Vivir Quintana, la mujer que canta sin miedo y contra la violencia de género

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La cantautora y su música se han convertido en un símbolo del movimiento feminista en México, donde al menos 10 mujeres son asesinadas cada día. Pese a esto, ella cree posible acabar con la violencia.
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Vivir Quintana tiene 35 años, es originaria de Coahuila, amante de los gatos y las plantas, y autora de “Canción sin miedo”, “Sorora” y “Llamadas de emergencia”, entre otros temas. (Tomada de Facebook)
El 7 de marzo de 2019, Vivir Quintana subió al escenario en el Zócalo de la Ciudad de México junto a la chilena Mon Laferte y al coro El Palomar, para presentar lo que a partir de entonces se convertiría en un himno del movimiento feminista y cuyas estrofas son enfáticas: “Cantamos sin miedo, pedimos justicia, gritamos por cada desaparecida”.

Se trata de “Canción sin miedo”, tema de la autoría de Quintana, una mujer de 35 años originaria de Francisco I. Madero, Coahuila, quien se describe como amante de los gatos, las plantas, las luces navideñas, las letras, las rimas y, por supuesto, la música.

“Cuando a mí me habla Mon Laferte, un 25 de febrero, me dijo que iba a cantar en Zócalo el 7 de marzo y que teníamos que visibilizar el feminicidio. Me dice que si me gustaría tocar con ella, pero que tendría que hacer una rola de los feminicidios; le dije que sí y entonces hice ‘Canción sin miedo'”, recuerda la cantautora en entrevista.

Cuando la canción estaba lista, no tenía título. Fueron las estrofas que ella escribió las que le dieron nombre.

“Pasaron los días y fui interiorizando más la canción y dándome cuenta de la letra, y cuando canto con las chicas del Palomar estábamos cantando la ‘Canción todavía sin nombre’, pero había una línea que decía: ‘Cantamos sin miedo, pedimos justicia’; entonces, decimos: ‘Esta es una Canción sin miedo’, de ahí salió el título”, narra.

A más de un año de ese episodio en el Zócalo, Quintana reconoce que nunca imaginó que “Canción sin miedo” trascendería al punto de que hoy es entonada en cada manifestación feminista del país.

“Fue algo que se dio orgánico, de corazón. Yo pensé que (después de tocarla) tal vez en un periódico me mencionarían, pero después se empezó a replicar y replicar. Ahora siento esperanza de que estemos cada vez más conectadas entre nosotras, que estemos logrando movimientos tan grandes como buscar la erradicación de la violencia hacia nosotras”, expresa.

“Canción sin miedo” también se llegó al documental de Netflix Las tres muertes de Marisela Escobedo, que causó a Quintana mucha tristeza y enojo, aunque le dio orgullo que su trabajo fuera incluido en ese material. “Esto me ha elevado mucho el corazón, siento mucho agradecimiento”.

La enseñanza y la música

 

Quintana “se descubrió” como cantante a los 12 años, cuando se inscribió a un concurso en la primaria. Pero desde antes, en casa, su papá montaba un escenario con una cortina para baño y luces de Navidad para que ella y su hermano cantaran.

En el concurso, su profesor de Artísticas le dijo: “Yo creo que sí cantas, sí te entonas, dile a tus papás que te compren un casete de pistas musicales”.

“Entonces yo empecé a cantar con ‘Cucurrucucú paloma’, escrita por Tomás Méndez e interpretada por Lola Beltrán, y ahí me di cuenta de que podía cantar. Yo no sabía lo que era afinarse, lo que era seguir la pista, yo solo imitaba lo que escuchaba en los discos que mi papá ponía”, recuerda.

A los 17 años, ingresó a la Escuela Superior de Música en Saltillo, y después, a la Normal Superior para Maestros. “Soy profesora normalista en la especialidad de Español”, dice.

Fue a los 25 años cuando decidió que quería dedicarse profesionalmente y para toda la vida a la música: ser cantautora. Tanto sus amigas y amigos como su familia fueron un factor importante que la impulsó hacia ese sueño.

“Yo estaba estudiando en la Normal Superior y trabajaba cantando con mi guitarra en los bares de mi ciudad, fui haciendo círculos de amistad cada vez más grandes y empecé a mostrar las canciones que yo hacía. Mis amigos empezaron a decirme: ‘¿Por qué no te dedicas a la música? ¿Qué estás haciendo estudiando la Normal?'”.

Antes de eso, confiesa, tenía el prejuicio de que no se puede vivir de la música, del arte o la creatividad.

“Pero yo me di cuenta de que realmente quería hacer esto y puse todas mis ganas, mi esfuerzo, mi dedicación, mi empeño y, sobre todo, mi amor y mi paciencia en hacer esto”, dice.

Impartió clases de Español en una secundaria de su ciudad y lo más entrañable que le dejó esa época son los alumnos y lo que aprendía de ellos.

“A pesar de que les daba clases en un momento complicado de sus vidas, porque estaban en la adolescencia, cambiando y cuestionando todo el tiempo, al final del día sentía una admiración profunda por ellos, me encantaba enseñarles y saber que algo de lo que estaba haciendo tal vez les podía influir, y casi siempre quien terminaba aprendiendo de ellos era yo”.

Su influencia y lo que busca transmitir

La música de Quintana está influenciada por la regional mexicana, ranchera y norteña —lo que sonaba en las calles de su ciudad—, aunque en un inicio lo negaba porque, bromea, sufrió “bullying musical de género”. Incluso, intentó hacer balada pop.

“Llegó un momento en que dije: ‘Ya no voy a hacer música norteña’. Hasta que un día, acá en la Ciudad de México, donde vivo desde hace siete años, acepté mis raíces y acepté que yo era buena para hacer música regional, haciendo una fusión con la poesía y la palabra”.

Al mismo tiempo, tomó la determinación de hacer canciones que no solo tuvieran armonía, sino también letras que hablaran del amor libre, el conocimiento propio, la empatía.

Además de “Canción sin miedo”, “Llamadas de emergencia” y “Sorora”, con las que busca visibilizar la violencia contra niñas y mujeres en México, le compuso al “amor bonito” las canciones “Yo te espero”, “Corazón de ave”, “Enamorada” y “En las luces de la tarde”, entre otras.

 

“Me di cuenta que podemos ser y pensar diferente, que el amor se ha concebido de una manera más sana, empática y más tranquila. Trato que mis canciones sean del amor bonito, que no tengan posesión, de acompañamiento, de libertad en conjunto, pero sobre todo de conocimiento propio, porque es muy importante conocerte para poder conocer a alguien más”, expresa.

¿Y cómo logra esas composiciones? Quintana señala que la única manera es leyendo, viviendo, investigando y siendo honesta al momento de escribir, sabiendo cuáles son sus límites.

“No están solas”

 

Las canciones de Quintana se han convertido en un estandarte de la lucha feminista en México, donde cada día son asesinadas al menos 10 mujeres, víctimas de la violencia machista. Por eso, la coahuilense lamenta que entre su público haya niñas y adolescentes que, considera, tendrían que estar cantando otra cosa, no sobre feminicidios.

A todas esas niñas y mujeres, así como a las familias de las víctimas de la violencia, les dice que no están solas y que no tengan miedo.

Fuente: Expansión Política

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