Un estudio sugiere que la Tierra esconde restos de otro planeta en su interior

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Las enigmáticas capas densas del manto terrestre podrían ser vestigios de la colisión contra el protoplaneta Tea hace 4.500 millones de años

El País.- La comunidad científica se enfrenta a un inmenso enigma. En las profundidades del manto de la Tierra, a unos 2.900 kilómetros bajo el suelo, destacan dos masas gigantescas situadas bajo África occidental y el océano Pacífico. Son capas de roca con un comportamiento sorprendente. Cuando hay un terremoto, las ondas sísmicas se ralentizan al atravesar esos misteriosos materiales, lo cual sugiere que su composición es más densa que el resto del manto terrestre. Un equipo internacional de investigadores publica este miércoles una hipótesis fascinante: esas masas, que ocupan miles de kilómetros, son los vestigios de otro planeta, incrustados en la Tierra tras una colisión hace 4.500 millones de años.

El geólogo chino Qian Yuan reconoció que era “una idea loca” cuando la presentó hace un par de años en una conferencia virtual. Ahora su equipo la ha desarrollado y publicado en la revista Nature, escaparate de la mejor ciencia mundial. Ya no es una idea tan alocada. “Con los nuevos indicios, diría que es muy probable”, explica Yuan a EL PAÍS. Los autores recuerdan que hace medio siglo cogió fuerza la teoría de que la Luna se formó a partir de productos de la colisión de la Tierra contra otro joven cuerpo celeste del tamaño de Marte. En ese escenario, el embrión de planeta, llamado Tea o Theia, chocó contra la Tierra primitiva. Las simulaciones informáticas de Qian Yuan y sus colegas sugieren que parte del manto fundido de Tea penetró en el manto terrestre originario y se solidificó, hundiéndose posteriormente y formando las extensas zonas sísmicas anómalas que ahora intrigan a los científicos. En la mitología griega, la deidad Tea era la madre de Selene, la personificación de la Luna.

Los autores señalan que el 8% del manto de la Tierra está compuesto por óxidos de hierro, frente al 10% estimado para la Luna. El equipo calcula que el manto de Tea también era más rico en hierro, lo que explicaría por qué se hundió en las profundidades, hasta el límite con el núcleo terrestre. El geofísico Edward Garnero, de la Universidad del Estado de Arizona (EE UU), fue uno de los científicos que recibió con interés la “idea loca” hace dos años. “Creo que es completamente viable, hasta que alguien me demuestre que no lo es”, declaró entonces a la revista Science. Ahora el propio Garnero firma el nuevo estudio junto a Qian Yuan, del Instituto de Tecnología de California.

Los investigadores calculan que una cantidad significativa del manto de Tea, equivalente al 2% de la masa de la Tierra, se incrustó en el manto terrestre. Entre los firmantes también figura el profesor chino Hongping Deng, del Observatorio Astronómico de Shanghái. “Nuestros hallazgos desafían la idea tradicional de que el gran impacto provocó la homogeneización de la Tierra primitiva”, ha declarado Deng en un comunicado. “El gran impacto que formó la Luna parece ser el origen de la heterogeneidad del manto temprano y marca el punto de partida de la evolución geológica de la Tierra a lo largo de 4.500 millones de años”, explica Deng.

Los autores defienden que esas enigmáticas zonas sísmicas anómalas del manto terrestre son una simple “consecuencia natural” del choque que dio lugar a la Luna, pero también mencionan otras hipótesis a su juicio más improbables, como la solidificación de magma o la acumulación de corteza oceánica hundida en zonas de subducción.

La sismóloga Jenny Jenkins explicó hace un par de años en la revista Science que los vestigios de Tea podrían ser solo una tumba en un cementerio de planetas. Los científicos han encontrado más bolsas de materiales densos en las profundidades del manto, quizá restos de otros pequeños planetas que chocaron contra la Tierra primitiva, según Jenkins, de la Universidad de Durham (Reino Unido). El geólogo Qian Yuan está de acuerdo. “Es posible, pero también es probable que estas cosas procedan de una mezcla del manto terrestre y el núcleo de Tea”, opina.

El equipo de Yuan subraya que esa heterogeneidad del manto de la Tierra puede emerger a la superficie en eventos como los que formaron las islas volcánicas de Islandia y Hawái. En las negras rocas de basalto al alcance de la mano en estos parajes podría haber pistas químicas del gran impacto que dio lugar a la Luna hace 4.500 millones de años.

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