La Silla Rota:
Pese a los impuestos y prohibiciones de venta o importación que el gobierno de México aplicó a los vapeadores, más de 500 mil jóvenes de entre 10 y 19 años usa esos dispositivos.
Esto es duplica el número de consumidores reportados en 2018, según datos de las encuestas Nacional de Salud Continua del 2018 y 2022 elaboradas por el Instituto Nacional de Salud.
El 13 de agosto pasado la comisión de Puntos constitucionales de la Cámara de Diputados LXVI, que presidía el morenista Juan Ramiro Robledo, aprobó una iniciativa de decreto para reformar los artículos 4 y 5 de la Constitución para prohibir la producción, importación y comercio de cigarros electrónicos (vapeadores).
Sin embargo, adquirir uno hoy en día es fácil, con la diferencia de que no hay en tiendas de conveniencia y que un vape es regularmente dos o tres veces más caro que una cajetilla.
La Silla Rota entrevistó a Dramaria y Javier, nombres que ellos eligieron para proteger su identidad, dos jóvenes que vapean y fuman activamente.
Usó vapeador para dejar otra adicción
Dramaria, de 17 años, vapea y fuma. Se considera adicta al cigarro y está diagnosticada con trastorno límite de la personalidad. A los 13 años, por curiosidad, comenzó a fumar mariguana.
Fumó mariguana por dos años y a los 15 comenzó a notar que se le olvidaban muchas cosas, así que decidió reemplazarla por cigarros de tabaco. Hoy en día fuma entre cuatro y 8 cigarrillos por día, todos los días de la semana. Consume casi dos cajetillas de 14 cigarros sabor sandía en siete días.
Las razones por las que Dramaria prefiere el cigarro de tabaco al vapeador es que es más económico, ya que con 100 pesos del dinero que le da su mamá para la semana se compra dos cajetillas, en contraste con el vapeador más barato que cuesta 100 pesos, que dura cuatro días y que además “sabe muy poquito”.
Javier es un joven de 17 años, vive con asma y ha usado el vape, pero sólo fuma cuando bebe alcohol, generalmente los fines de semana. Él comenzó fumando cigarros de tabaco y con el tiempo se dio cuenta que prefiere el sabor que tiene el tabaco.
Encuentra que el vape sabe “desabrido, como si le faltara sabor”, en cambio el cigarro es consistente con un sabor marcado.
“He probado el vape alguna vez en la vida, sí; pero no me gusta. Está como desabrido y se siente puro vapor en la boca”, dijo Javier en entrevista con La Silla Rota.
¿Cómo son los vapes y cómo funcionan?
Un vapeador o vape está compuesto, en la mayor parte de los modelos, por tres elementos esenciales: una batería, un atomizador y un cartucho o líquido. La batería calienta el líquido de vapear hasta el punto en que se vuelve un aerosol que mediante una boquilla conectada al atomizador es inhalada por el usuario.
En todos los casos el líquido para vapear no está hecho con tabaco, pero sí tiene nicotina, una clase de anticongelante llamado propilenglicol, glicerina vegetal, saborizantes, aromatizantes y más. No está hecho a base agua y los residuos quemados del líquido se quedan, en la mayor parte de los casos, alojadas en los pulmones.
¿Cuáles son las consecuencias de vapear?
El CDC ha identificado que los efectos del vapeador en la salud son adicción a la nicotina y sus efectos, tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, náusea y pobre desarrollo del cerebro de los adolescentes y de los adultos.