirtió en una “atípica” tarde de trabajo para Alejandro y de paso para toda la ciudad, según su versión, no fue un hecho casual, sino planeado.
Alejandro afirma que el viaje estuvo a nombre “de un caballero” y en su lugar abordó una joven que modificó el punto de llegada.
La chica no conversó, no dijo palabra y al parecer de Alejandro, estaba nerviosa, mensajeaba por el celular. La chica le pidió que en lugar de dejarla en una calle en la colonia Praderas del Maurel, concluyera el viaje metros adelante, en la avenida Valentín Amador, todo esto en territorio de Soledad de Graciano Sánchez.
Pero bajando del puente del Distribuidor Juárez para incorporarse a la carretera a Matehuala, tomar la lateral y doblar hacia la derecha, en Valentín Amador, de acuerdo a su testimonio, a Alejandro ya lo estaban esperando.
“¿Qué casualidad que adelante en Valentín Amador, en Avenida de los Pinos, estaba otra unidad (de la SCT) que ya fue la que me siguió el paso?”, pregunta Alejandro, suspicaz, convencido de que fue víctima de una operación planeada.
De pronto se vio entre dos unidades de inspectoras de la SCT y una grúa; una de las funcionarias a la que identifica como “la gordita de lentes”, fue quien le aseguró que además de recoger el vehículo también iban consignarlo ante la Fiscalía por presunta privación ilegal de la libertad por la chica que viajaba en la parte trasera, pero ella descendió del vehículo y desapareció de la escena.
Un detalle escabroso pero que no justifica la violencia que ocurrió a continuación, es que al ser notificado de que además del vehículo recogido, él sería merecedor de la multa de más de 50 mil pesos, que es el monto establecido en la ley estatal de transporte público, para los Ubers que no cuentan con registro ante la SCT, Alejandro calculó que le salía más barato evadir la ley, y decidió escapar.
“Me dicen unos compañeros: te hubieras dejado agarrar ya después se paga la multa, pero si ahorita no me han cooperado con cien, doscientos, pesos para los daños; menos me van a cooperar para una multa de 50 mil”.
La misma funcionaria de lentes, es a quien Alejandro identifica como la persona que convocó a los taxistas, que llegaron en menos de cinco minutos. Según su narración, que puede ser corroborada con el material audiovisual difundido en redes sociales, al escabullirse de la SCT, Alejandro estuvo encajonado en tres ocasiones, rodeado de taxistas enardecidos.
La primera, doblando sobre la avenida de Los Pinos a la altura del popular antro La Gozadera; la segunda, cinco cuadras adelante en la calle Jesús Yuren, por donde posteriormente pudo escapar.
En ese segundo momento, con la alerta corriendo por los grupos de WhatsApp, llegó al lugar un convoy de repartidores de comida por aplicación, y compañeros choferes de plataformas que mediaron la situación, y lo ayudaron a salir de territorio taxista.
El saldo hasta ahí: el parabrisas impactado por una roca, una ventana y el espejo retrovisor izquierdo, rotos.
Cargado de adrenalina cruzó a toda velocidad la colonia San Antonio, para salir a la calle Tenochtitlán, por donde llegó a Rivas Guillén y salió hacia el Tec Regional por Cholultecas cruzándose un semáforo para retomar por fin la carretera a Rioverde, buscando llegar a un lugar seguro, cuando en eso, otro grupo de taxistas le cerró el paso y ahí si, dice Alejandro, sintió que ya no la contaba.
“Yo literal, corrí por mi vida; ya en la última emboscada que sufrí en la carretera a Rioverde y ahí se puede observar el en video, el taxi que se para en medio yo pensé que iba sacar un arma y yo sentí que ya ahí iba a quedar, literalmente; me le quedé viendo a los ojos al taxista y yo creo que se apiadó de mí o lo pensó”.
P: ¿Lo que les enojó (a los taxistas) fue que usted se escapó?
R: Sí, de cierta forma; bueno, yo digo que desde que está ahí la funcionaria de comunicaciones, la gordita de lentes, ahí se ve que empieza a hacer una llamada, y en menos de cinco minutos llegaron los taxistas.
Luego del tercer escape, Alejandro consiguió llegar a un domicilio con una persona de confianza, donde se resguardó hasta pasada la media noche. 96 horas después de los ataques y la violencia, Alejandro no había recibido atención médica, tiene un golpe en el pómulo izquierdo y otro en el antebrazo derecho, ambos por piedras arrojadas por los taxistas.
24 horas después, el miércoles por la tarde, Alejandro acudió ante la Fiscalía General del Estado para interponer la denuncia de hechos por las lesiones ocasionadas por los taxistas, que quedó registrada bajo el número de expediente 27502/24, donde identifica y menciona los números de económicos de doce unidades del servicio público, los principales que pueden ser verificados con los videos que circulan, son: el 4981, el 4054, el 1283 y el 3987. También están mencionados el 0447, el 4782, el 2422, el 5234, el 0088, el 1508, el 0222 y el 1520.
Alejandro también identificó a otro de los taxistas que retó a un elemento de la Guardia Civil Estatal, y que dos días después, apareció en un evento de taxi seguro para la FENAPO, siendo entrevistado por una televisora local, mientras sus compañeros al fondo se burlan de él. Con ellos, los taxistas, dice Alejandro, nunca ha tenido un solo problema.
Alejandro tiene 54 años y es originario de Iztacalco, Ciudad de México, lleva 30 años viviendo aquí, vive al día y no tiene familiares en la ciudad. Algunos compañeros y compañeras choferes de plataforma, se están organizando para ayudarlo a salir adelante. Alejandro dice no tener miedo, espera que el vehículo gris que maneja sea reparado para seguir trabajando, aunque piensa que no es justo que la SCT lo persiga de esa manera, como si fuera un delincuente.
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