El pelo de cada parte de nuestro cuerpo parece tener una función clara, pero ¿qué ocurre con la barba y el bigote?
El Confidencial.- El vello corporal tiene una clara función biológica. El pelo de brazos y piernas ayuda a regular la temperatura corporal; el cabello protege la cabeza del sol; las pestañas impiden que nos entren insectos o polvo en los ojos, mientras que las cejas retienen el sudor; las axilas sirven para proteger los brazos del roce al andar a la vez que lanzan feromonas y el pubis, por último, reduce la fricción y proporciona una capa de protección contra las bacterias y otros patógenos.
Pero… ¿qué función cumple el bigote o la barba? En un primer momento, los biólogos evolucionistas pensaron que podría tener una función profiláctica y, por eso, rodeaba la boca. Sin embargo, esta teoría tiene un gran “pero”: ¿qué ocurre con las hembras? Si barbas y bigotes tienen una finalidad fisiológica, sería ilógico que solo sirviera para los hombres, ya que las mujeres no tienen ese vello tan grueso.
En la época del coronavirus, se ha demostrado que las barbas y bigotes, en vez de tener una función protectora, podrían ser un coladero para que los patógenos lleguen a nuestro interior. Las mascarillas no se acoplan bien en las caras no rasuradas.
Función ornamental
El profesor de la Universidad de Nuevo México Geoffrey Miller ha dado una respuesta al porqué del vello facial a The Wired. “Las dos explicaciones principales para el vello facial masculino son la atracción intersexual (atraer a las mujeres) y la competencia intrasexual (intimidando a los hombres rivales) “.
Un recorrido por la historia también apunta una nueva causa: símbolo de rebeldía. Los romanos se rasuraron en contraposición de los barbudos griegos. En Inglaterra se afeitaban para reflejar oposición a la invasión Vikinga, y sus guerreros de largos bigotes. Los protestantes dejaron crecer sus barbas como claro signo de rechazo a los sacerdotes católicos, que siempre iban pulidamente afeitados…
Generalmente las barbas suelen ser una respuesta de las generaciones más jóvenes frente a sus progenitores. También el reclamo sexual del vello facial ha cambiado a lo largo del tiempo. Miller asegura que, en este sentido, sirve para distinguirse del resto. Destaca un factor cultural, que determina qué es “atractivo” para la mayoría, y otro conductual, que lleva a muchas personas a decantarse por lo “diferente”.