Un proyecto urbanístico que rehabilita el cauce del río ‘La Silla’ como amortiguador hídrico para mitigar las inundaciones y sequías se llevó el primer premio del ‘Climatón’ organizado por la UNAM
El País.- El incremento de las temperaturas globales conlleva un riesgo para muchas comunidades que se enfrentan a una serie de fenómenos climáticos interconectados y cada vez más frecuentes como el calor extremo, las sequías y las inundaciones repentinas. “Monterrey es una ciudad que sufre de estas problemáticas relacionadas directamente con el agua y que tiene afectaciones cada vez más preocupantes”, expone Dino del Cueto, un joven chilango que conforma el grupo de arquitectos artífice del “amortiguado ribereño”, un corredor hidrourbano que busca rescatar la red de ríos contaminados y secciones de vegetación estratégicamente ubicadas a lo largo de ellos como solución a los cada vez más graves fenómenos climatológicos en la capital del Estado mexicano de Nuevo León.
En 2010, el huracán Alex fue uno de los que más daños económicos dejó en el país, superando los 25.000 millones de pesos (casi 1.500 millones de pesos). En 2022, con su presa más importante al 5% de capacidad, a Monterrey le llegó el día cero, ese en el que se agotan las reservas de aguas. En septiembre del mismo año, las lluvias terminaron con una larga sequía para desatar violentas inundaciones. “Por ello, crear amortiguadores naturales y la recuperación de las principales fuentes de agua será indispensable para asegurar el futuro de nuestras redes hídricas en las ciudades y hacer las zonas metropolitanas resilientes ante los efectos del cambio climático”, asegura Cueto, representante del equipo que conquistó el primer lugar en la final de la 4ª edición del concurso Climatón UNAM 2024.
La iniciativa organizada por la Universidad Nacional Autónoma de México, y que tiene como fin hacer un llamado a la acción colectiva para crear conciencia ante la emergencia climática y dar visibilidad a las crisis socioambientales, se celebró a principios de mayo en el teatro Estefanía Chávez Barragán de la Facultad de Arquitectura. Las propuestas recibidas para contrarrestar la degradación y los efectos del cambio climático en México buscaban mejorar la gestión de residuos y el deterioro de sistemas costeros, crear espacios verdes resistentes ante la deforestación, además de productos alternativos a los pesticidas tóxicos y sistemas de captación de agua para paliar las graves sequías.
La solución del equipo ganador, conformado por César Bonilla, Dino del Cueto, Mariana Navarro y Valentina Maldonado, arquitectos recién titulados de la UNAM, propone la creación de un amortiguador ribereño en el río La Silla de Monterrey con el fin de rehabilitar, reconectar y mitigar las inundaciones y los efectos de la sequía que sufre la ciudad. Un trabajo de tesis que conecta infraestructuras y ecosistemas desde un diseño urbanístico donde el río se expande y se contrae según las condiciones climatológicas, “reduciendo así el riesgo de inundaciones que podrían afectar a las infraestructuras urbanas cercanas”, señala Bonilla. “Y que es replicable para todas las ciudades con ríos en el país tomando en cuenta factores locales y naturales”, matiza Dino del Cueto.
La iniciativa, que se llevó un premio de 80.000 pesos (más de 4.700 dólares) y cuya puesta en marcha involucraría a Gobierno, sector privado, universidad, agencias de cooperación y a los propios habitantes de la urbe, establece mediante soluciones adaptativas las bases para una gestión más efectiva de los riesgos asociados al cambio climático. “Y lo hace con un enfoque que integra a las comunidades y a la biodiversidad. Nuestro proyecto no sólo persigue crear conexión entre el ser humano y el río, sino con las especies que lo habitan, que también son agentes de cambio. El amortiguador ribereño rescata la naturaleza como solución a un problema urbanístico pero también para crear un sentido de pertenencia de las personas con el ecosistema que lo usan como espacio público”, apunta Maldonado.
Como explica la joven arquitecta, el corredor hídrico ribereño que ha ideado su equipo y que podrá a empezar a desarrollar sus primeras fases con el dinero del premio, “no sólo favorecerá la adaptación natural del río, sino que también establecerá una conexión responsable entre la comunidad y el agua, regenerando ecosistemas, mejorando y reconectando las zonas urbanas adyacentes”.
La iniciativa ganadora del Climatón brinda además una oportunidad para redefinir la relación de la ciudad de Monterrey con sus ríos. Es una propuesta integral para tratar un problema cada vez más común en zonas urbanas. “Aunque el proyecto responde a un problema local, existen todas las condiciones para que se den en el resto de ciudades del país”, sostuvo Amparo Martínez Arroyo, científica especializada en Cambio Climático y Problemas Ambientales de la UNAM y parte del jurado.
El segundo galardón —premiado con 60.000 pesos (más de 3.500 dólares)— se lo llevó el Proyecto Biocitri, una iniciativa que ofrece una segunda vida a los residuos orgánicos cítricos antes de su descomposición a través de la generación de una biopelícula de rápida degradación que sirve como recipiente para servir alimentos, que podría reemplazar a los empaques de plástico convencionales de un solo uso. “En México, se producen diariamente 7 millones de toneladas de desechos plásticos, de los cuales sólo el 8% se recicla correctamente, mientras que el resto contamina los suelos y el agua, con un impacto directo en la salud humana y animal. Además, se generan anualmente 1.880.562 toneladas de desechos derivados de productos cítricos, de los cuales un gran porcentaje termina en los vertederos donde se descompone y emiten grandes cantidades de gas metano que dañan al ambiente”, explica Cruz Castellanos, representante del proyecto.
El tercer ganador de la convocatoria, con una dotación de 40.000 pesos (2.375 dólares), fue la iniciativa Piper, que aborda los efectos en la salud de los fertilizantes usados para combatir las plagas del principal cultivo del país, el maíz. “Uno de los mayores problemas al que nos enfrentamos al cultivar maíz en mi lugar de origen, Cosala, Sinaloa, es el gusano cogollero, que puede generar pérdidas que van desde el 10% hasta el 100% de la cosecha”, expone Cruz Francisco Osuna, representante del equipo de biólogos que ha creado un fertilizante natural que no daña el medioambiente ni la salud humana y protege al maíz de las plagas más devastadoras.
En México, se usan plaguicidas altamente peligrosos (PAP) que están prohibidos en decenas de países, lo que constituye la segunda causa de muerte por intoxicación. “Este no sólo es un problema de salud, ya que los insecticidas más utilizados actualmente para combatir el gusano cogollero tienen varios efectos perjudiciales sobre los ecosistemas, principales agentes reguladores del clima. Por lo que su uso tiene un impacto negativo sobre cambio climático”, señala Osuna, uno de los creadores de Piper. El biopesticida está basado en un compuesto de la pimienta negra que el equipo planea producir con biología sintética utilizando la levadura de cerveza y que supone una alternativa más sostenible que los químicos convencionales.
De las dos decenas de ideas que quedaron como finalistas del Climatón, sólo tres pudieron conseguir apoyo económico para seguir adelante, pero el jurado elogió el talento y potencial de todas las que participaron y reconoció haber enfrentado grandes dificultades para seleccionar unas pocas. “Los proyectos me han parecido espectaculares. Sorprende mucho el increíble talento de estos jóvenes y su conciencia climática. ¡Esta generación brinda mucha esperanza ante los retos tan complejos socioambientales que enfrentamos como sociedad!”, dijo al final del acto María Eugenia de Diego, especialista en Desarrollo Adolescente de Unicef en México, una de las organizaciones participantes de esta convocatoria creada para impulsar desde la universidad el talento de los jóvenes como catalizador de la necesaria transformación verde que necesita el país.