Para los especialistas, las empresas deben asumir un enfoque en el que convivan la tecnología, la ecología y las necesidades sociales sin sacrificar los recursos de generaciones futuras.
Expansión.- Aunque enviar un correo electrónico tiene un impacto ambiental, es un asunto poco visible para el usuario común; sin embargo, los gadgets sí tienen una relación más palpable con las personas y estos representan un problema cuando se convierten en basura electrónica, por lo que las tecnológicas deben generar un enfoque de desarrollo sostenible desde el inicio de su producción.
Durante 2022, el Global E-Waste Monitor informó que se produjeron 57 millones de toneladas de residuos electrónicos a nivel global y en México se generaron 1.3 millones de toneladas, por lo que la economía circular debe ser una prioridad en las empresas.
Francisco Bolaños, arquitecto de internet de las cosas y transformación digital de Cisco para América Latina, resalta que más allá de ser una visión de negocio, el concepto de sostenibilidad es algo que ayuda a todos por igual: empresas, gobiernos, usuarios y planeta.
“No se trata de sacrificar las ventas o dejar de hacer bien el negocio, sino de adoptar una visión en la que conviva la tecnología, la ecología y las necesidades sociales sin sacrificar los recursos de las generaciones futuras”, afirma.
Para la fabricación de gadgets se requiere carbón. Este recurso es uno de los métodos que más gases de efecto invernadero produce y, por lo tanto, el paso a utilizar energías renovables es urgente, alerta Bolaños, además de priorizar la adopción de cadenas de producción circulares.
“Los dispositivos tienen un ciclo de vida, pero cuando este termina sus componentes pueden reutilizarse para generar menos desperdicio y hacer más barata la producción de un nuevo artículo al no extraer materiales vírgenes”, explica el especialista.
Bolaños destaca que las empresas de tecnología deben unificar las materias entre sus productos aun cuando sean de nuevas generaciones para reducir los elementos necesarios en su fabricación.
“Es una responsabilidad moral (que deben asumir las empresas), porque consumimos recursos gracias a que otros no los utilizaron. Entonces debemos dejar recursos disponibles para que las generaciones futuras puedan servirse de ellos y cubrir sus necesidades”, sentencia.
Expertos en la materia mencionan que si bien este tipo de productos cada vez son más accesibles, el diseño de los mismos debe orientarse a una duración más amplia y evitar la obsolescencia programada, una idea cuya base principal es fomentar las ventas, pues incluso puede resultar perjudicial para la compañía.
Hace seis años, Apple se vio envuelta en un escándalo conocido como BatteryGate, una demanda de usuarios hacia la empresa bajo el argumento de que la compañía había ralentizado los dispositivos iPhone 6, 6 Plus, 6S, 6S Plus, 7, 7 Plus y el iPhone SE.
Si bien Apple confirmó que sí era un problema reconocido por la empresa, también dijo que se había ejecutado con la finalidad de evitar problemas de rendimiento, al reducir la tensión de la batería y así evitar apagones accidentales.
Luego de la disputa, Apple llegó a un acuerdo en 2020 para pagar entre 310 y 500 millones de dólares, dependiendo de cuántas personas presentaron una reclamación por este caso, el cual demostró la importancia de generar un diseño duradero para el usuario.