VIDEO: ¿Puede alguien realmente pensar en los niños, las niñas y los adolescentes?

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Música para el Apocalipsis.

Blakely Morales

*Video: Ari Chevez

Atención esto no es un meme. Repito: esto no es un meme.

Los conflictos actuales y por venir son y serán de adultos peleando contra otros adultos. Los salarios, las elecciones, la corrupción, un puesto en cualquier área de la administración pública; contratos sin cumplir, terrenos sin ocupar, o la popularidad del Gobernador: todos son temas de adultos; empresas, beneficios, fiscales, abogados, médicos, el mundo es de los adultos. Las luchas del pasado fueron adultos contra otros adultos, por un país, una mina, el territorio. Todo fenómeno de nuestra vieja sociedad, antes de ser considerado serio, tiene que pasar por el filtro de la adultez. Pero…

¿Puede alguien realmente pensar en los niños, las niñas y los adolescentes?

La agencia internacional, Aldeas Infantiles SOS, calcula que en México hasta el 2021, más de un millón de niños y niñas crecen y se desarrollan en solitario, al haber perdido el cuidado de sus padres. La violencia de género, en la familia y la del narcotráfico, vinculados como fenómenos al consumo de drogas sintéticas, la necesidad de migrar, los negocios ilegales de trata y la explotación sexual; pero principalmente la pobreza y la desigualdad, han colocado en extrema vulnerabilidad a la infancia de nuestro país.

La ausencia de los derechos más elementales, a la vida, la salud, a la familia, la no discriminación, se reflejan por ejemplo, en la carencia de seguridad social que padecen varios millones de niños y niñas que en este preciso momento, no tienen acceso a una atención médica digna ni de calidad.

Aquí en San Luis Potosí, la muerte de Camila de tres años por negligencia, es una muestra. Camila no pudo llegar al inicio de clases al preescolar, donde ahora mismo se estaría descubriendo mexicana entre adornos patrios. Ni eso, ni justicia.

Por otro lado, Iker y su hermanita Aranza, de once y cinco años, son ejemplo de la insuficiencia del aparato gubernamental para cuidar el más elemental de los derechos: la vida. Aparecieron en tambos y cajas de madera, como si hubieran sido delincuentes, ocultos durante meses en una casa habitación, en un fraccionamiento industrial.

Dos niños migrantes, por ende objeto de discriminación; probablemente indígenas, dos hermanos callados en una ciudad dormitorio, en un hogar aparentemente normal, con un padrastro aparentemente normal.

Y nadie sale a decir nada. ¿Qué dirían? Pleito familiar.

Un informe de la CONAPRED, (la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación), señala que las nociones y estereotipos de que los niños y las niñas son una especie de propiedad familiar, o la idea de que el desarrollo de las infancias es un asunto exclusivamente del ámbito privado de las familias, no permiten que NNA participen en la vida social y gocen plenamente de sus derechos.

Aún peor, la concepción del valor futuro que niega la función de niños, niñas y adolescentes en el presente, comunmente expresada en frases como el “futuro de nuestro país”, o la “esperanza para el futuro”, los vuelve aún más vulnerables, invisibles frente a la sociedad adulta.

¿La esperanza del futuro?

Una niña se quitó la vida, en un centro de Salud Mental, denominado Nuestra Señora del Carmen. Arely tenía nueve años. ¿Qué concepción de la vida puede tener una niña de nueve años, para decidir, no quererla más?

Otro pendiente para la Fiscalía. Aparentemente no hay delito que perseguir. Pero ¿quién permitió que Arely llegara a un lugar como ese? Un Centro ocupado principalmente por personas de la tercera edad. ¿Qué oficina falló a la niña en garantizarle el derecho a la familia, y al sano desarrollo, plasmado en las leyes estatales? ¿Por qué abandonar a un niño o a una niña no son, un delito grave?

¿Qué funcionario o funcionaria de qué dependencia estatal, municipal o federal, es el que le negó con su negligencia el derecho a la vida?

Por último quiero recordarles a Brayan. Aunque él tiene otra suerte, pues por suerte está vivo, está esperando que el Estado le reponga la infancia, que le repare la negligencia.

Espera una respuesta, y la respuesta que reciba será clave. Si su presunto agresor sale libre, quedará en evidencia que en SLP quien manda es el poder económico y que la justicia se determina según la casta. Y aún así, el poder del otro, el que ejecuta, el de la democracia, deberá responder, y deberá repararle el daño.

Si llegamos a esa circunstancia entonces encontraremos que al final todos le hemos fallado a Brayan. Los sexenios desde Marcelo de los Santos pasando por Fernando Toranzo, Carreras y el del actual, incluidos todos los alcaldes recientes de la capital y de Soledad de Graciano Sánchez, donde nació y vivió sus primeros años de infancia, antes de ser uno más de los millones de niños que en nuestro país, pierden el cuidado de sus padres.

Por desgracia Camila, Iker, Aranza y Arely, ya están muertas. Tres niñas y un niño. Pero volteemos a ver a las y los niños que están vivos; a las y los que viven en el muy a su pesar. Solucionen lo que tengan que solucionar en el DIF Estatal, pero hagan funcionar el aparato gubernamental, ya. La infancia potosina, lo está demandando.

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