Tras 60 años desaparecido, encuentran al ‘primo’ perdido del ornitorrinco

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El equidna de Attenborough llevaba 60 años sin ser visto, de ahí que se pensara que había sucumbido a la extinción. Afortunadamente, los científicos de una expedición en Indonesia han logrado captarlo con sus cámaras.

Hipertextual.- No estaba muerto, estaba de parranda. Siempre es un placer dar esta noticia, en relación con especies que supuestamente estaban extintas. Animales que llevaban décadas sin ser vistos y que, por lo tanto, estaban a punto de descender al último escalón de la Lista Roja de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza. De peligro crítico de extinción a desaparecido. Es el caso del equidna de Attenborough, un mamífero ponedor de huevos que ha sido grabado en las montañas cíclopes de Indonesia después de 60 años sin dar noticias.

Los responsables del hallazgo han pasado por una odisea. En el equipo tuvieron que soportar un terremoto, algunos cayeron enfermos de la malaria e incluso hubo un científico que tuvo que lidiar con una sanguijuela en el ojo. Pero, para ellos, todo ha valido la pena, pues han podido demostrar que el ornitorrinco está menos solo en el mundo de lo que creíamos.

Y es que el equidna de Attenborough pertenece al orden de los monotremas, en el que se clasifican los mamíferos más primitivos que existen actualmente sobre la tierra.  Estos animales conservan algunas características reptilianas, como la presencia de cloacas y la reproducción por huevos. Pero también amamantan a sus crías.

Hay dos tipos de monotremas: los ornitorrincos y los equidnas. Anteriormente eran muchas especies, pero poco a poco han ido sucumbiendo a la extinción. En la actualidad, se creía que solo quedaba una especie de ornitorrinco y tres especies de equidnas. Pero ahora sabemos que son cuatro. No hay constancia de cuantos compañeros tendrá el ejemplar que ha sido grabado en las montañas de Indonesia, pero sus descubridores tienen la esperanza de que sean suficientes para salvarlo al menos durante un tiempo de la carrera hacia la desaparición.

El equidna que ha sorteado la extinción

Hace 60 años que se vio por última vez el equidna de Attenborough (Zaglossus attenboroughi), bautizado con este nombre en honor al locutor y biólogo David Attenborough: el Félix Rodríguez de la Fuente inglés.

Conocido también como zagloso de sir David o equidna de hocico largo, fue descrito por primera vez en 1961, a partir de un ejemplar muy dañado, hallado en las montañas Cíclopes. Esa fue la última vez que se le vio.

Sin embargo, en 2007 un equipo de científicos encontró huellas y madrigueras que parecían corresponderse con este animal. Lógicamente, por una madriguera no se puede saber con exactitud de qué especie de equidna se trata. No obstante, era el único que se había divisado en estas montañas en el último siglo.

Ante esta esperanza, el doctor James Kempton, de la Universidad de Oxford, puso en marcha una expedición con rumbo a las montañas Cíclopes. En ella participó un equipo internacional de científicos, con las esperanzas de conocer mejor la fauna de esta zona de Indonesia. Pero también con el deseo de encontrar a este escurridizo equidna.

Tras tres años de planificación, colocaron más de 80 cámaras, en una de las cuáles finalmente encontraron lo que tanto habían deseado. El equidna de Attenborough había esquivado la extinción.

¿Habrá más ejemplares?

En el vídeo de estos científicos solo se ve un equidna. No obstante, esto no es algo raro, pues estos mamíferos generalmente viven solos casi todo el año. Solo buscan compañía en verano, en la época de apareamiento, y después vuelven a su solitaria vida.

Se sabe que otros equidnas tienen una esperanza de vida de 60 años. Si este es también su caso, puede que haga décadas que su especie no se reproduce en las montañas Cíclopes. Pero también puede que haya otros ejemplares. Es una zona muy frondosa en la que resulta difícil encontrar animales tan pequeños y escurridizos como estos.

Por eso, el equipo de Kempton espera dar con alguno más. Ojalá haya suficientes como para ayudarles a alejarse unos cuantos peldaños en su carrera hacia la extinción.

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