El nombre adecuado para llamar a la “piel de gallina” es horripilación cutánea o piloerección, aunque también es muy frecuente escuchar que se le denomine como “piel chinita” o simplemente se exprese como “erizar la piel”.
El nombre adecuado para llamar a esta reacción es horripilación cutánea o piloerección, aunque también es muy frecuente escuchar que se le diga “piel chinita” o simplemente se exprese como “erizar la piel”. De acuerdo con un artículo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se trata de una cuestión fisiológica e involuntaria que activa la contracción de los músculos erectores del vello y provoca que el aspecto de la piel cambie debido a que los poros se expanden y causan que se erice el “pelaje”.
Cabe destacar, que este proceso se repite cada vez que el organismo siente cualquier estímulo intenso que altere la “normalidad” de las personas, aunque también puede ocurrir cuando se tenga la sensación de frío, porque el cuerpo detecta la presencia de algo “extraño” que afecta al cuerpo.
Por otro lado, el psicólogo Hugo Sánchez Castillo agrega que también se le conoce a esta sensación como “escalofríos” los cuales se genera principalmente por el estrés. Éste provoca que haya una “movilización de energía” en nuestro interior y da como resultado la famosa “piel de gallina”.
No obstante, apunta que esta reacción puede ocurrir aunque no estemos en una situación de peligro, ya que es común que la sensación se experimente cuando ocurren sucesos muy felices, inesperados o excitantes; por este motivo, el fenómeno se ve acompañado de una sensación de hormigueo que recorre toda la piel.
Como la sociedad es tan diversa, compleja y diferente, lo que le da miedo, nervios o estrés a alguien no será lo mismo que provoque estas reacciones a las demás personas, es por eso que es muy ambiguo especificar las acciones que originan la “piel chinita”.
La biología aclara que este estímulo ha acompañado al ser humano desde tiempos muy atrás y perdura en las generaciones actuales como un símbolo de la evolución.
Se argumenta que era una reacción que ocurría para elevar el calor corporal, pues como antes las personas tenían mucho más vello, el organismo hacía que esto ocurriera para mantenerlas más calientes, tal y como ocurre con los animales hoy en día.