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Las competencias de cachetadas, también llamadas cachetadas deportivas, se han vuelto virales en los últimos tiempos. Ahora, un estudio académico ha analizado por primera vez sus consecuencias, alertando sobre los riesgos neurológicos y craneales que enfrentan los participantes a corto y largo plazo. Los hallazgos se han publicado en la revista JAMA Surgery.
Expertos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos, analizaron los signos visibles de conmoción cerebral en personas que participan en competencias profesionales de lucha a cachetadas. Este estudio es el primero en ofrecer una evaluación cuantificable de los peligros asociados a esta actividad, proporcionando un punto de partida para futuras discusiones sobre normativas que protejan la salud y el bienestar de los participantes a largo plazo.
“Las peleas a cachetadas pueden parecer entretenidas para el público general, pero como profesionales de la medicina, algunos aspectos de estas competencias nos resultan bastante preocupantes”, aseguró Raj Swaroop Lavadi, investigador postdoctoral del Departamento de Neurocirugía de la Universidad de Pittsburgh y autor principal del estudio. “Nuestro objetivo es hacer que todos los deportes profesionales sean más seguros para la salud neurológica de los atletas. Es difícil prohibir cualquier deporte, pero sí podemos concienciar sobre los daños asociados. Nos interesaba aplicar el análisis de video para identificar signos de conmoción cerebral en una competencia que no se había estudiado antes”, explicó.
Aunque estas peleas han sido mayormente clandestinas, están ganando popularidad rápidamente, acumulando millones de vistas en plataformas como YouTube y TikTok. En estas competencias, los participantes se colocan frente a frente, separados por un podio, y se turnan para asestar golpes con la mano abierta en la cara del adversario. El reglamento establece que los contrincantes tienen algunos momentos para recuperarse entre golpes, y el enfrentamiento continúa hasta que uno queda noqueado o los jueces deciden un ganador.
La comunidad médica ha expresado su preocupación por las graves lesiones que pueden sufrir los competidores, pero hasta ahora no se había realizado un estudio formal que cuantificara estos riesgos.
Para evaluar cuán peligrosas pueden ser las peleas de cachetadas, el equipo de investigación revisó videos de estas competencias, analizando un total de 333 cachetadas. En cada secuencia, se registraron signos visibles de conmoción cerebral, que iban desde la pérdida momentánea de consciencia hasta la incapacidad de responder por completo. También se analizó la frecuencia de estos signos.
El análisis reveló que en más de la mitad de las secuencias, los participantes mostraron signos de conmoción cerebral. Al final de los combates, cerca del 40 % de las secuencias mostraban mala coordinación motora, un tercio de los competidores tenía la mirada perdida, y en una cuarta parte tardaron en levantarse tras recibir un golpe. En total, casi el 80 % de los participantes mostró algún signo visible de conmoción cerebral en algún punto de la competencia.
Estos resultados generan gran preocupación sobre el bienestar de los competidores a largo plazo. “Desde el punto de vista clínico, la conmoción cerebral puede manifestarse de muchas maneras, y cualquiera de ellas puede llevar a discapacidades temporales o permanentes, así como a problemas socioeconómicos”, señaló el Dr. Nitin Agarwal, profesor asociado de neurocirugía en la Universidad de Pittsburgh y coautor del estudio. “Como médico con experiencia en artes marciales y apasionado de los deportes de combate, me sigue preocupando la alta frecuencia con la que observamos signos de conmoción cerebral entre los participantes de estas peleas”, añadió.
El equipo de investigación está trabajando en nuevas formas de medir el impacto físico de una cachetada promedio utilizando boquillas con sensores, similares a las que usan los jugadores de futbol americano. Estos datos, combinados con el análisis de video, ayudarán a informar mejor a los competidores, jueces y médicos, con la esperanza de mejorar las reglas de seguridad en el futuro