Además, en el 4.2% señalaron que tuvieron conocimiento de la venta de imágenes con contenido sexual.
Leslie Jiménez, abogada integrante de la asociación Impunidad Cero, explicó que actualmente el Código Penal Federal y los 29 códigos estatales, en los que se encuentra tipificada la ciberviolencia que viola la intimidad sexual, contemplan el castigo para quienes graben, elaboren o distribuyan el material, sea real o simulado. Las únicas entidades donde aún no se ha incorporado al catálogo de delitos son Nayarit, Nuevo León y San Luis Potosí.
“La persona acusada permanece en libertad durante el periodo de investigación, con los riesgos que esto conlleva, y hay dificultades técnicas para investigar el origen de los contenidos y el alcance que pudo tener su distribución”, comentó.
Además, mencionó que en los códigos penales donde se encuentra este delito las definiciones sobre lo que implica son ambiguas, por lo que existen casos en los que no se reconoce que el material sea “de contenido sexual”, lo que imposibilita el avance de las investigaciones y se niega el acceso a la justicia de quienes denuncian.
Acerca del actuar por parte de las autoridades educativas, Jiménez comentó que, en general, es necesario que a partir de casos como el suscitado en el IPN, y previamente en la Universidad Anáhuac Mayab —donde estudiantes denunciaron la difusión de contenido sexual sin consentimiento por redes sociales—, las instituciones refuercen sus protocolos contra la violencia de género, para que no se actúe de forma revictimizante u omisa.
“Desafortunadamente es algo que ocurre de forma reiterada en este tipo de espacios, por eso es que más allá de las acciones por parte de las fiscalías, es necesario que las instituciones educativas públicas o privadas refuercen sus protocolos para investigar casos de violencia de género”, señaló.
“Por ejemplo, en el caso concreto del IPN, este no reconoce de manera específica la violencia digital, y eso es preocupante”, añadió.
Para la especialista, el tema de fondo es que se trata de algo sistémico y meramente estructural, “que al día de hoy no se atiende de manera pronta, porque este tipo de delitos particularmente deben atenderse de manera rápida, antes de que se pueda bajar el contenido o que este ya se haya esparcido por internet, lamentablemente las fiscalías siguen siendo sumamente lentas”.
“Autoridades sin sensibilización y capacitación sobre violencia digital”
Angie Contreras, de la asociación Cultivando Género, afirmó que la lentitud de los procedimientos judiciales y el desconocimiento de lenguaje técnico y uso de tecnologías están entre los principales factores que imposibilitan el acceso a la justicia en este tipo de casos.
“Aunque tengamos las tipificaciones y se realicen reformas, seguimos con autoridades sin sensibilización o capacitación en el tema, no conocen cómo realizar este tipo de investigaciones, la capacidad de la policía cibernética incluso es limitada, y esto solo va a resolverse cuando tengan voluntad de atender el tema e invertir lo necesario para que se implementen correctamente las leyes que ya tenemos”, agregó.
La consultora especializada en tecnología, perspectiva de género y derechos digitales consideró que a ello se suma que esta violencia se encuentra normalizada y sigue siendo un estigma para las víctimas, quienes deben lidiar con los tratos insensibles de las autoridades, que además actúan con plazos que en algunos casos impiden que se resguarde la evidencia digital de los delitos.
“Las autoridades no saben que la información puede ser resguardada, porque incluso cuando se eliminan las publicaciones hay un resguardo de información por parte de las plataformas, que varía en su temporalidad, pero desafortunadamente entre el desconocimiento y las tardanzas del sistema se pierde el control sobre esos contenidos”, lamentó.
Ante este panorama, la activista señaló que, en caso de que se tenga conocimiento de algún hecho de violencia digital relacionado con contenido sexual no autorizado, es recomendable que las denunciantes cuenten —de ser posible— con capturas de pantalla, enlaces y toda evidencia que puedan presentar en lo inmediato a las autoridades, con la finalidad de exigir que se actúe de manera pronta y evitar la eliminación o viralización de las publicaciones.
“Tanto las escuelas como todas las instituciones tienen que entender su responsabilidad de garantizar que el espacio físico y digital de quienes interactúan en ellas sea seguro, es necesario que dejen de reproducir violencias contra quienes denuncian porque esto no es un juego, y si no se actúa en consecuencia las mujeres seguirán teniendo que acudir a redes sociales para garantizar que haya consecuencias, y ahí sí van a preocuparse, como en este caso”, concluyó.