Prodigio digital: Versión nahua de la conquista en el Códice Florentino

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El Instituto Getty de Los Ángeles, California, inició hace más de siete años este proyecto que cristaliza ya en internet. Las investigadoras compartieron con Proceso el trascendente significado de esta primera traducción al español y al inglés, visión real de los vencidos.

Proceso.- En una versión que contiene por primera vez la traducción más completa del náhuatl al español, y además presenta la del inglés, el Instituto de Investigación Getty de Estados Unidos digitalizó y puso en línea el Códice Florentino, “considerado la fuente más confiable sobre la cultura mexica” y la historia de la conquista de México.

El proyecto, iniciado hace más de siete años, se dio a conocer durante la mesa “Indigenous Voices de Mexico in the Digital Age” (Voces Indígenas de México en la Era Digital), transmitida por el canal oficial de YouTube de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia del Museo Nacional de Antropología, y ya está disponible en el sitio web de la institución con sede en Los Ángeles, California, Estados Unidos.

La posibilidad de consultar en internet el antiguo manuscrito –elaborado entre 1575 y 1577 en el Colegio de la Santa Cruz en Tlatelolco por el fraile franciscano Bernardino de Sahagún, con la colaboración de un grupo de escribanos y de tlacuilos (artistas)– podría cambiar la forma de interpretar la historia de la conquista, porque los textos no han sido suficientemente conocidos en México por la falta de una traducción al español.

En ello coinciden la especialista en Estudios Mesoamericanos Kim Richter, coordinadora del proyecto, y la etnóloga Bérénice Gaillemin, colaboradora, ambas investigadoras del Instituto Getty, entrevistadas vía telefónica por Proceso.

Richter destaca que, al no contarse con una versión al español, la historia oficial se ha basado en las fuentes de los conquistadores, como las “Cartas de relación” de Hernán Cortés. En cambio el códice, particularmente el Libro 12 (último volumen), el cual aborda la caída del imperio azteca, “se basa en las narrativas nahuas de Tlatelolco de quienes realmente estaban aún vivos durante la conquista, como Sahagún y sus colegas nahuas, que fueron quienes iniciaron esa historia en el año 1550”.

El documento compila la versión de los líderes de Tlatelolco, Tenochtitlan y otros sitios de los alrededores, “por eso es tan importante y en muchos aspectos es muy diferente a la versión española, no dice cosas como que Moctezuma recibió a los españoles y les otorgó el poder. Así no fue”.

Menciona un “momento clave” en la narración española relativa a la muerte de Moctezuma Xocoyotzin, pues en ella se afirma que fue matado por su gente que lo vio como un traidor. En cambio en el códice, aunque “no dice que lo mataron los españoles, porque habría sido demasiado peligroso decirlo”, se dan indicios de que fue bajo las manos de ellos. Y no solamente él, también Itzcuauhtzin de Tlatelolco.

“Fueron matados por los españoles y después trataron de echar sus cuerpos en el canal. Hay partes con descripciones horrendas de las matanzas. Fue realmente horrible, eso habla también –y es muy importante– de la valiosa resistencia de los tlatelolcas y de los mexicas básicamente: las mujeres, los hombres, los niños, todos lucharon en contra. Siempre hablamos de la caída de Tenochtitlan, cuando lo cierto es que fue al final”.

Antropóloga e historiadora, Gaillemin agrega que la historia se ha visto a través de patrones de Europa. Aunque se sabe que la conquista fue absoluta, Cuauhtémoc y los otros líderes decidieron dejar la guerra, es decir, fue su decisión terminar de luchar. Y disponer de la transcripción en español del Libro 12, realizada por Berenice Alcántara Rojas y Federico Navarrete Linares, es lo que permite conocer esos relatos que además son muy “vivos y bellos”.

Proyecto ambicioso

Las investigadoras relatan que el proyecto de digitalización inició luego de una conferencia en la Universidad de California de Los Ángeles (UCLA), cuando reflexionaron con varios de los ponentes que el antiguo documento no ha sido estudiado suficientemente, tanto en sus ilustraciones como en sus idiomas náhuatl y español, pues la versión más utilizada es la primera traducción al inglés, realizada por Arthur J. O. Anderson y Charles E. Dibble.

Sahagún escribió en español “Historia general de las cosas de la Nueva España” que, por sus múltiples ediciones impresas, es sin duda una de las más difundidas. El fraile concibió la obra como una enciclopedia en doce tomos. Y según datos de Diana Magaloni Kerpel, directora del Programa de Arte de las Antiguas Américas del Museo de Arte de Los Ángeles y codirectora del proyecto, colaboraron con él los gramáticos trilingües (náhuatl, español y latín) Antonio Valeriano, Alonso Vegerano, Marco Jacobita y Pedro de San Aventura. Además, 22 pintores que elaboraron las 2,686 pinturas de los 2 mil folios de la obra (https://arqueologiamexicana.mx/mexico-antiguo/el-codice-florentino).

El Códice Florentino está igualmente disponible en internet desde 2012 cuando lo digitalizó la World Digital Library (Biblioteca Digital Mundial), si bien se centra más en las imágenes y no en los textos.

¿Cuál es entonces el propósito del instituto fundado por el magnate petrolero Paul Getty (1892-1976) al involucrarse en la digitalización y difusión del manuscrito?

Richter puntualiza que el códice ni siquiera está físicamente en el centro de investigación (la copia de los manuscritos, perdidos en buena parte, llegó a Europa en el siglo XVI, a los pocos años de su terminación, y se resguarda en la Biblioteca Laurenciana de Florencia, Italia, de ahí su nombre). Sin embargo, considera que este tipo de investigaciones tan amplias requieren de mucha gente y recursos, y el Getty es una institución que realmente puede lograr el “ambicioso” proyecto de poner a disposición el documento para el mejor conocimiento de las épocas prehispánica y colonial y la misma lengua náhuatl.

“Es realmente el manuscrito más importante del siglo XVI en México”.

Además, agrega, el instituto de investigaciones tiene su sede en Los Ángeles, donde una gran parte de la población proviene de México y muchos son indígenas. Ahí se hablan diferentes idiomas (náhuatl, variantes del maya, mixteco, zapoteco, etcétera) y “es una responsabilidad trabajar con esa historia”.

Por ello, el objetivo principal de la digitalización es poner en línea tanto para especialistas como para todo tipo de público, las imágenes del códice con sus traducciones al español y náhuatl contemporáneos, y al inglés (aunque no en todos los textos están disponibles los diferentes idiomas):

“Cada narrativa nos dice cosas complementarias o diferentes. Hay partes que sólo existen en náhuatl pero no en español o a la inversa, en español pero no en náhuatl, hay que leer todo para entender el contenido”. En la página web (https://florentinecodex.getty.edu) se puede elegir el idioma en el cual leer los doce libros: la traducción al español de Alfredo López Austin y Josefina García Quintana; español e inglés de Anderson y Dibble; del español al inglés de León García Garagarza, miembro del equipo de investigadores que participó en este proyecto del Getty; español e inglés de James Lockhart; del náhuatl al español de Alcántara Rojas y Navarrete Linares en el Libro 12; se ha incluido en dicho libro, audio de Eduardo Cruz de la Cruz, del Instituto de Docencia e Investigación Etnológica de Zacatecas, quien contribuyó al traducir al náhuatl contemporáneo que se habla en la Huasteca.

Amplitud temática

La coordinadora pone énfasis en que la traducción de García Garagarza no existía, es una aportación del proyecto con la cual se pueden leer dos versiones en inglés. Asimismo, se encargó la transcripción del Libro 12 a los

especialistas Alcántara y Navarrete, pues “traducir del náhuatl al español habría tardado muchos años”. Sin embargo, anuncia, la Universidad Nacional Autónoma de México tiene ya el proyecto de hacer esa labor.

Destaca la investigadora:

“El Libro 12 es una de las narrativas más importantes porque es una versión en náhuatl muy amplia que cuenta la historia desde una perspectiva muy específica de los tlatelolcas. (Su traducción) fue una propuesta muy interesante, justo pensando en los 500 años de la caída de Tenochtitlán, que se cumplieron unos años atrás”.

Y Adelanta:

“Ahora publicamos el Códice, pero en unos años vamos a publicar también nuestro estudio basado en el Libro 12, que será un libro digital”.

Al respecto, Gaillemin añade que no se trata sólo de poner en línea la digitalización con las traducciones antiguas y nuevas, sino todo el trabajo de análisis que se está haciendo. Ella se encargó, por ejemplo, de la descripción de las imágenes del códice y de haberles colocado etiquetas con palabras clave, para que los usuarios tengan una amplia gama de búsquedas:

Dioses, animales, plantas, prácticas rituales, topónimos, antropónimos, signos del calendario, artefactos, trajes, técnicas, objetos cotidianos, elementos arquitectónicos, títulos de guerreros y ocupaciones entre otros. Se puede buscar, por ejemplo, la palabra “Tlatelolco”. Se desplegarán los fragmentos donde aparece, el libro, el folio y los idiomas en los cuales se puede leer, así como las imágenes.

La investigadora Kim Richter refuerza la idea de que el códice ha sido utilizado como una fuente para investigar una amplitud de temas, algunos muy específicos. Si se desea saber sobre Moctezuma o Cuauhtémoc, se va al texto y la imagen para obtener la información.

Agrega que con la digitalización se podrá ahora entender mejor al manuscrito (conocido también como Códice Laurentino) como un objeto de arte, que contó con la participación de muchas manos: intelectuales, artistas, escribanos, gramáticos nahuas que ayudaron en el proceso. Y comenta que Gaillemin con sus colegas analizó todas las imágenes para ir identificando a través del estilo y la iconografía a los diferentes artistas que trabajaron las imágenes y los escribanos de los textos.

Así han logrado establecer las formas cómo trabajaron, quién escribió qué partes y quién pintó qué imágenes, a través de las diferencias de un pintor respecto de otro, “obviamente no sabemos los nombres”, pero fueron distinguiéndolos con letras A, B, C, D, etcétera, e identificaron entre 19 y 20 artistas distintos.

Tercia Gaillemin que por ahora no se ha determinado nada de la personalidad de los artistas, pero en un futuro estos avances darán pie para que otros investigadores, especialistas en historia del arte, antropología, semiótica e incluso pintores puedan desarrollar estudios.

El Códice Florentino Digital también se puede consultar a través de los teléfonos celulares.

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